Una tarde, al terminar una reunión de trabajo, feliz de que tantas horas extras me dieron excelentes frutos, me estacioné para cenar en un acogedor restaurante italiano, donde Me dediqué a degustar una exquisita pizza napolitana con total satisfacción, porque sin lugar a dudas es el plato más delicioso de Italia.
_ ¡Señorita Aisha, que placer volverla tener en frente
_ Hola Edgar! Qué grata sorpresa
Saludo al hermano de Sam, un hombre castaño, ojos azules, no muy alto de estatura, pero bastante atractivo y amigable.
_ Cena sola
Preguntó con una sonrisa coqueta.
_ Sí, normalmente lo hago
Respondí con cortesía. Observó alrededor. Noté que estaba solo
_ Puedo acompañarte
_ Claro que sí. Siéntate
Ofrecí sonriente al chico. Este se sentó. El mesero vino en busca de su orden.
_ Buenas noches, caballero, En qué podemos servirle
_ Tráeme un risotto y por favor, sírveme un vino italiano
Sonrió al mesero. Este anotó con la espalda erguida para dirigirse a mí,
_ Madame, usted desea algo más
_ Café: ¿Gracias
_ La hermosa señorita Aisha Sorny sabe? Pensé que nunca volvería a verla. Me sorprendió su fuga de la otra noche. Tan mal La traté que no quiso ni siquiera despedirse de mí.
Sus palabras salieron envueltas en una sonrisa, pero igual sentí sus palabras como un reclamo.
_ Lo siento Edgar, de verdad no acostumbro a hacer eso. Pero algo se presentó, me vi obligada a dejar el lugar. Pero te juro que me encantó mucho tu compañía y la de los chicos, la pasé muy bien.
_ Entonces estoy tranquilo porque así podré invitarte nuevamente
Sonrió al recibir su plato Por qué no Respondí a su sonrisa. Charlamos como viejos amigos. Mi risa resonó en repetidas ocasiones, llamando la atención de los curiosos comensales. Pero no puedo evitarlo, el chico de verdad es divertido.
_ ¿Quieres terminar tan agradable casualidad con un corto paseo? La noche luce hermosa, ¿no crees?
Sonrió me agradó la idea
_ Bueno, entonces guíame
caminamos envueltos en anécdotas y sonrisas. Entramos en el corazón de la ciudad de Edimburgo. Esta se divide entre dos barrios, entre la Old Town y la New Town.
_ Ven té llevaré a conocer la Royal Miller, pero tienes que sujetar mi mano o te perderás. Es una de las calles más transitadas de Escocia.
Apreté su mano para adentrarme junto a él En aquellos callejones misteriosos cuyas historias te atraparán. Toda una milla llena de tiendas, pubs,
_ Es realmente hermoso
Fotografíe el castillo
_ Es el Palacio y residencia veraniega de la monarquía británica. La visita es indispensable si eres aficionado a la historia real.
Sonreí al pensar que el hombre salió inteligente
_ Cuéntame qué historia se oculta por allá
Intenté sacar más palabras. Es agradable escucharlo
_ Esos numerosos callejones repartidos a lo largo de la milla están conectados con Canongate y White Horse Cloce, uno de los más visitados y fotografiados de la ciudad.
Le pasé revista con rapidez. Su traje azul oscuro lo hacía lucir interesante.
_ Bueno, pero no dejes de lado el precioso jardín, el cual se accede por Dumbar, Clóce o sus museos tán completos.
Agregué para que supiera que también conocía algo de la belleza de Edimburgo.
_ Sí, tienes razón. Podemos destacar principalmente el Museo de los Escritores, situado en otra plaza que es accesible a estos callejones, los que están cercados por Lady Stair's Cloce.
_ Sabes mucho de todo, Edgar, algo poco común en los caballeros de hoy en día.
Me conecté con sus ojos en uno de los callejones, muy pegados a la pared, las personas circulan sin detenimiento.
_ Tampoco es que sea un caballero, mi hermosa dama, solo estudié un poco, Ya que escuché que eres artista.
Sonreí dispuesta por probar sus besos, pero mi burbuja de jabón se reventó de un pinchazo.
_ Señorita Sorny
Al escuchar el eco de mi apellido, reconocí la voz en total sorpresa. Me recompuse. Edgar entendió mis gestos se alejó.
_ Señor Carlson, Increíble que vuelva a verlo
Lo saludé con las manos entumecidas. Los nervios me hicieron sentir frío.
_ ¿Qué hace aquí sola?
No intento siquiera ocultar su arrogancia
_ No estoy sola. El señor Edgar Fischer es mi acompañante
Informe, Asu mala cara. Aunque después me arrepentí, él ni siquiera lo volteó a mirar
_ Despídase, nos vamos
soltó con los ojos entornados
_ Disculpe, no vuelva hacerme esto, señor
Me quejé al su mano ajustar mi brazo cuál grillete
_ Jefe Edrikc, No creo que eso sea correcto ni mucho menos necesario. La señorita viene conmigo.
_ Fischer: No estoy compitiendo en este momento, así que apártate por tu propia seguridad.
Edgar Lo observó en silencio, luego le sonrió para hablar con mi rostro pálido o Colorado. La verdad no sabía cómo me sentía realmente. Tengo un explotar de emociones que ensordecen hasta mis oídos.
_ Entonces me iré, señorita, Me agradó el paseo, espero volverla a ver.
Abrí la boca cuál hipopótamo por el asombro el Cobarde se marchó, dejándome ahí con el idiota que me observa con reproche.
_ Camine, Aún no termino de comprender Por qué las mujeres más inteligentes llegan actuar como las más idiotas.
Regañó al colar sus manos en los bolsillos para caminar ante mi
_ Perdón, aquí el idiota es usted que me trata cuál padre celoso de su hija, persiguiéndome como enfermo por todos lados.
Reclamé a su espalda, siguiendo sus pasos, apartando las personas, intentando perderme entre ellas. Pero terminé con la espalda pegada en la pared de uno de los callejones, en una esquina oscura.
_ ¿Crees que te veo como un padre o que Edgar Fischer desea ser tu novio? Qué equivocada estás. Él y yo deseamos lo mismo, Solo que con intenciones distintas.
sus palabras cerca de mis labios, sus ojos brillan junto a los míos por el deseo. Siento como su respirar absorbe cada uno de mis pensamientos obscenos.
_ No le permito
Intenté empujar su pecho con mis manos
_ Que no me permite que la persiga o que la bese aquí mismo? Dígame, para intentar cumplir su deseo
Sonó aún más sensual, mis labios no querían abrirse, pero de tanto pelear con mi cerebro, lo logré.
_ Necesito llegar a mi auto por favor
Sonrió, abrió paso para con una reverencia, señalarme el camino, el cual tomé con prisa. Llegué al auto, ignorando el resonar de su paso tras los míos. Me acomodé en él, arranqué el motor para tragarme la carretera sin despedirme.