Señora Jefa

1000 Words
Salí detrás del guardia me guío hacia un lujoso auto n***o con vidrios polarizados me abrió la puerta de atrás y me indico con la cabeza que entrará me senté en el medio porque del lado de la puerta había un hombre vestido de traje igual de grande que el que me busco dentro del hospital antes de arrancar el viaje el conductor se volteó y muy amable me entregó una bolsa de tela negra —Lo lamento, señorita, pero necesito que se coloque esto en la cabeza. El lugar al que vamos es confidencial y no queremos exponerla más de lo necesario— me explicó el conductor muy amable. Asentí con la cabeza y me coloqué la bolsa de tela en la cabeza, permanecí inmóvil mientras el auto arrancaba hacia quién sabe. Al llegar, el hombre a mi izquierda me ayudó a bajar del auto y me guío dentro de algún lugar. Cuando me quito la bolsa, el señor romano estaba frente a mí, golpeado y lleno de sangre antes de que pudiera decir algo. Me señaló hacia un chico que estaba sobre una mesa. —Yo estoy bien, querida, él es la prioridad, ahora no lo dejes morir — me detuvo antes de que preguntara lo obvio. Me coloco su mano en la espalda y me acerco al cuerpo del hombre estaba pálido deje mi bolso en una silla junto a mí y saque de él guantes descartables y me los coloque tome unas tijeras de mi bolsa y corte las vendas que había en su pierna derecha al descubrir la herida un chorro de sangre salió disparado a mi rostro volví a tapas la zona con mi mano y algunas gazas Mire a mi alrededor y junto a mí había un guardia muy atento a todo lo que hacía —Tú dame tu cinturón — le ordené. Se acercó a mí y me lo entregó. Se estaba por alejar cuando lo tomé por el brazo para que volviera a colocarse a mi izquierda. —Quédate, levántate, si pierna pasa el cinturón por debajo y quiero que lo aprietes lo más fuerte que puedas, no te contengas — le expliqué lo que haría. Levanté su pierna y él actuó muy rápido al apretar su muslo por encima de la herida hizo que el chico de la mesa reaccionará un poco lo que hizo que se moviera un poco el guardia comenzó a apretar más y más el cinturón en su pierna haciendo que él se intentará levantar gritando del dolor mire a los demás hombres a nuestro alrededor —Sujeten si cuerpo que no se mueva — les ordené a todos quienes no tardaron nada en obedecer. —¿No hay manera de dormirlo?—preguntó uno de los guardias, un poco alterado por los gritos de su compañero. Corrí hacia mi bolsa y saqué un bote de vidrio y una jeringa, la cual comencé a llenar del líquido. —No, no hay ninguna anestesia que lo duerma sin matarlo, solo tengo esta anestesia local, ustedes no lo suelten —les expliqué lo más calmado posible. Quité la venda y comencé a pinchar dentro de la herida, causando que el chico gritara desconsoladamente y se enloqueciera, queriendo salir corriendo y sacarse de sus compañeros. Se desmayó del dolor y eso me dio un poco más de tiempo para trabajar en su herida tome mis pinzas de presión y sujete la vena principal que Hera la que estaba lesionada la sujete por arriba y por abajo dejando el corte en medio corte por completo la circulación de la pierna así que eso me daba unos pocos minutos para sutura antes de que la pierna ya no sirva comencé a coser con suturas absorbibles la vena, mis manos comenzaron a temblar un poco, causando que el guardia que estaba sujetando el torniquete me mirara con desconfianza. —Espero que sepas lo que haces —su tono sonó muy amenazante y fue más una advertencia que otra cosa. —Soy jefa de residencias hace tres años, gané dos premios lasker por innovación médica y tengo el mejor promedio de toda la universidad, así que sí sé lo que hago — le recriminé muy enojada por su comentario. —Entonces, señora jefa, ¿por qué tiemblan las manos? ¿Acaso tiene miedo? — dijo en forma de burla y en un tono sarcástico. —quiero verte a ti cosiendo una de las venas más importantes del cuerpo con poca luz en una mesa que es casi el doble de alta que tú con más de veinte hombres viéndote hacerlo en circunstancias poco higiénicas y con pocos recursos si quieres me voy y tú lo haces a ver si a ti no te tiemblan las manos —le recrimine ya cansada y enojada por su estúpido sarcasmo —Bien terminé de suturar, ahora quitaré las pinzas y poco a poco quiero que vayas soltando el torniquete. Lentamente, veremos si hay alguna fuga en la costura. Usted sujétalo, puede que despierte, y si eso pasa antes de que suture, la herida le dolerá — todos asintieron en silencio. Poco a poco el guardia soltó el torniquete y efectivamente no había fugas. Cosí la herida y la cubrí. A los segundos despertó, miró su torso y estaba lleno de impactos de balas, lo revisé y solo dos habían quedado dentro de el —¿Gua, en serio odias vivir o solo querías saber que se siente ser un colador?— dije mirando la cantidad de impactos que tenía. No me sorprendía que estuviera tan pálido, todos rieron por mi comentario. —Si pueden conseguir sangre seronegativa o del tipo de él, sería de mucha ayuda. Perdió demasiada sangre, pude salvar su pierna, pero no servirá de mucho si muere. Tiene muchas heridas y todas sangran — le pedí a uno de los guardias que me observaba. Cargue nuevamente la jeringa y comencé a pinchar las heridas de bala para dormir las zonas y trabajar tranquila.
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