Solo eran diez pasos, Malika estaba segura de que no podían ser más, desde donde se había bajado de la moto hasta la entrada de la mansión de Jax, pero se quedó inmóvil sin poder dar un paso hasta aquella puerta que la llevaría a un mundo nuevo. —Tu casa es muy bonita, y está cerca del desierto. —musitó con ansiedad y él la tomó en el cobijo de sus brazos, envolviéndola en un fuerte abrazo. —Esta noche es nuestra, de los dos, para estar juntos a solas, sin que nadie pueda interrumpirnos o separarme de ti. —respondió y después la besó. Jax le dio un largo y profundo beso, de esos que te hacen levitar, que te arrebatan el alma o cualquier cosa que tengas en tu interior. Un beso posesivo, donde su lengua buscaba la suya con desesperación, y aunque todavía era muy inexperta, Malika se en