Capítulo 6: Amo a otra persona.

2993 Words
A la mañana siguiente Rania descubrió que su compromiso con Karim había salido en todos los periódicos del mundo. Todos hablaban sobre la futura princesa de origen humilde que había robado el corazón del heredero del Emirato de Arabia Saudí. Todo era tan abrumador, todos los que la rodeaban decían lo afortunada que era, pero ella sólo podía pensar en Brian y en que seguramente habría leído aquella noticia y estaría pensando lo peor de ella, cuando en realidad Rania solo quería regresar con él. Ella no podía dejar de llorar desde que Aisha le había llevado aquella noticia y cuando su tío entró por la puerta, ella lanzó el periódico en su cara. —¡Maldito infeliz me has desgraciado la vida! –Vociferó y Aisha retrocedió asustada con su reacción, pero Idris tomó a Rania del brazo mientras que ella peleaba intentando golpearlo. — ¡No tienes derecho a hacerme esto, yo no soy un objeto que puedas vender! Idris la calló con una bofetada tirándola al suelo y la chica sintió el sabor de la sangre llenando su boca que salía de unas de las heridas que ya tenía debido a los golpes que había recibido de su tío. Entonces ella se levantó y volvió a enfrentarlo. —¡Mátame de una vez, porque no pienso seguir con esto! –Lo increpó e Idris levantó la mano para volver a golpearla, pero la ella lo miró con fiereza. –¡Has acabado con mi vida, quítamela y ahórrame la vergüenza de ser vendida como una yegua! Idris la tomó del cuello y la pegó a la pared, Rania peleó mientras que su tío la ahorcaba, pero él no la soltó. —Tú no vales nada, una yegua vale más que tú y que sepas que puedo entregarte a los Al Thani con la cara reventada, que aún así te aceptarán. Por eso no te daré el gusto de matarte, aunque te advierto que si hoy no pasas la prueba yo mismo te arrastré por la medina (ciudad) atada en un auto y no voy a parar hasta que mueras. —La amenazó y después la lanzó sobre la cama. Cuando Idris abandonó la habitación Aisha corrió para ayudarla. —Señorita.–Habló con tristeza por verla llorar y puso un paño con agua fría sobre la marca roja que Idris había dejado en su rostro. —Señorita su tío es un hombre muy cruel. —¡Es un monstruo Aisha, es un maldito monstruo que no tiene sentimientos! –Bramó con impotencia sin saber cómo iba a librarse de aquella pesadilla. Aisha la ayudó a terminar de vestirse y fue cuando pensó en las palabras de su tío. —¿Para qué me están preparando Aisha? –Preguntó viendo que otras criadas habían entrado en la habitación, pero no fue Aisha la que contestó, sino que lo hizo su tía Hana. —Es hora de hacer la prueba de virginidad para comprobar que eres digna de tu futuro esposo. —Dijo con un tono de desprecio que le revolvió el estómago a Rania. —¿No basta con comprarme, también tengo que pasar el test de calidad? –Espetó y su tía la miró de arriba abajo. —Eres igual de altanera que tu madre y seguramente también habrás heredado sus mañas. — Respondió Hana. –Ofrecerte al príncipe me sigue pareciendo una falta de respeto con su majestad, mi hija hubiera sido una mejor opción, pero por desgracia me quedé sin leche cuando ella nació y la mujer que se ofreció para amamantarla fue la misma que una vez alimentó el príncipe Karim. De no ser así, ahora sería mi hija la que estaría a punto de convertirse en princesa. El motivo por el cuál Alissa, la prima de Rania, no podía casarse con Karim era porque se les consideraba a la luz de su fe cómo hermanos de leche y por ende no podían contraer matrimonio. —No quiero hacerme esa prueba. —Se negó con firmeza y su tía la tomó del brazo. —Por supuesto que no, porque seguramente ya te han usado. Eres igual que ella, tu madre también era una cualquiera… Rania la golpeó con rabia y Hana ordenó que las criadas la sujetasen para pegarle. Aisha se negó a hacerlo y las otras dos la apoyaron, pegar a una mujer con tanta cobardía no forma parte de sus obligaciones. Entonces Hana la tomó del brazo y la sacó de la habitación arrastras. Cuando Karim regresó al palacio después de salir a correr, se pegó una larga ducha para quitarse de encima todo aquello que lo atormentaba. Había pasado toda la mañana intentando hablar con Amanda, pero ella no contestaba a sus llamadas. Estaba claro que se había enterado de su boda y no quería saber nada de él. Estaba perdiendo al amor de su vida y no podía hacer nada para evitarlo. Karim tenía la esperanza de encontrar a su hermana y después buscar a la mujer que amaba para explicarle todo, pero mientras tanto tenía que vivir con el dolor de ser despreciado por Amanda. Él terminó de vestirse y salió de su habitación para dirigirse de mala gana al despacho de su padre para acertar algunos asuntos pendientes de la boda, pero en el pasillo el príncipe se dio cuenta de que algo sucedía en una de las habitaciones cuando vio a su madre, Samira, la tía de su prometida y otras mujeres delante de una puerta. —¿Qué está pasando aquí? –Inquirió Karim desconfiado de lo que podía ser y las mujeres inclinaron la cabeza en señal de respeto. —Mi amor, tu prometida está pasando por la prueba… para saber si es digna de ti. Aunque con su sucia sangre plebeya está claro que está muy por debajo de lo que te mereces. —Habló Fátima levantando la mano para tocar el rostro de su hijo y él la apartó con brusquedad, le molestó la manera como hablaba su madre y más aún escuchar como Samira se reía. —¡Le dije claramente a papá que ella no necesitaba pasar por esta humillación, porque de eso se trata esta prueba un ataque directo a la dignidad de cualquier mujer!– Habló indignado. —No es ninguna humillación si no tiene nada que esconder Karim. —Opinó Samira hablándole con familiaridad pues lo conocía desde que era una niña. —Esa maldita prueba es para saber si una mujer tiene o no valor, como si fuera un objeto al que tienen que sacarle un precio. —Rebatió Karim y Aisha que estaba cerca sonrió disimuladamente bajando la cabeza. —¡Es repugnante! Karim se giró para ver las criadas y preguntó. —¿Cuánto tiempo lleva ahí adentro? —Ha entrado hace un par de minutos majestad. –Contestó Aisha con la voz temblorosa y Fátima la reprochó con la mirada, pero el príncipe le había hecho una pregunta y ella estaba en la obligación de contestar. Sin llamar a la puerta Karim irrumpió en la habitación y vio como la doctora intentaba presionar Rania a someterse a las pruebas. La chica llevaba una bata puesta y abrazaba su cuerpo con timidez llorando por la impotencia de tener que pasar por aquello. Ella no quería ser tocada, que la mirarán solo para saber si tenía algún valor. —¡Majestad! –Exclamó la doctora escandalizada por ver a un hombre en la habitación. —Mi señor no puede estar usted aquí. Karim tomó a Rania del brazo con delicadeza y la puso detrás de él. —¡No permitiré que nadie la toque! –Rugió y la chica se escondió detrás de su prometido, que la defendía como una fiera. Rania estaba desconcertada con su actitud, a excepción de los empleados todos lo demás en aquel palacio solo la trataban con desprecio y la maltratan, pero desde que había conocido al príncipe, él la había tratado con algo de consideración. —Rania ve a vestirte, voy a sacarte ahora mismo de este lugar. —Pidió con tono dulce para dirigirse a la chica, pero fulminaba a la doctora con la mirada y la mujer temblaba de miedo con la vista en el suelo. Karim salió de la habitación sujetando la mano de Rania, algo que provocó los celos de Samira, la ira de su madre y la envidia de Hana. —¡No puedes hacer esto Karim! –Vociferó su madre, pero el príncipe no le hizo ningún caso y sacó a Rania del palacio porque la chica se veía muy nerviosa y la llevó al jardín. —¿Te encuentras bien? –Preguntó preocupado y ella asintió. —Siento mucho que hayan intentado obligarte a pasar por eso. —No importa, de todas formas esas mismas mujeres estarán pegadas a la puerta de la habitación donde pasaremos nuestra primera noche de casados. —Contestó y Karim gruñó, se había olvidado de esa parte. Entonces el príncipe se fijó en la marca en su rostro y la tocó, pero Rania se apartó asustada. —No tengas miedo Rania, no tengo intención de hacerte daño. —¡¿Entonces por qué no llama a la policía y me ayuda a denunciar a mi tío por secuestrarme? –Lo increpó llorando de rabia y él se asombró. —¿Te han secuestrado, así fue como te trajeron de Estados Unidos a Arabia Saudita? – Preguntó sorprendido. —Así es, yo no quiero casarme contigo… amo a otro hombre y quiero volver a Estados Unidos para estar con él. —Confesó sin miedo a revelar la verdad o a lo que pudiera pensar el príncipe de ella. —Es horrible lo que te han hecho para traerte a este lugar. –Habló asqueado pensando en lo que tuvo que haber pasado la chica. —¿Entonces vas a ayudarme, llamarás a la policía? —Inquirió con ansiedad y él bajó la cabeza con impotencia. —Mis tíos están buscando la manera de ayudarme, si tú con tus influencias intercede podré volver a mi casa. —No existe mayor influencia en este país que la de mi padre Rania y no permitirán que te marches. Llamar a la policía sería una verdadera pérdida de tiempo, estarán de parte de Idris. Para las autoridades tu tío es responsable de ti y debes obedecerlo. —¡No, no yo no puedo seguir aquí… no quiero casarme contigo! –Habló llorando y aunque había esquivado su toque antes, cuando Karim volvió a tocarla todo dentro de ella pareció sumergirse en una paz inexplicable. —Yo también amo a otra persona, tengo a una buena mujer que está esperando por mí en Nueva York. Rania sé sintió extraña con esa declaración y sé quedó pensativa por unos instantes. —Yo tampoco deseo esta boda, pero no tengo otra opción… —¡Siempre habrá una segunda opción! –Rebatió Rania y Karim hizo un gesto negativo. —Esta vez no la hay. Hace unos años salvé a mi hermana de su marido que era un maldito violador. Mi padre la obligó a casarse con ese tipo cuando tenía apenas quince años. Yo la saqué de aquí y la mandé a Estados Unidos donde le dieron asilo político. —Karim contó indignado y decidió continuar, él no podía seguir con aquello si ella no lo ayudaba. –Mi padre la encontró y la trajo de vuelta, ahora mismo la tiene escondida y si no me caso contigo la entregará a su marido. Rania sé llevó las manos a la boca sentándose en un banquillo del jardín, era horrible lo que Karim le había contado. Su hermana debía haber sufrido mucho. —Sé que lo que te voy a pedir es muy egoísta, pero por favor ayúdame.–Suplicó Karim. —¡¿Qué?! —Nos casaremos y cuando eso suceda yo pasaré a ser tu responsable… —Mi dueño querrás decir. —Lo interrumpió. —No Rania, nadie en este mundo puede ser tú dueño. Pero ante las autoridades tendré poder para decidir tu destino. Cásate conmigo y cuando encuentre a mi hermana te llevaré de vuelta a Estados Unidos, te devolveré tu libertad. Tú solo confía en mí, aunque sé que es pedir demasiado. Rania se apartó de él y Karim la miró suplicando con la mirada. —Por favor Rania, solo quiero que tú y mi hermana sean libres de esta cultura que trata a las mujeres como si no fueran nada. Yo amo a otra mujer y tú a otro hombre, hagamos un trato para así volver a estar con las personas que amamos. –Agregó el príncipe para enfatizar su intención y Rania le dio la espalda para pensar. De todas formas, se iba a tener que casar con Karim, por lo menos ya sabía que él no tenía ningún interés en ella. Entonces solo tenía que esperar y después volvería a estar libre para amar a quien quisiera… para amar a Brian. —Está bien, lo acepto. Karim sonrió contento con su respuesta y se acercó a ella tomando su mano. —También te prometo que nadie volverá a hacerte daño. –Garantizó. Está vez sí Rania permitió que tocará su rostro. —¿Idris te hizo esto verdad? –Indagó y ella asintió. Karim sintió la rabia subir por sus venas, nada le causaba más asco que un maltratador. —Será mejor que regreses a tu habitación ahora. –Pidió y Rania aceptó hacerlo, estaba cansada después de la mañana que había tenido y prefería estar con las empleadas antes que con aquella gente. —Majestad. –Dijo inclinándose y Karim volvió a tocar su rostro, algo que él no podía dejar de hacer y no entendía bien el porqué. —Llámame Karim, ahora somos amigos y no hacen falta las formalidades. —Pidió y ella curvó sus labios en una sonrisa tímida antes de darse la vuelta. Cuando Karim vio que no se dirigía a la entrada principal preguntó. —¿A dónde vas? —A los aposentos de los empleados, es donde me han instalado. —Contestó y Karim se sintió molesto, al parecer no había ningún respeto por su futura esposa y entendió qué estaba haciendo ella aquella noche en la vio bailar para las criadas. Aquella noche cuando Idris estaba en el salón real aprovechándose de los lujos del lugar mientras acosaba a una de las empleadas, apareció Karim. —Majestad.—Se levantó abruptamente del sillón donde estaba tan cómodo, pero volvió a caer sobre él cuando Karim le propinó un puñetazo. El tio de Rania se llevó la mano a la mandíbula y sintió la sangre saliendo de su boca. Idris miró al príncipe sin entender lo que estaba ocurriendo. —¡Vuelve a ponerle un dedo encima a mi prometida y haré que te ahorquen por traición, maldito hijo de puta! –Bramó e Idris lo miró asustado, sin atreverse a abrir la boca. —Rania será la princesa de este palacio, mi esposa y tú estarás muy por debajo de ella. Espero que no vuelvas ni siquiera mirarla a los ojos o serás hombre muerto. Karim salió de la misma manera que había llegado e Idris escupió la sangre de su labio roto en suelo haciendo una mueca de asco. Él odiaba tener que bajar la cabeza ante los ricos que lo trataban sin ningún respeto, pero estaba seguro de que algún día eso cambiaría y él estaría por encima de todos. En el pasillo de la planta superior Aisha tiraba de Rania que miraba todo desconcertada. —Aisha no debemos estar aquí, estos son los aposentos reales. —Susurró Rania nerviosa y la criada se metió con ella en una enorme habitación lujosa que había sido preparada especialmente para la chica. —¿Aisha qué estamos haciendo aquí? —Está es su nueva habitación señorita… —No Aisha, yo no puedo estar aquí… esto no es lugar para una persona como yo. —Negó Rania dirigiéndose a la puerta, pero Aisha se interpuso en su camino y encendió las luces para que viera bien donde estaban. Rania miró todo impresionada, la habitación era gigantesca, la decoración era hermosa y extremadamente lujosa digna de la dinastía Al Thani. —Yo no debo estar aquí. —Sí que debe señorita, el príncipe Karim ordenó personalmente que la trajera a está habitación. —Aseguró Aisha en el centro del lugar mirando todo maravillada y feliz por Rania. — Esta habitación es solo el principio señorita, a partir de ahora esta será su nueva vida… la vida de la futura esposa del príncipe heredero, usted se merece ser tratada como una reina. Rania no sabía que decir, jamás en la vida había estado rodeada de tanto lujo y aunque debería sentirse bien por recibir tantas atenciones por parte del príncipe no podía hacerlo. Ella seguía siendo una prisionera que estaba separada del amor de su vida. Además, ¿de qué vale ser tratada como una reina, si la verdadera dueña del corazón de Karim era otra mujer? —No soy ninguna reina Aisha, todo esto será pasajero. —Decretó Rania. —Por favor llévame de vuelta a mi habitación, yo solo necesito una cama cómoda donde dormir y con lo que tenía en el anterior dormitorio me bastaba. —Lo siento señorita, pero no puedo hacerlo y si pudiera tampoco la llevaría de vuelta. — Refutó Aisha con seriedad. —¡Aisha! –Se molestó. —Usted se merece esto y mucho más, lo acepte o no… En uno días será parte de la dinastía Al Thani, una de las familias más poderosas del mundo y le puedo asegurar que eso cambiará su vida para siempre, mi princesa. Y así era, todo iba a cambiar para Rania Hassan. Ella jamás volvería a ser la misma, los cambios en su vida y en su corazón estaban apenas comenzando.
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