Malika estaba peinando sus cabellos después de bañarse cuando alguien llamó a la puerta. Inmediatamente pensó que debía ser alguna de las criadas, ya que desde que Aisha y Rania se habían marchado eran con las únicas con las que hablaba, y bueno, con su pequeña cuñada Dalia. —Pase.—autorizó y se levantó sobresaltada cuando vio un rostro familiar asomando la cabeza en la puerta. —¡Aisha!—exclamó la chica corriendo hacia la empleada personal para abrazarla. —Princesa Malika, que gusto volver a… ¡Ah! —se sorprendió con su recibimiento. La esposa de Amín se veía muy feliz de volver a verla. —No sabes la alegría que me da tenerte aquí otra vez. —confesó con entusiasmo. —¿Rania también ha regresado?... Ella me hace mucha falta. —dijo cabizbaja y la chica negó con la cabeza. —¿Entonces h