Unas semanas después de la primera noche de perversión de la pareja, Karim convención su esposa a ir de compras. Rania entró con su esposo en una tienda de juguetes sexuales, pues Karim quería que entre su colección de juguetes hubiera cosas tanto de su gusto, como de el de su esposa y una dependienta se encargaba de ayudarla. —Yo soy de la opinión de que todas debemos tener un amiguito especial, ¿si me entiendes? —dijo la chica al otro lado del mostrador buscando algo en las estanterías, mientras Rania echaba una mirada a su esposo que se reía de verla tan incómoda. —No te asuste con lo que te voy a enseñar. La mayoría piensa que no puede con algo tan grande, pero créeme que todo es posible. —la mujer puso un consolador a pilas delante de Rania y la chica ni siquiera se inmutó con el