#4
El encuentro de sus labios dulcificó al tiempo que ya parecía detenido, sus lenguas entrelazaban el deseo de ambos, hasta que él interrumpió suspirando.
__ Discúlpame.
Es todo lo que dijo mientas se levantaba, dejándola prendida con ese beso, su corazón se estremeció de confusiones hasta que vio a los tres hombres que se acercaban a ellos.
__ Dame las llaves del auto.
__ ¿Por qué tendría que darte las llaves de mi auto?
__ ¡Porque te estamos robando idiota!
El pánico se apoderó de Sara cuando uno de ellos se abalanzó por detrás de Alez, prendiéndose del cuello, como si fuese un lobo rabioso, pero Alez no perdió el equilibrio, y logró liberarse de un codazo en la costilla de su agresor, aprovechando su libertad para rematarlo de una trompada en la mandíbula.
El segundo de ellos logró golpearlo directamente en el rostro, haciendo que Alez tambalee un poco y permitiendo que el asaltante le acierte unos golpes en el pecho; Pero Alez, insistiendo de furia no cae, y le devuelve los golpes con tanta fuerza que el otro simplemente cae desmayado al suelo.
El tercer hombre agarró a Sara y puso una navaja sobre su cuello, ella sintió el punzante cuchillo rozar su delicada piel, el pánico y temor invadió a ambos.
__ Está bien suéltala y te las daré.
Sacó las llaves del bolsillo y estiró su brazo.
__ Lánzalas cabrón.
__ ¡Está bien, está bien! Te doy las llaves y le sueltas.
__ No puedes decirme qué tengo que hacer, imbécil.
Entendiendo la seriedad del asunto, Alez lanzó las llaves cerca de los pies del ratero, él hombre cogió a Sara del cabello.
__Recógela.
Sara obedeció con la velocidad del miedo, la tomó en sus manos y se las dio a los otros dos, quienes abrieron el auto y le dieron arranque. El que tenía a Sara con la navaja la empujó, haciendo que ella caiga en los brazos de Alez. Subió a toda prisa y se marcharon.
Alez observó idiotizado, cómo su auto partía sin él, casi sin reacción vio cómo se apoderaban injustamente de su fuente de ingreso, quiso correr pero le pareció inútil.
__ Mierda, también se llevaron mi móvil que está en el auto.
__ Oh alez, ¡cuanto lo siento! Para colmo aquí no traje nada conmigo, estamos sin nada para comunicarnos.
Él cerró sus ojos y suspiró atormentándose de a poco, apenas estaba pagando su auto, la deuda aún no había llegado a la mitad del total, se llenó de impotencia, busco una UPC y procedió a poner la denuncia.
Eran las tres de la mañana cuando salieron de UPC, la noche estaba helada y sus cuerpos empezaban a resfriarse.
Mientras caminaba metió mano a su bolsillo, encontró el cambio grande de dólares, que siempre separaba de su billetera, en el auto solo había quedado el cambio con los billetes chicos.
__ ¿Quieres ir hasta ese hotel?
Sara miró el lugar, no era de su clase, era un motel donde los amantes se escondían para traicionar a sus esposos o esposa.
__ No... esperaré un taxi que me lleve hasta el valle, pagaré cuando llegue.
No pasaron cinco minutos cuando apareció un taxi amarillo, procedió a detenerlo y aquel hombre le miró desde los pies a la cabeza.
__ ¿dónde quiere ir?
__ A Cumbaya.
__ Lo siento no bajaré hasta allá, además por lo que veo no tienes dinero__ dijo mientras le señalaba la ausencia de una cartera y teléfono.
__ Te pagaré cuando llegue.
El taxista ni siquiera le respondió, simplemente dio arranque al carro y desapareció.
__ ¡Estúpido! ¡por eso que elegimos Uber, por el buen servicio que nos brindan!__ gritó para que él hombre del taxi amarillo escuche.
__ Entonces llama un Uber Zorra__ gritó el hombre del taxi.
Alez les observo mientras se insultaban, quiso sonreír pero contuvo la risa.
__ Yo me quedaré en ese hotel, me alcanza para una habitación y necesito descansar ya. Así que si deseas puedes venir__ dicho eso se alejó dejándole ahí, el frío que sentía le orillo a buscar un lugar cálido.
__ Espera fortachón, voy contigo__ respondió Sara yendo tras él, aunque no le agradaba la idea, termino aceptando, era mejor ir tras ese apuesto hombre, a quedarse en la calle sola y que intenten violarla.
Alez pidió una llamada a la recepcionista y llamó a su tía, para informarle que no llegaría a casa.
__ ¿Quién?__ preguntaron desde el otro lado del teléfono.
__ soy yo tía.
__ ¿Qué sucede Alez? ¿por qué no llamas desde tu teléfono?
__ Porque se está cargando, solo llamaba para decirte que no llegaré esta noche.
__ Bueno hijo, cuídate.
Colgó y subieron a la habitación, Alez se adentró a la ducha para bañarse, al abrirla se encontró que el hotel no tenía agua caliente, aún así se bañó con el agua helada que azotaba su piel. Desde la cama Sara lo escuchó quejándose,y no ocultó unas risas adivinando el porqué de los quejidos.
Al salir le vio temblar, observo detenidamente su cuerpo mojado, lamió sus labios y lo mordido a la misma vez que suspiraba. ¿qué diablos le estaba pasando? se preguntaba así misma.
__ Dormiré en esa silla para que descanses bien.
Alez agarró una cobija y se abrigó, ella le contempló detenidamente, suspiró al verlo temblar, sin saber el por qué.
__ Ven, puedes dormir de ese lado...
__ ¿Estás segura? __ se animó a preguntar Alez con su quijada temblorosa.
__ Sí.
Sin pensarlo dos veces, Alez se adentró a la cama, la cual estaba más cálida y se trató de calentar bajo el grueso plumón dándole la espalda a Sara.
El peso del sueño ya había cerrado sus ojos y Alez estaba casi dormido, pero su corazón se detuvo cuando sintió que las delgadas manos de Sara dibujaban los cuadros de su abdomen.
__ ¿Qué haces?__ preguntó totalmente exaltado.
__ Trato de que entres en calor.
__No hace falta que me toques para entrar en calor ¿Sabes?
__Claro que sí__ respondió ella acercándose.
Entonces se dejó llevar y recibió las caricias de Sara, entrelazaron sus miradas y sintió como se iba perdiendo lentamente en la profunda oscuridad de los ojos de ella. Buscó su rostro y cerró sus ojos para besarla apasionadamente.
El ardor del sexo comenzó a desatarse en ambos, Sara jamás había estado con nadie, una vez lo intentó con Franco, pero al sentir contacto con la piel de él, desistió.
En cambio con Alez era diferente, al rizar la piel de él se éxito con rapidez, pronto sintió la humedad en su intimidad, él entró en calor rápidamente.
Los besos subían de intensidad, agitándoles la respiración, desistió de continuar.
__ ¿Qué pasa?
__ Me parece que no es correcto, ni si quiera somos novios.__ su respiración era agitada ella se sentó y lo besó__ ¿Quieres ser mi novio? __ Alez suspiró y sonrió.
__Me gustas, me gustas mucho__ la besó y se trepó sobre ella, seguido sacó su blusa.
Las caricias de Alez quemaban su piel, provocándole un placer que casi no podía soportar. Sabía que estaba cometiendo un error pero no podía parar, su cuerpo necesitaba entregarse a él, apenas lo había conocido, sin embargo eso hombre le provocaba un deseo ardiente.
Al rodar su pantalón cerró los ojos, luego sintió a Alez acariciando su cuello. Al estar sus cuerpos completamente desnudos, se dejó llevar, su excitación había rebosado sus límites.
Pronto sintió la dureza tropezar en su delgada tela de virginidad.
Alez tragó grueso y se detuvo.
__ ¿Es tu primera vez?
Ella le besó y susurró a su oído, rebalsada por el deseo.__ Continua.
Habló tan cerca del oído, que su aliento hizo despertar todos los bellos de Alez.
Él se levantó después de pensarlo bien, suspirando envolvió una cobija en su cintura y buscó su ropa.
__¿Qué haces? ¿Piensas dejarme así?
__ …
__¡Contéstame!
__Lo siento, pero creo que es muy apresurado esto.
__ ¿Qué dices?
__ Escucha, me gustas y te deseo pero no acostumbro aprovecharme de nadie, tu virginidad es algo valioso y creo que te debes entregar al hombre con quien te cases.
__ Eres impotente ¿verdad?, por eso te dejo tu ex.__ gruño Sara mordiendo su labio llena de rabia.
__ ¡Piensa lo que quieras! Te haría mía una y otra vez si supiera que te tendría toda la vida__ Respondió Alez se lo dijo tan cerca de ella que sentía que no podía contener sus ganas de poseerla.
__¿Entonces qué esperas para hacerme tuya? __respondió Sara besándolo nuevamente.
Él se sentía tan excitado, pero apretó la cabeza de ella y la alejó.
__Hoy, no será ese día.__ respondió entre suspiros.
Se adentró al baño y salió cambiado. Eran las 4:30 a.m. cuando salió del hotel, se encaminó hasta llegar a la estación del Río Coca.
Sara se sintió rabiosa ¿Cómo se atrevía ese muerto de hambre a dejarla con todas las ganas? Franco no desaprovecharía semejante oportunidad, y el imbécil de Alez la había rechazado.
Suspiro al recordar que él, recorrió su cuerpo desnudo, besó cada parte de su piel, pero no pudo penetrarla, estaba furiosa, otros hombres darían todo por ser el primero en su cama, pero Alez, simplemente se había ido y la había dejado con todas las ganas.
Él llegó a casa muy temprano, subió hasta la habitación donde se abalanzó sobre su cama recordando el momento en que estuvo a punto de hacer suya a Sara.
No quería enamorarse de alguien como ella, era millonaria mientras que él era un simple chófer de Uber, alguien ganaba poco dinero y trataba de superarse a diario.
Se quedó dormido soñando con su piel, navegando en su tacto de hembra virgen y anhelando el encuentro. Durmió tan profundamente que desperté recién a las doce del mediodía.
Nadie lo vio llagar, cuando su tía entró a la habitación lo encontró durmiendo profundamente, tratando de no hacer ruido, recogió la ropa sucia y salió de la habitación, Alez era un muchacho trabajador, se sentía orgullosa de él.
Sara también llegó temprano, desde el hotel pidió un Uber, lo pudo hacer en la noche, pero prefirió quedarse con Alez, no sabía por qué, pero deseaba a ese hombre. Al llegar se encontró con su padre en las gradas.
__¿De dónde vienes? ¿Por qué no amaneciste en casa?
__ Tengo veintitrés años, que no se te olvide__ respondió mientras se encaminaba a su habitación, estaba muy enojada, porque en realidad su orgullo de ser una mujer deseada, se había hecho trizas con un hombre la había dejado desnuda y en celo.
__ ¡Más respeto al hablarme! ¡Sin importar la edad que tengas, nada te da derecho a responderme como se te dé la gana!__ Arturo estaba estallando de la rabia.
__ ¡Está bien disculpa!
Llegó y se acostó sobre su cama, tenía tanto sueño, y sin embargo aún estaba encendida en deseo por Alez.
¿Qué te pasa Sara? Se dijo a sí misma. Recuerda: es un pobre hombre que simplemente, no resistió tu hermosura. No es de tu misma clase social, no puedes enamorarte. Además, solo es un juguete con el cual haremos pagar a Franco.
__Verdad, tienes razón...__ respondió en voz alta en la soledad de su habitación.
__¿Con quién hablas mi niña? __preguntó Roma mientras acomodaba una ropa de Sara.
__ Con mi otra yo, nanita.
Durmió largo rato, hasta que a la una de la tarde su padre le fue a despertar.
__ vamos, levántate, tenemos que ir al entierro de tu amiga.
__No iré.
__ ¡Ya basta Sara!__ gritó enfadado Arturo __Vas a ir y punto.
__ No puedes obligarme.
__ Claro que puedo... ¡vístete!__ gruñó mientras lanzaba un vestido n***o sobre la cama de su hija.
Ella le miró enojada
__Si en quince minutos no bajas, subiré y te llevaré arrastras hasta el velorio.
Sara se levantó y lanzó fuerte la puerta de su vestidor ¿Quién se creía su padre para obligarle a ir donde no quería?
Bajó justo cuando su papá estaba por subir, se había cubierto el vestido con un enorme saco que llegaba hasta sus rodillas, con la lluvia que caía, le fue apropiado ponerse el largo saco.
Se adentró al auto muy enojada, y no dirigió la palabra a su padre hasta que llegaron al cementerio.