Los ojos de Eloisa

En Ruinas

Presente de Eloisa.

Habíamos venido muchas veces en nuestra adolescencia, en los días de cimarra. No era un lugar romántico ni nada; pero, al menos los rayos de sol, el viento moviendo las ramas de los árboles a nuestro alrededor y las blancas ruinas entre la hiedra me habían prometido hermosos momentos junto al hombre a mi lado. Caminamos lentamente y en silencio hasta las ruinas para sentarnos donde diera el sol.

—pensé que viajabas por diferentes lugares...—dijo como si sus pensamientos brotaran de su boca y no se diera cuenta.— ..no pensé que te volvería a ver.— continuó.

Una estaca se clavó en mi pecho...quemaba. y quise huir de nuevo. Quizá por algún reflejo inconsiente desarrollado en los últimos años, me frené para devolver mis pasos, e inmediatamente algo aferró mi muñeca y me ancló al lugar donde estaba. Thomas sostenía mi muñeca y me miraba con un atisbo de dolor y enojo en sus ojos. Gradualmente suaviso su agarre sin soltarme para guiarme nuevamente al destino fijado en un principio.

Al llegar decidió quedarse de pie, las frías columnas fueron soporte suficiente para él, mientras que yo no decidía que lugar debía tomar. Thomas se inclinó nuevamente hasta tomar mi muñeca y jaló de mi para que me sentará junto a él.

Nos quedamos en silencio solo escuchando el viento; con la mirada atrapada entre recuerdos y pensamientos, sin saber que decir.

Rápido y sin aviso sus brazos me atraparon y me apretaron contra un pecho cálido y fuerte tirando de mi hacia adelante, se derrumbó. —Por qué te escondiste por tanto tiempo...—sollozó— por qué desapareciste sin siquiera despedirte...

Dejé que me abrazara, mientras un leve escalofrío recorría mi columna. Alcé la vista y él soltó levemente su agarre. Se agachó ante mi para quedar a la misma altura, y con sus manos en mis hombros me miró; con ojos vidriosos pero sin expresión en el rostro busco los míos.

Mis labios se abrían para responder, pero no hallé palabras y los volví a unir para pensar.¿Que debía decir? ni siquiera yo sabía porqué huí.

—Elli— me llamó dejando caer sus manos de mis hombros y levantandose lentamente, continuó— alguna vez... ¿realmente me querías?..

Se sentó a mi lado y movió la cabeza como si su mundo girara para terminar viendo en mi dirección.

No me había dado cuenta en que momento comenzaron a brotar las lágrimas; agaché la mirada. Nunca quise lastimarlo, y sin embargo, lo había hecho. Le debía una respuesta.

Recobro la compostura y se sentó a horcajadas en el bloque de cemento en el que estábamos. Tomó mi cara entré sus manos.

—Tus ojos me dicen que si, pero...—dijo. mordió su labio inferior y retomó—

dime que paso por favor; ¿no crees que merezco una explicación?

—fue en este mismo parque...— exhale todo el aire que había estado conteniendo inconscientemente.— ese día,... el último que nos vimos,...tu dijiste..me pediste que nos casaramos..

—... y me dijiste que si...— interrumpió a la vez que soltaba mi rostro, aunque no dejó de verme.

—si..— afirmé mientras sonreia al recordar el momento. Trague saliva y continúe con el recuerdo — esa noche no pude dormir. Pasé de la alegría al pánico... no quería hacerte daño, ¿Sabes?... cuando pensaba en mi futuro nunca imaginé casarme y vivir por décadas en un mismo lugar, mucho menos tener hijos.

— nunca me imagine que sentías que era un ancla para ti— respondió dolido.

me senté con un pierna doblada sobre el bloque para quedar frente a él.— no lo eras, se que fui una tonta... debí hablar contigo de lo que sentía en ese momento. Pero...

— a estas alturas, el pasado ya no importa— intervino Thomas recostando su espalda en la columba paralela a la que me sostenia— ¿eres feliz ahora que eres libre?.

Su pregunta había sido respondida en el minuto en que me encontró casi al borde del llanto horas atrás. El me quería devolver un poco del daño que mi presencia había despertado en él. Lo sé.

Negué con la cabeza— ¿y tú?, al menos, ¿pudiste seguir sin mi?.. Sinceramente espero que sí.— dije sin esperar a que respondiera.

Me levante para irme. y nuevamente su mano alcanzó mi muñeca para detenerme.

—si eso deseas, entonces no te vayas.