—¡Rania, para! —demandó y fue cuando ella volvió en sí. Rania soltó la fusta jadeando y vio lo que había hecho. Solo en ese momento se dio cuenta de que había llegado muy lejos. Inmediatamente dio la vuelta al panel para verlo. El pecho de Karim subía y bajaba con frenesí. Su respiración estaba acelerada. Rania levantó su rostro para mirarlo con ansiedad. —¿Estás bien? —preguntó angustiada y lo vio sonreír. —¿Tú estás bien? —replicó con la voz entrecortada y ella lo besó con urgencia. Karim respondió a su ardiente y posesivo beso, la sintió eufórica por lo que había experimentado. Era justo lo que esperaba de ella, estaba orgulloso. —Te amo… —jadeó y Rania rompió el beso, con una mirada acusadora. —Un hombre que ama a su mujer no la tortura dejándola a medias, como tu