En el transcurso no paraba de pensar, todo lo que creía era una falsa. La casa está en manos de O’Sullivan, lo que me enerva es que la utiliza para sus negocios de trata humana. Me encoleriza nada más imaginarlo. Un sitio que me trae tan buenos recuerdos y lo han manchado esos hijos de putas. —Te quedarás calvo de tanto pensar y competirás con el perro traidor —susurró Joa y sostiene mi mano fuerte. —Todo se ha vuelto a poner confuso. —Lamento decirte que huelen muchas más mentiras y debemos desempolvarlas. Aunque sean dolorosas —susurro mi chica con nuevo look, su cabello ha crecido un poco y se lo peina de lado y su color es violeta. —¡Estoy de acuerdo, mi chica camaleónica! Me regala una sonrisa y logra hacerme sentir con suerte de tenerla. Todos entramos por la puerta trasera de