Lloras De masiado

1000 Words
Terminando de suturar los múltiples agujeros que cubrían el pecho del guardia me quedaron dos que estaban en la parte inferior de su vientre y que aún tenían las balas dentro cubrí las demás heridas con vendas y apósitos desinfectados el guardia ya estaba despierto por completo así que tenía que estar atenta a cualquier movimiento que hiciera sus compañeros aún estaban junto a él por si necesitaban sujetarlo, pero las heridas estaban dormidas con anestesia local o por lo menos algo cuando me preparaba para quitarle las balas un guardia entro con una bolsa de plasma y una bolsa de suero fue grande mi sorpresa que mis ojos se abrieron grandes no pregunte nada solo tome la abolsa en mis manos y comencé a prepararla para colocarla en el guardia Coloqué un torniquete en el brazo del guardia y le puse una cánula por donde correrá la sangre y el suero. Los coloqué y comencé a quitarle el aire al tubo de la sangre. El guardia en la mesa me observaba con detención y nuestros ojos se cruzaban por momentos de a ratos. Un bostezo salía de mi boca. ¿Te ves muy cansada, doc., acaso no duermes? —preguntó el guardia acostado, algo divertido por mi somnolencia. En respuesta clave, la aguja en su brazo y conecté las vías de sangre y suero, haciéndolo chillas como una nena por la poca presión que puse para conectarlo. —Para haber recibido tantas balas y convertirte en un colador, lloras demasiado, dije burlándome de el su rostro se puso serio causando la risa de todos en la sala me volví a su herida abdominal la limpié con pervinox e introduje mi dedo índice haciendo que se retorciera de dolor sus compañeros actuaron de inmediato y lo sujetaron introduje aún más mi dedo haciéndolo gritar moví mi dedo de un lado al otro buscando la bala cuando di con ella introduje mis pinzas de presión siguiendo mi dedo la sujete y lentamente junto a mi dedo la fui retirando de él hasta que estuvo completamente afuera —¿La quieres de recuerdo?—le? - le pregunté al grito de la mesa. —Sí, para metértela en la cabeza, maldita perra—. Gritó el adolorido muchacho. — Ja, ja, ja, aguanta un poco más, sacaré la otra y trata de no moverte tanto si le dije algo burlona. —Sí, sí, claro, como si pudiera tú no tienes una bala dentro de ti, dijo casi a gritos por el dolor. -no, no tengo una bala en mi abdomen, pero sé lo que se siente que te disparen y te la quiten de esta manera solo que cuando me lo hicieron a mí no había anestesia local fue dentro de un ascensor y no teníamos ninguna materia solo una tijera y las manos de mi compañero - dije sin mirar al caballero que había quedado en silencio por mi declaración Sin duda, dejé a todos sorprendidos por lo que había dicho que nadie se atrevió a comentar o burlarse. De nuevo hice lo mismo con la otra bala y esta vez se mantuvo quieto y no se movió ni gritó. De veras le había dolido el ego. - doc., ¿por qué le dispararon?—preguntó uno de los guardias a mi alrededor. - mi primer día en el hospital había llegados varios casos de disparos algún tipo de robo o algo así la verdad ya no lo recuerdo casi terminando de atender al último paciente de bala entro un hombre con una metralleta y disparo contra toda la sala de urgencias el deber de un médico es de proteger y servir en ese omento estaba con una niña así que solo cubrí a la niña con mi cuerpo y corrí hacia un lugar lejos de las balas no fui la única que hizo algo así con su paciente así que en su momento no lo pensé al llegar al área infantil deje a la niña en una camilla y solo recuero que estaba volviendo al piso de guardia para ayudar cuando mi compañera noto la sangre de mi costado cada vez que se emite una alerta en el hospital todos los ascensores se traban en el piso que se encuentran para evitar más daños quedamos encerradas ahí y yo comencé a perder mucha sangre caí al piso y ella me quitó la bala para cuando las puertas se abrieron ya me había desvanecido - dije mientras terminaba de cortar la última sutura y limpiar la herida todos seguían en silencio tape las heridas con apósitos y vendas llene una jeringa con medicamento y antibióticos y le pedí a los chicos que lo voltearan un poco le baje el pantalón del lado de la nalga y lo pinché masajee un poco la zona y comencé a limpiar mis cosas mire hacia el señor Romano quien estaba de brazos cruzados mirándome muy atentamente cada acción que hacía —¿Alguien más necesita que lo suture o que revise?—le pregunté al señor romano, quien solo esbozó una pequeña sonrisa en su rostro. Lo observé mientras él pensaba alguna respuesta a mi pregunta. Terminé de juntar mis cosas y guardarlas en mi bolsa, me quité los guantes y los tiré en la basura junto a las gasas usadas antes y las jeringas. - Bueno, hay un paciente más, pero me temo que este paciente te hará renegar más que este llorón. ¿Estás segura de que quieres atenderlo? —preguntó un poco dubitativo. —Ya estoy aquí, no veo por qué no hacerlo —dije tomándome mi bolso. Caminé detrás de él por unos largos pasillos, me llevó hasta la gran puerta doble de madera oscura, tomé las manijas y abrió quedando del lado de afuera, se hizo a un lado y me dio el paso para que entre dentro —Buena suerte,- dijo algo risueño. —Gracias, creo,- le dije frunciendo el ceño y entrando en la gran habitación algo tímida.
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