Sonrió y el hombre que estaba al otro lado de ella, le preguntó: –¿Qué es lo que le parece tan divertido? –Mis propios pensamientos– contestó Valessa. –Ahora ha despertado mi curiosidad– dijo su compañero–. ¿Quién es el afortunado hombre acerca del cual está usted pensando? –Estaba pensando en el Marqués. –Hay mucha gente que piensa en él– fue la respuesta–. Y lo más molesto es que siempre resulta ser la dama con quien yo estoy. La forma en que lo dijo hizo feliz a Valessa. –Ahora mismo me han comentado el éxito que tiene en todo– dijo ella. –¡Debe haber nacido protegido por la estrella de la suerte!– respondió su compañero–. Pero, como me digo a mí mismo con frecuencia, no tiene sentido sentir envidia ni celos de un hombre como ése. Valessa reflexionó sobre esas palabras, entonces