Tenga Piedad

1000 Words
Me arrastraron detrás de un escenario, la señora Raquel tenía una aguja con la que me pinchaba cada vez que me negaba a caminar. —Caballeros, permítanme presentar a una recién llegada, ella es hermosa, tiene una figura de ensueño, una sonrisa divina y es muy hábil, les presento a cielo — El presentador dio comienzo al espectáculo, causando el aplauso y silbido de los presentes. —Muy bien, niña, costaste mucho dinero, así que te conviene hacerlo bien, ve y baila para esos hombres.— me empujo Raquel haciendo que subiera las escaleras del escenario. Quise negarme, pero algo me decía que no estaban jugando. Acomodándome en medio del escenario las cortinas se abrieron y la música comenzó a sonar, las luces de los reflectores me abrumaron haciendo que me duelan los ojos, los aplausos se volvieron abucheos al ver que no me estaba moviendo, mire hacia atrás y Raquel tenía en sus manos uno de esos palos eléctricos baje mis manos hacia mis muslos y comencé a subirlos por mis costados moviéndome de un lado hacia el otro en un pequeño baile. Lentamente, comencé a bailar y los abucheos se tornaron en silbidos y aplausos lentamente comencé a contocionarme y bailar para esos asquerosos hombres, volví a mirar a Raquel la cual me indico que estaba conforme con lo que estaba haciendo al final del escenario había un tubo, gatee hacia él y comencé a usarlo para bailar cuando la música termino las luces se apagaron y salí del escenario volviendo detrás de la cortina. Raquel dio unos aplausos lentos con evidente sarcasmo, me indicó con la cabeza a dónde debía ir, Caminé lentamente, aún quería salir corriendo de ahí, pero a donde mirara había un guardia vigilando todo en el lugar. — Bien, ahora, cámbiate y ponte este conjunto de doctora, tienes un cliente en la habitación, tres esperándote— dijo Raquel siguiéndome por detrás. — NO, YO NO PUEDO HACER ESO, NO SOY UNA PROST...— sin poder terminar lo que iba a decir, Raquel me dio una gran bofetada. — Tú harás lo que yo te diga si no es que lo quieres pasar en el sótano amarrada entre la humedad y las ratas, siendo cogida por los guardias las veces que a ellos le plazca— me tomó del brazo llevándome a la habitación en la que debía ver al cliente. Sujetando mi mejilla, caminé con ella llevándome hasta quedar frente a la puerta tres antes de entrar, Raquel me puso en un costado y me habló al oído. Mostrándome el palo que llevaba en la mano. — Entrarás ahí con una sonrisa y buena disposición, harás todo lo que el cliente te pida, no pondrás objeción a nada, así sea que te cortes un dedo frente a él, lo harás. Estos clientes pagan bien y, si lo haces bien, podrás salir rápido aquí — dijo mientras volvía a acomodarme frente a la puerta. Dio un golpe en la puerta. Un hombre robusto y desagradable abrió la puerta, lamiéndose los labios, mirándome de arriba a abajo. Se corrió de la puerta. Raquel me dio un pequeño golpe en mi costado, haciendo que vuelva en mí y que lentamente entre en la habitación. El hombre cerró la puerta y colocó sus asquerosas manos en mis hombros, apretando un poco. — Te han dicho que eres una mujer muy bella, casi un ángel, lástima que estés aquí— su asqueroso aliento estaba sobre mi hombro y podía sentir su cuerpo caliente cerca de mí. — Entonces tenga piedad de mí y ayúdeme a salir de aquí— le dije en broma esperando que se volviera realidad y él o alguien me ayudará a salir de ahí. — Ja, ja, ja, y si yo te sacara de aquí, ¿dónde encontraría ese rico trasero?—dijo dándome una nalgada. Se alejó de mí unos pasos hacia una mesa donde había licores y se sirvió un vaso el cual lo tomó de un sorbo. Era realmente repugnante, su camisa estaba abierta en su pecho, dejando ver su pecho repleto de bellos. Todo su cuerpo estaba sudado, era repulsivo. Se volteó y me miró de arriba a abajo. —Quiero que te quites la ropa y te acuestes boca abajo sobre la cama— dijo el asqueroso hombre, lamiéndose los labios. Bajo su intensa mirada me comencé a quitar la corta falda, la cual no tardó mucho en terminar en el suelo. Luego comencé a desatar el nudo que tenía mi camisa y la quité dejando mis senos al aire. Seguí con la diminuta tanga. Una vez desnuda frente a él, caminé con mis tacones altos hacia la cama y me recosté boca abajo. Él caminó hacia mí y empezó a lamer y besar mis piernas subiendo poco a poco hasta llegar a mi espalda donde comenzó a morderme. — Auch eso duele, pare, por favor — trate que dejará de hacer eso. Enojado tomó su cinturón y se lo quitó junto con sus pantalones, coloco su asqueroso m*****o en mi entrada y antes de que pudiera meterlo paso su cinturón por al rededor de mi cuello apretándolo dejándome sin aire. —Después de esto no tendrás ganas de hablar, zorra— apretó más el cinturón e introdujo su m*****o en mí. Tiro del cinturón hacia atrás, dejándome sin aire. Mientras yo luchaba por aflojar el cinturón en mi cuello para poder respirar, él me embestía, aplastando mi cuerpo con su peso. Sentía que me estaba por desmayar cuando quitó el cinturón de mi cuello y comenzó a golpearme el trasero con él. —Grita para mi zorra, grita— me ordenó. No tenía fuerzas para luchar, solo caían lágrimas de mis ojos porque sus movimientos me causaban dolor, tanto que creía que no podría caminar. Luego de esto, hice lo que me ordenó, grité para él. Cuando acabo volvió a ponerse la ropa y limpiándose el sudor que brotaba de su frente salió de la habitación dejandome sola.
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