Camino hacia uno de los alumnos de judo, está haciendo un Katame Wasa, básicamente el objetivo es inmovilizar a su oponente y es uno de los que ha mejorado.
—¡Muy bien, Damian! —me agacho a su nivel y le doy palmadas en su hombro—. ¡Descansen! —suelta al oponente y se levanta molesto el tipo.
Debe tragarse su orgullo porque estoy a su lado y se inclina envuelto en rabia, luego se retira. Damian se encontraba en posición, listo para atacar, es un joven de diecinueve años. Me recuerda a mí y tiene las ganas de luchar, las leo en sus ojos marrones.
—Jujitsu, me falta practicar más. ¿Cuándo crees que puedo entrar a la banda? —sus ojos fijos en el otro lado de la guarida, la dividí, en la otra mitad entrenan los matones de Callum.
La guarida es un local que estaba vacío y con el dinero sucio de O’Sullivan lo arrendé, con los años lo compré y empecé a entrenar a los matones de Callum. No fue fácil ganarme su respeto, me tuve que joder, ponerme al nivel de esos jóvenes rebeldes y hasta matar en varias emboscadas que por joderme Callum me envió, no cedí y siempre ataque. No les miento la primera vida quitada me descolocó. Pero tenía en mente llegar alto, no es lindo el camino y con cada sangre en mis manos, fui poniendo una capa de hielo alrededor del corazón. Lo único que me recuerda quién soy, es Joanne, ella me hace sentir calidez y sus brazos me elevan al paraíso sin salir del infierno.
—No seas impaciente, confía en mí y aléjate de ese camino —golpeo su mejilla con mi palma leve.
—Eres uno de ellos y me aconsejas —bramó enojado.
—Chiquillo molesto, toma —James le da un fajo de dinero y el chico de un momento a otro su rostro cambió a colorado.
Le empujó la mano ofendido.
—No soy un niño, el dinero me lo ganaré con mi esfuerzo.
James lo abrazo por el cuello, es alto y el joven le llega a mitad de pecho.
—Te aseguro que tu mamá y hermana te agradecerán este dinero, no tuviste que matar para ganarlo. Es mi regalo por ser buen alumno. Ahora ve a tu hogar, aprovecha lo que puedas con tu familia y atesora esos momentos. No sabes cuanto los añorarás y sea demasiado tarde —le puso el dinero en el cinturón del judogi.
Se inclinó agradecido y se marchó corriendo. Quedan pocos alumnos y James ajusta su judogi arrogante. Es imposible de creer que este cretino sea mi compañero más cercano en la banda y pensar que en el hospital no lo soportaba.
—Sabes que Callum, como quiera lo iniciará. Le ha puesto sus garras desde que pisó la guarida ese niño y lo menos que podemos hacer es darle una buena base para que pueda sobrevivir —comento la verdad a James.
—Al menos le compré tiempo de calidad con su familia —sus palabras son tan ciertas como injustas.
—Me voy a bañar.
—Aprovecha tu tiempo con Joa, y ten recuerdos.
—No creo que ella quiera una relación, está paralizada en el pasado y pienso que soy el menos indicado para hablar de heridas.
—Ustedes están perdidos en sus mierdas y en su amistad, sin darse cuenta que son pareja desde el día uno.
—¿Pareja? —golpeo su estómago con mi toalla y se apartó.
—¿Cuántas chicas se te han abierto de piernas y las has rechazado?
Tiene razón, solo he estado con Joa, tenemos una relación basada en satisfacernos y exclusivos. En realidad espero que por su parte sea de esa manera y ahora me ha entrado la duda.
—¡Maldito!, ella es tuya desde que te buscó y no te has dado cuenta —me da un golpe en la cabeza—. ¡Despierta, Jujitsu!
—¡Gracias por la ayuda, idiota!
Salí de la guarida sintiéndome un gran tonto. Realmente quiero tener a mi chica, por encima de todos y de cualquier pasado.
Estoy en uno de los bares de Callum, donde lava el dinero de sus trabajos ilícitos, básicamente tráfico de armas y lavado de dinero. Aún no han abierto, están acomodando las bebidas. Estoy ansioso por Joa, al final la vuelta cambió de hora y se encuentra allí, miro por enésima vez el geolocalizador y debe estar esperando que salga el tipo. Callum está reunido con unos posibles clientes, me acerco a la barra y golpeo fuerte el mostrador. La chica diminuta se gira con cara de psicópata. Enseguida sus ojos almendrados cambian a sorpresa y niega con la cabeza.
—Tienes ganas de morir de verdad —se cruza de brazos y pisotea con sus botas—. Me sigues, además te cortas el cabello y barba con candado y todo, ¿Creías que no te reconocería? —La chica diminuta con carácter, espera por mi respuesta.
No puede ser que me esté confundiendo con Heriberto, no es tiempo para que salgan a la luz mis hermanos. La ignoro, camino por el pasillo de empleados, iré directo al almacén y consigo que me venga pisando mis talones y gruñendo. La diminuta mujer me golpeó fuerte la espalda y la encaro llevándola arrastrada hacia la pared y levantó la quijada retándome. Sus ojos me examinan y sé que ha despertado, sabe que no soy Heri.
—¡No eres, son gemelos! —susurra y sus ojos registran mi rostro.
—¡Shh! —pongo mi dedo índice en sus labios y furiosa los apartó golpeándome—, eres fiera.
—Tanto miedo te da que se enteren que tienes un gemelo, debes tener malas intenciones —me amenazó sin miedo.
Empuño su cola de cabello ondulada y tiro hacia atrás. La chica desprende rabia pura y siento que puede ser una gran aliada. Saco una tarjeta de mi bolsillo y se la coloco en el bolsillo de su chaqueta demasiado grande para su cuerpo.
—Te he visto, eres la prima de Callum, no te tiene en alta estima y es tu palabra contra la mía. Mañana esperaré tu llamada a eso de las tres, para ponernos de acuerdo dónde vernos. Está demás informarte que este asunto queda entre nosotros, incluyendo a Heriberto.
Al soltarla me abofeteó y sonrío maliciosamente.
—No vuelvas a tocarme —sacó la tarjeta y giró en sus dedos—, lo pensaré —me empujó con el hombro y se apartó, sostiene una caja del suelo con indiferencia.
Decido tentar al destino.
—Estamos a mano, esta bofetada —acaricio mi mejilla—, es por el tirón de cabello. Espero tu llamada o si no atente a las consecuencias. Por si no estás al tanto, soy Jujitsu, no suelo ser bravucón y siempre ataco.
Paso por su lado rozando su hombro, sintiendo sus ojos envenenados en mi espalda y en ese justo momento sale de la reunión Callum.
—¡Vic, trae Gin tonic para todos y avanza mocosa! —gritó hacia la diminuta y volteo a verla, se nota que tiene ganas de romper la cabeza de Callum.
Es puro chubascos, disimulo mis ganas de reírme tosiendo, se escucha tirando la caja que sostenía y Callum, viene furioso. Decido ayudar, me cruzo en su camino y se detuvo.
—¿Salió bien el negocio?
—¡Oye mocosa, cuidado con esas cajas! Si algo se rompe se descuenta de tu salario —la señala y su atención tensa vuelve a mí.
—Si tanto te enoja, despídela —no lo hará por eso lo propuse.
—Es mejor tener esa diabla de aliado, que de enemiga —se sacude el cuerpo y me volteo de nuevo, la diminuta tiene un cuchillo en la mano y lo limpia con un trapo minuciosamente, y con la vista en Callum.
—Esa chica es espeluznante, déjame entrenarla —bromeo para aligerar la tensión de Callum.
—No te recomiendo acercarte, de por sí ella es peligrosa. Alos dieciséis años llegó a su casa de la escuela y se encuentra a su madre muerta por su padrastro. La intentó violar y ella le cortó su m*****o con un cuchillo y él llorando por ayuda. La mocosa lo amarró y se sentó a ver cómo se desangraba. Luego como si nada llamó a la policía y les contó que por protegerse lo amarró. Fue presa, mi padre le pagó un abogado, tiraron todo por defensa propia y con buena conducta salió en cinco años y al salir vino acá. Mi padre quería que tuviera una vida mejor, pero se negó, ella se ofreció de bartender y es mejor dejarla quieta —mientras me contaba caminábamos hacía donde estaban los clientes.
—¡Interesante! —en medio del caos, recuerdo a Joa—. Voy al baño, sigue tú con los clientes.
—Sobre el negocio, fue perfecto —me da palmadas en la espalda.
Lo felicito, él se marchó hacia la mesa y me fui de prisa hacía el baño, sin embargo, no entré, me quedé en la puerta. Verifico el geolocalizador, sigue en el mismo sitio, no me gusta nada. Salgo por la puerta trasera y afuera me encuentro a James fumando, recostado de la pared de ladrillo.
—Excúsame con Callum, voy con Joa.
—¿Qué ocurre, necesitas ayuda?
—Echaré un ojo a distancia.
— Te tiene arrastrado, sólo despierta —con su cara burlona me tiró una guiñada y se acaricia su barba larga.
Le saco el dedo malo y me largo sin protestar. Tiene razón, Joa me saca de quicio y si no sé de ella me desespero el doble. En resumen mis sentimientos por ella son: sentirse drogado, sin consumir, como si estuviera en las nubes. Me subo a la camioneta, en el camino hubo un poco de tráfico, al menos estaba cerca. El plan consistía en que ella lo intercepta en un sitio de apuestas, tenemos contacto con uno de ellos y le avisa cuando él llega. Solo esperar que salga y atacar en el callejón, evitando las cámaras.
Al llegar al sitio me subo la capucha, para proteger mi identidad me cubro con una mascarilla tapando nariz y boca; y me aseguro de tener el arma corta bloqueada. Camino con pasos largos, al pasar por el frente del local agacho la cabeza y dos personas salen, no les presto atención. Al doblar por el callejón los veo, el tipo en el suelo de espaldas y escucho su risa burlona, y Joa perdida en sus recuerdos, la tengo de frente, sus ojos en el tipo. Camino lentamente, ella está en otro lado y me entran ganas de protegerla.
—Eres una perdedora como tu madre, goce viéndola llorar y suplicar por su vida —sus palabras haciendo mella en Joanne—. Mírate vienes a vengarte y solo me has dado dos golpes de nena —el idiota la escupe y ella se tapa los oídos.
—Sí la recuerdo, una pelirroja, con ojos grises y arrodillada ante mí y solo le faltó chupármela.
Es hora de que coma su mierda el maldito, lo pateó por su espalda hundiendo su rostro al suelo y él intentando zafarse de mi suela. Consigo que Joa vuelva en sí, sus ojos atormentados me observan y luego en el bocón en el suelo.
—¡Suéltame, idiota! —se retuerce y aprieto más—. Sola no puedes —borbotea.
—Reacciona Joanne, 1, 2, —me detengo en la cuenta y veo su posición de combate en mi chica— y 3 —quito el pie, enseguida el malnacido se levanta y pensaba huir.
—Ni lo sueñes, te haré pagar todas tus palabras —entre lágrimas gritó, Joa.
Se lanza con una patada logrando que caiga al suelo, el tipo se golpeó la cabeza al caer, y lo voltea trepando a horcajadas y esa posición me enoja. Empieza a golpearlo en la cara con el puño, uno tras de otro y con cada golpe grita furiosa.
—Esto es por mi mamá, por Jessica Brown —puño—, por arruinar mi vida —puño—, por mí —respira agitada.
Esperé que ya no tuviera fuerzas para golpear, porque este tipo estaba ya en el infierno y la sostengo por la espalda. En eso unos jóvenes nos ven y sacan sus celulares. Tenemos que irnos, el tiempo se acaba. Ella forcejea conmigo, no tiene fuerzas, pero quiere seguir encima del tipo y sostengo su rostro haciendo que me mire.
—Está muerto, ido. Tenemos que irnos, hay público — asiente y levanto su capucha.
La llevo de la cintura, al pasar frente a los chicos ellos se van corriendo con celular en la mano y las piernas de Joa se doblan y la cargo hasta la camioneta. La acomodo en el asiento y me apresuro a montarme. Odio verla en este estado, ella se frota los nudillos jodidos.
—¿Te aseguraste de las cámaras?
Silencio, salgo acelerado.
—¡Reacciona, demonios! —golpeo el tablero y consigo que se gire a verme.
—¡Sí, imbécil, no soy una inútil! —sacó un alarido y me calma verla de vuelta.
—¡Eres mi chica, jamás, serías inútil!
La miro de reojo, puedo ver un atisbo de sonrisa y hago como si no hubiera pasado. Llamo a James, para que averigüe.
—Salí con Joa, está liquidado. Había dos agregados en el área, averigua.
—Ahora lo hago y ¿Joa? —entiendo su pregunta.
—Está bien.
—Por fuera —él maldito la conoce.
—Lo estará.
Estamos en nuestro apartamento, estos años lo hemos remodelado y tiene su encanto. Estoy sentado en el mueble, esperando que se calme mi chica. Estos ocho años hemos estado juntos, solo sin compromiso y esa mierda. En realidad, nunca me molestó tener la exclusiva. Hasta que la vi encima de ese malnacido. Lleva media hora en el baño y no puedo con la ansiedad, realmente me tiene atrapado en su red, cuando no está a mi lado siento que me falta algo. Entro al baño, el agua corre y la veo sentada debajo del chorro. Con todo y ropa la pego a mi pecho, ella se aferra a mi cuerpo y solloza. La abrazo fuerte, quisiera tener el poder de revivir al cretino y volver a matarlo.
—¡Besame, Hernán, bésame! —susurra y levanta sus ojos grises todos llorosos.
La agarro fuerte de su mandíbula con mi dedo pulgar e índice y la beso suave, con cada movimiento subió de tono. Ella peleó con mi camisa, la ayudo sacándola, nos volvimos a besar torpemente, me quito los zapatos y me aparto poniéndome de pie para quitar los pantalones con los boxers. Liberando mi erección, cae en su rostro y sin pensarlo lo introduce en su boca lo más que puede, sostengo su cabeza y la follo, mi chica no se intimida, ella lo recibe. Dejo que ella siga, lo lame en la punta y baja hasta las pelotas y joder que bien se siente, la detengo, se queja, pero la ignoro. La levanto del suelo cargándola y la llevo hasta el lavamanos, abro sus piernas y me arrodillo hacia las puertas del Edén de Joa. Al lamer su flor, me sostiene la cabeza jalando mi cabello, lamo, chupo y ella gime, con mi dedo juego con su clítoris.
—¡Métela, Hernán!
Sin pensarlo dos veces, me pongo en pie y la hago mía, entro y salgo, nos devoramos entre besos. Muerdo sus pezones erectos, entro y salgo y entre gemidos llegamos al clímax.
—¡Desde hoy, eres mía, Joanne Brown!
Sus ojos se humedecen y mi corazón acelerado. Sigo dentro de ella, sin protección. Ella usa la píldora y tenemos exclusividad.
—¿Por qué lloras? ¿Solo quieres tener sexo? —realmente me estoy preocupando.
Se empieza a reír y me abraza fuerte.
—Solo tú, eres mi loquito.
La aparto, sus ojos son mi perdición.
—Eres tan misteriosa, serás mi novia, mujer, amante, esposa, socia, y mía, solo de Hernán, oficialmente. ¿Sí o sí? Escoge o si no tendré que ser severo.
Se le escapa una carcajada y maldita sea que desnuda y con mi v***a dentro es jodidamente caliente.
—No tengo remedio, soy la chica de un demente, es mejor pactar con el diablo que verlo llegar —me besa rodeando con sus brazos mi cuello y acariciando mi cabello.
La llevo a la ducha, se enroscó en mi cintura y mientras nos bañamos, demoré en dejarla completamente limpia y excitada. Seguimos celebrando como conejos. Podremos estar jodidos, tal vez, necesitemos un doctor o quizás el uno al otro, mientras seguiremos confiando en nosotros y sé que de ahora en adelante me esforzaré en ser su protector.