Capítulo 5 ¿Cindy Lou o Grinch?

2128 Words
Ethan Observo a mi hija que parece decida a que hable, no hay una opción para evadir, no, acá es a todo o nada, algo así como tú hablas, yo escucho, pero hablas. Su nariz se arruga mientras paso el shampoo por su cabello, está con los ojos apretados, las manos hechas puños, la miré confuso, estaba seguro que no lo hacía fuerte, prácticamente confiado en que mis movimientos no podrían causarle daño, sin embargo, ella parecía estar sufriendo. — ¿Qué ocurre? ¿Te duele? - deje las manos quietas. — No, pero pensé que si - suspira - Mamá lo hacía rápido y un poco fuerte, a veces me tiraba el cabello - apreté mis dientes. — Quiero que me digas todo lo que hacía, iremos al médico a que te revise, tendrás que hablar con un doctor ¿Sí? - afirmó despacio. — No me respondiste - suspire. — Los adultos cuando están casados ven las partes privadas de su esposa o esposo, dependiendo que sea - enjuague su cabello. — ¿Cómo aparece un bebé? - carraspeo. — Bueno, cuando un papá y una mamá se quieren mucho, deciden encargarlo, es un proceso complejo, con algunos pasos que no entenderás bien ahora, pero que cuando seas grande - pensé un momento - Muy grande, vas a entender. - me miró. — Bueno - termine de colocar el enjuague. — ¿Desenredamos acá o cuando salgas? - negó. — Cuando salga - seque mis manos - Tienes que dejarme la ropa, no llegó a todos los cajones - afirme. — Bien, voy por ello. La deje sola para que se lavara el cuerpo, su toalla estaba colgado al lado del lavado, mis pies cruzaron el pasillo hasta llegar a su cuarto, todas las paredes eran blancas excepto una, en ella había una corona de princesa con su nombre abajo, los muebles de madera blanca, el guardarropas en la pared y la alfombra del suelo de un color beige. Abrí para buscar su ropa y la deje en su cama, su habitación se encontraba completamente ordenada, siempre lo estaba, las muñecas tenían su sitio, la casa de muñecas armada en un rincón, algunos peluches en los estantes del mueble de juguetes, todos acomodados perfectamente, me acerco para tomar uno de ellos. — ¿Qué haces? - mi cuerpo se sobresalta con su voz. — ¿Qué? - giro para verla y sus ojos van a mis manos. — ¿Por qué tienes a Teddy? - me observa con desconfianza - Es mío - estiró la mano. — Solo observaba tu pieza - se lo pase - Está muy ordenada - murmuró. Mi hija se sentó en la cama en silencio, observó la ropa, después a mí y a su peluche, estaba callada, mirando el suelo mientras sus pies colgaban un poco. — ¿Eso es malo? - la miré confuso - Puedo desordenarla, aunque la prefiero así - negué. — No, claro que no, tiene que estar ordenada, simplemente me parece extraño - su nariz se arrugó. — Tú lo eres - se bajó para dejar al oso - Si quieres un juguete puedes llevar esté - saco otro oso - Tiene cara de gruñón, pero es bueno. Levante mis cejas mientras lo miraba, era verdad, parecía estar enojado, la nariz rosada estaba algo gastada, el pelaje era marrón y pomposo, tenía dos círculos negros como ojos y corazones en las patas y panza, uno de ellos llevaba grabado las palabras “tócame”, lo apreté despacio y una voz de película de terror dijo “I love you”, esto era diabólico. — ¿No te gusta? - mire a mi hija. — Muy bonito - balbucee - ¿De dónde lo sacaste? - estaba seguro que no había comprado esa abominación. — Del mercado, estaba solo - se lo pase. — Creo que estará mejor acá - hizo una mueca. — Papi, aunque seas viejo puedes jugar y tener osos - la observe. — Yo no soy viejo - mueve la mano. — Sí lo sos - mira la puerta - Tengo que vestirme - señaló la puerta. — ¿Me estás echando? - afirma. - Okay. Me fui directo a la ducha, prendí el agua y pase frente al lavado para observar si necesitaba afeitarme, pase la maquina por mi rostro y me saque la ropa para meterme a bañar, mi cabeza estaba envuelta en un embrollo sin camino visibles, era como si estuviera en un laberinto sin salida, algo así como un bucle en el que iba y venía. Terminé mi ducha tranquilo y salí con la toalla enrollada en mi cintura, mirando el suelo hasta que unos pequeños pies me hicieron sobresaltar. — Mierda Denisse - jadeo. — Otra palabra - cruza los brazos. — Me has asustado - intenté justificarme. — Eres un viejo pero fuerte - señala mi cuerpo - Como los de la televisión - camino al ropero. — Puedes salir cariño, necesito cambiarme - me miró. — Claro, ponte abrigo - junté mis cejas confusas. — Hace calor - afirma. — Sí, pero te van a ver, no te pueden ver - abro la boca - Hasta acá - llevo la mano a su cuello y salió. Me quedé parado observando la puerta, ella acababa de decirme como me tenía que vestir, mi hija que en días cumpliría seis años me acaba de decir que me tenía que poner y que no. Tomé unas de mis remeras manga cortas, unos vaqueros y mis zapatillas, mi hija estaba en el sillón con un peine en su mano y unos colines, la observé un momento y ella a mí, sus ojos recorrieron mi cuerpo antes de ser rodados y que su boca produjera un suspiro de fastidio. — ¿Qué ocurre? - me dio el peine. - ¿Qué se supone que haga? — Peinarme - mire su largo cabello - Unas trenzas - mire su cabello. — ¿Dónde? - me miró. — Una acá y otra acá - relamí mis labios. — Mejor una coleta - me observo. - No sé hacer eso hija - pareció pensar las cosas un momento. — Una coleta - sonreí y ella también - Tendrás que aprender, tenemos que llevar trenzas a la escuela - eso no iba a ser bueno. Comencé a pasar el peine despacio por su cabello, sacando los nudos desde las puntas, subiendo despacio hasta que todo quede liso y listo para su atado, con mis dedos lleve el cabello hacía atrás, las puntas se vuelven a enredar mientras su cabeza sigue el movimiento de mis manos. Se queja y me disculpo, le pido el colín y trato de atarlo dejándolo en el lugar que corresponde, justo como había visto a las otras niñas, sonreí orgulloso cuando después de la tercera vuelta todo quedó perfecto. — Listo - Deni salió disparada al espejo y abrió la boca horrorizada. — Soy uno de los quién - tocó uno de los mechones que había quedado levantado. - Cindy Lou Quien — Creo que te da estilo - me miró furiosa. — De loca - levantó las manos - No, no, no salgo - se sentó en el sillón. — Tenemos que irnos, me han llamado del restaurante, tengo que atender algunos problemas - me miró furiosa. — Bien, pero no me bajó - tomó el peine, su bolso y salió de la casa dando pisadas fuerte. — Para ser mi primera vez, está bien - se subió en el auto. Me acomode a su lado mientras los vecinos nos observaban, toda la gente miraba en nuestra dirección, cada uno de mis vecinos de años, estaba observando lo que hacíamos y cuchicheando entre ellos. Pueblo chico, infierno grande. Aquellas palabras vinieron a mi mente como si nada, al parecer el rumor de mi separación se había corrido como pan caliente, lo sabía, supongo que la escena de ayer hizo lo suyo, ella en el medio de la calle, yo yéndome sin mirarla, era el boom para las cotillas del lugar, ahora todo el pueblo se enteraría de las nuevas condiciones familiares. Maneje sin prestar mucha atención a nadie, Deni trataba de desenredar un poco sus puntas mientras el cabello se soltaba un poco, la coleta se bajaba y más desarreglado quedaba, tenía razón, había hecho un pésimo trabajo, tenía que morar en esto o me odiaría hasta que pudiera hacerlo sola. Estacione en la parte trasera del restaurante, apague el auto y mire a mi hija que recogía las cosas antes de bajar de un sal, me baje con ella, ambos caminamos juntos antes de que mi hija saliera corriendo dentro del restaurante y se colgara de Lourdes. — Lulu, Lulu - se colgó a su cuerpo - Mira, mira - señalo su cabello. — ¿Qué te pasó? - la observo asombrada. — Ese hombre - me señaló - Mira, estoy horrible, como el payaso - suspira - Soy Cindy Lou - mi camarera comenzó a reír. — Tienes su estilo - levante las manos. — Ves, tiene estilo - mi hija me vuelve a mirar. — Estilo loca - dice molesta - Tienes que peinarme, péiname - mi empleada me miró. — Claro, no hay problema. Ambas se fueron a la parte de los vestidores, mi hija iba con una gran sonrisa mientras yo pasaba a la cocina donde mis empleados y la encargada estaban. Los pisos de baldosa blanca relucían, las ollas ya estaban en uso, los cuchillos colgados, las ensaladas a media preparación, todo se dividía por sectores, carnes, pollos, pescados, estaban completamente separados de las verduras. Los empanados se hacían en un sector apartado de todo lo demás para evitar contaminación ya que teníamos servicio para aquellas personas que no podían comer harinas. — Hola, buenos días - les sonreí — Buenos días jefe - hablaron todos a la misma vez mientras me observaban. — En estos días haré horarios más reducidos, lo que significa que tendremos que dejar algunas cosas hechas - aplaudí - Paul - mire a mi segundo al mando - Tendremos que organizarnos para que aprendas algunas de mis recetas, por las dudas que no esté y sean solicitadas - afirmó. - Mi hija estará por aquí más tiempo de lo normal - todos cambiaron su semblante. — Nos enteramos jefe - Paul junta sus manos - Hablo en nombre de todos cuando le decimos que lamentamos mucho lo que ocurrió - sonreí sin ganas. — Forma parte de la vida - suspiro - En fin, mientras encuentro una niñera, las cosas aquí serán un poco más complicadas, mi prioridad es mi hija - afirmaron - Ahora, vamos a la obra. Todos volvieron a sus puestos, dejando todo más o menos cocido, en otra de las esquinas, Sonia preparaba las pastas del día, iban desde fideos hasta preparaciones más complejas, siempre eran dos o tres en aquel sector, era mucha cantidad y no tanto tiempo. Pase preguntando cómo estaban, si necesitaba algo o si había alguna inquietud en la cual pudiera ayudarle, para mí era importante mantener un ambiente de trabajo relajado y agradable, los problemas se hablaban y si alguien era muy problemático o no encajaba, las cosas quedaban ahí, no quería conflictos. — Ethan ¿Podemos hablar? - Pia me sonríe desde la puerta que da a mi oficina. — Claro - caminé hasta allá y entramos. Pasamos tranquilos ella primero y yo después, no me senté, simplemente me apoyé contra el escritorio mientras la miraba un momento, sus ojos recorrieron mi cuerpo entero, algo que me puso algo incómodo, sobre todo porque Pia nunca me había mirado de esa manera. Dio un paso más hacia mí y cruce mis brazos, sonrió coqueta antes de que su mano se apoya sobre mi brazo, desvíe mi vista hasta el toque y luego la observe. — Ethan, lamento mucho lo qué ha pasado - no parecía muy sincera - Me entere que ella se fue, no puedo creer que te dejara a ti y a la hermosa Deni solos - niega - Quiero que sepas que cualquier cosa que necesites - el tono sugerente de su voz me dijo que no se ofrecía para ser niñera. - No dudes en pedírmelo, estoy para ayudarte en cualquier necesidad. Abrí mi boca para responder, pero el sonido del líquido cayendo, su jadeo y el piso lleno de malteada captaron completo mi atención, Pia se alejó de mí y levanto las manos mientras su ropa y pantalón goteaba rosa y crema, desvié mi vista hasta la pequeña que la observaba con la boca abierta. — Ups, lo siento - miro su ropa - Me tropecé - elevé una ceja y me sonrió.
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