" La traición de Joaquín"

1274 Words
Corrí en busca de seguir viendo el hombre que a pesar de tener esa maldita actitud arrogante, despertaba mis adentros con solo enseñarme sus ojos. Él me atraía. Caminé hacia la cocina para como una mujer obsesionada, buscarlo con mis ojos. Lo encontré en alguna conversación con Adrián y otros chicos. Observo cada uno de sus gestos. Es un imbécil muy hermoso, es tan alto que lo detalle al levantar uno de sus brazos fornidos hacia el árbol de limón de la tía y regresar con Joaquín entre sus dedos largos. Me sorprendí al observar el traidor estar feliz de que lo acaricié el extraño y yo al ser su dueña tengo que sobornarlo. _ ¡Me estás obligando a matarte Joaquín Dije cuál loca celosa al vidrio de la ventana _ Te ayudaré a enterrarlo, esas caricias son tuyas _ Ay! Estás loca! ¡Qué susto! ¿Por qué apareces como un fantasma? Exclamé por el resonar de mi pecho, sentí estar al borde de un infarto. _ Baja la voz. ¿No quiero que papá me vea Contestó Amanda al acallar mis labios sonriendo _ Aún estás ebria? Susurré a liberar mis labios _ Algo, pero muy feliz. ¿Y tú, cuéntame qué tal con Edrick? Estaba muy urgido por alejarte del stripper. Eso sí que es raro. Comentó al tomar una botella de agua, seguidamente beber media botella cual auto viejo con el radiador vacío. _ No pasó nada entre ese idiota y yo. Es un animal. ¿Sabes qué hizo? Me ató en el auto. ¡Está loco! No vuelvas a entregarle mis cosas a un extraño. Regañé a Amanda sin saber por qué lo hacía, ya que el hombre hace lo que se le antoja. _ Él no es un extraño. No seas dramática. Edrick se crio entre nosotros, igual que sus hermanos adoptivos, aunque Wein y Scarlett. tienen mucho que no nos visitan. Edrick siempre lo ha hecho. Ni siquiera los años que vivió en Rusia lo alejaron de nosotros. Es el mejor amigo de Adrián. Jamás te haría daño, papá, lo mataría. Lo dejé buscarte porque creo que le gustas. Nunca lo he visto perseguir a nadie y me pareció curioso que quisiera hacerlo contigo. Comentó, mirándolo fijamente a través del cristal, ¿como quién no cree lo que ha visto? _ Dices que le gusto, es un enfermo, selló, mi boca con cinta adhesiva. Creí que me tiraría en un río, no saldría con él, A menos que quiera morir. Su risa resonó con fuerza. ¿Me molestó _ De qué te ríes? No es gracioso _ Solo me imagino lo interesante que va a ser estar cerca de ustedes dos. No me quisiera perder el desenlace, así que estaré cerca. Me guiñó el ojo al terminar su botella de agua _ Ja, ja, ja Qué chistosa! Amaneces después de una noche de pasión. ¿Doctora También evaluó su pastelito o solo se lo comió? Mi sarcasmo tiño sus mejillas _ Vamos, te lo contaré todo. Y si quieres saber algo más de Edrick, puedo contarte Sonrío _ No me importa el idiota Contesté enseguida, como si decir que sí deseaba saber fuese malo recordar a mi tío decir tentáculos. Lo imaginé como un mano floja que anda apretando cuantas nalgas se encuentra más se derriten a sus pies. ¿No sería una de ellas? _ ¿Entiendo, entonces nos vamos o esperamos que suba al auto? Se irá y te aseguro que no lo hará solo. ¿Así que para qué seguir observándolo como una enferma? Volteé a ver su rostro, está sonreía _ No me importa con quién se vaya, tiene a Joaquín Acusé al traidor felino _Crees que lo robará Siguió sonriendo. Mi molestia acrecentaba _ Qué sé yo, Amanda, está loco. Sabes que amo a Joaquín, no quisiera que le pasara nada. Igual también está ebrio. _ Tienes razón, Ve por él _ Yo ... pregunto incrédula. Cómo ir si él me trata mal al verme _ Por supuesto, Joaquín, es tuyo y debes darte prisa. No veo al infeliz muy preocupado por quedarse contigo. Era cierto, Edrick, con la puerta del auto abierta, acomodado entre las piernas de una rubia que no había visto yo jamás. Acariciando a Joaquín, que al conocerlo podría imaginar sus ronroneos. _ Iré por el regreso enseguida _ Jumm Fue su respuesta. La ignoré. Regresé mis pasos, pasé por el desmadre en la piscina. Mi tío ya no está por ninguna parte. Crucé para llegar al auto, un Cámaro color perla, imagino personalizado, pero no sé nada de cacharros. _ ¿Señorita desea algo? El gorila de anoche detuvo mis pasos. Edrick me observa desde la comodidad del coche. _ Vengo por el animal Solté sin pensar _ Así me llamarás o es lo que aparento ser? Preguntó Edrick con una sonrisa descarada. Sus ojos me obligaron a ajustar mi bata _ Me refiero al gato, señor Carlson, no me crea tan atrevida Le contesté con hastio, pensando en que él me veía como una mujer vulgar, sin educación. _ Oh, lo siento, estoy ebrio y mal. Entiendo lo que escucho, señorita. Venga, es todo suyo. Ofreció el felino. Caminé hasta él e intenté tomar a Joaquín, pero este golpeó mi mano en repetidas veces, como si yo fuese su enemigo. Sus dientes frente a mis ojos. sentí temor del gato que llevó criando hace años. _ Ven, Joaquín, compórtate, regresemos a casa. ¡Ya basta! El ingrato se negó _ Así que te llamas Joaquín. ¡Qué ocurrente! Parece que no se lleva bien con usted, señorita Sorny. Lo llevaré por unas galletas y tendré una charla con él. Prometo devolverlo. Soy un hombre de palabra. _ Edrikc: Quiero dormir, Ya vámonos Se quejó la rubia en el auto. Este ni siquiera volteó para decir _ Sáquenle de mi coche, iré a descansar. Regreso a las nueve. Señorita Joaquín, De seguro estará feliz de verle. Como era de esperarse, los hombres obedecieron. Ella salió por una puerta y él entró por la otra. Esta Se cerraron y se fue junto al maldito gato. Observé la molestia de la mujer que no recuerda dónde dejó su auto, Y pensé: ¿Cómo puede una mujer denigrar su orgullo por un polvo? Me quejé del ingrato de Joaquín por un rato. Amanda solo sonrió. Después me contó lo mucho que disfrutó su noche, más su Amanecer con dos polvos más champán. Conversamos un rato, pero aún teníamos resaca. Dormir era la elección correcta, Así que olvidé al ingrato gato al cerrar los ojos. Miau miau Escucho a lo lejos entre sueño, poco a poco él ronronear de Joaquín, más sus caricias peludas despertaron mis ojos. Me senté en el colchón acariciándolo, se acurrucaba y sobaba como si de verdad me hubiese extrañado. Miré el reloj más de la media noche. _ ¿Has llegado tarde, Te cayó bien el idiota? He Hablé con él al colgarlo entre mis manos, frente a mis ojos, Maulló en respuesta. Lo acepté como un sí. _ Pues yo lo odio, así que no me enredes en tu plan de amor enfermizo. Eres macho, Joaquín, y él también lo es, o eso creo. Será que tú sabes algo que yo no sé. Ay, peludo, ¡Cómo quisiera que me lo contaras todo! ¿Qué tal estuvo contigo? ¿Cómo se sintieron sus caricias? Abracé el minino que olía champú y perfume, un olor nuevo. Sonreí al ver que no se ha negado a mi cariño. Me acomodé en la cama con él y con una felicidad extraña me volví a entregar al descanso.
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