Mis ojos se abrieron y mi cabeza emitió un zumbido que hacía que mi cabeza palpitara, mi cuerpo está boca arriba así que rodé sobre mi espalda y me puse de lado para impulsarme y poder sentarme, mis muñecas estaban sujetas con cadenas y toda mi ropa había desaparecido menos mi ropa interior, tire de las cadenas las cuales estaban sujetas a la pared, cuando estaba por entrar en pánico una voz me susurro desde una oscura esquina.
—Será mejor que te quedes en tu lugar tranquila si no quieres que te azoten—
—Yo no debería de estar aquí, no puedo estar aquí, debo salir— dije entrando en pánico
— Ninguna de las que estamos aquí debería de estarlo, pero crees que aquí estamos y debes comprarte, haz silencio si no quieres pasarlo mal—
Antes de poder contestarle, se abrió la única puerta de la habitación de un golpe, dejando entrar a tres hombres enormes con cosas parecidas a palos en sus manos.
—Vaya, vaya, al parecer la bella durmiente se ha despertado, ¿durmió bien su alteza?—El hombre parado en la puerta preguntó con sarcasmo.
—Déjenme ir, por favor, yo no debería de estar aquí— Supliqué
Uno de los hombres se acercó a mí y me dio una descarga eléctrica con el palo, mi cuerpo se contrajo de dolor por la descarga haciendo que caiga de rodillas apoyando mis manos sobre el húmedo suelo trate de luchar por respirar normal, pero mi cuerpo seguía reacción a la electricidad el mismo hombre se arrodilló frente a mí y levantó mi barbilla con el palo para que lo mirara a los ojos.
— Pagué mucho dinero por ti, así que me debes. Si quieres irte, deberás devolverme todo mi dinero, de lo contrario te quedarás —dijo muy risueño acomodando un mechon de mi cabello detrás de mi oreja.
—Yo no tengo dinero ahora, pero si me dejan hacer una llamada puedo conseguirlo— no pude contener más las lágrimas.
El hombre agachó la cabeza y clavó el palo en mi estómago, dándome una larga y dolorosa descarga. Mi cuerpo dolía y mi rostro cada vez se mojaba más por mis lágrimas.
—Tu esposo me advirtió que eras rica, pero jamás creí que me lo regresarías en la cara, si quieres ganar dinero y pagarme tu deuda trabajarás para mí, si no lo haces la hermosa bebé que trajiste contigo será la que me pagué tu deuda, tú eliges princesa.—Dijo volviendo a darme otra descarga esta vez en mi muslo haciendo que mi cuerpo tiemble, haciendo que me desmaye por el dolor.
Me estaban llevando en brazos por un largo y oscuro pasillo, mis ojos se abrieron poco, ya que aún seguía aturdida, guie mi cabeza hacia el frente para ver hacia donde íbamos y una escalera apareció frente a nosotros, traspasó la puerta y la luz del exterior me encegueció obligándome a cerrar los ojos con mucha fuerza, entramos en una habitación y me tiro sobre una cama muy dura que solo tenía una sabana por encima aún mis manos seguían atadas esta vez con una tira de plástico.
— ¿Qué hago aquí?, ¿Qué harán conmigo?— Me senté en la cama sobre mis rodillas y miré con atención al hombre que buscaba algo en un ropero en la habitación.
—Me debes dinero, y si quieres irte deberás devolverme mi dinero, como tú no tienes mi dinero aquí contigo deberás trabajar para mí y si te reúsas la pasarás realmente mal aquí así que lo que te recomiendo es que cooperes— dijo arrojándome una tanga negra, una pollera cuadrillé roja supercorta y una camisa blanca que solo cubriría mis senos.
—¿Qué se supone que tengo que hacer?—pregunté un poco confusa por la ropa.
—Tu marido dijo que eras muy buena bailando, así que bailaras en un club de stripper y si me dan una buena suma te acostarás con algunos clientes— corto la tira que sujetaba mis muñecas con un cuchillo.
—¿QUÉ? NO HARÉ ESO, NO PUEDES, OBLIGARME, NO, DEJAME IR— Le grité en la cara mientras trataba de alejarme de él para salir por la puerta.
Corrí, pero antes de que pudiera tomar el pomo de la puerta su mano sujeto mi muñeca y me empujo contra una pared golpeando fuerte mi espalda contra la dura superficie, cerré mis ojos por el dolor que sentía en mi espalda, él me sujetó fuerte del cuello levantándome un poco del suelo dejándome el suficiente aire para que me mantuviera alerta a lo que me diría.
—Tú harás lo que yo te diga que debes hacer, no te quejaras, no lloraras, serás una buena niña y atenderás a los clientes con una sonrisa y buena disposición, porque si no lo hace comenzaré a enviarte pedacitos del bebe si no me crees te traeré un dedo si quieres— susurro en mi oído haciendo que de mis ojos caigan lágrimas sin parar.
Me soltó y me indico que me ponga esa ropa, las lágrimas caían de mi rostro sin qué yo pudiera detenerlas me puse esa diminuta ropa bajo la fría mirada de ese hombre cuando termine me saco de la habitación y me llevó a otra donde había muchas chicas maquillándose, me empujó dentro una mujer se me acercó y me tomo del brazo hacia una silla sentándome a la fuerza.
— Péinenla, maquíllenla y pónganle unos zapatos déjenla bien, ella será la que abra el espectáculo hoy en la noche, veremos que tan buena es esta zorra y si te comportas puede que te dé unos lindos zapatos que sean solo tuyos— las chicas comenzaron a trabajar en mí mientras la mujer se ponía a hablar con el hombre que me arrastro hacia ahí.
— Será mejor que dejes de llorar o la señora Raquel te dará razones para llorar—.