Con aquella nota en la mano, Karim se sentó en un sillón después de servirse una copa, era la primera vez que bebía tanto, y solo lo hacía para escapar de todos su problemas y de la culpa. También porque sentía que Rania lo volvía loco, y la idea de perderla lo estaba desesperando, pero tenía en la mano una oportunidad de luchar por ella, pasar por encima de su orgullo y pelear por la mujer que amaba. Entonces largó la copa encima de la mesita de centro, se levantó y pidió al chofer la dirección donde había dejado a Rania, en un barrio de Nueva York donde vivía con sus tíos y tomó las llaves de unos de los autos que tenía guardados en el garaje. —¿Majestad no prefiere que lo llevemos nosotros? —inquirió su jefe de seguridad preocupado. —¡No, puedo ir solo! —contestó yendo dirección a