"¡Me odia! ¡Me odia", se dijo y el temor que la invadió la hizo estremecer. Colocó el sombrero debajo del asiento, junto a ella. Como estaba tan delgada y se había apartado lo más posible del Marqués, había entre los dos un amplio espacio. Entonces cerró los ojos y mientras apoyaba la cabeza sobre el respaldo acojinado, el agotamiento la hizo tener la sensación de que se encontraba fuera de su propio cuerpo. Se estaba sumiendo en una extraña inconsciencia que era oscura, atemorizante y donde no había nadie que pudiera salvarla. Instantes después, no supo más... * Valessa se dio la vuelta y pensó que ya estaba de nuevo en la cama de su casa. Supuso que tendría que bajar la escalera para sacar con la bomba un poco de agua que pudiera calentar para su desayuno. "¡El fuego!" Las palabra