Capítulo 4 No le agrado

1689 Words
Britney Me puse a analizar todo mientras él volvía con los demás, sabía que solo quería mis preguntas, solo que alguien hiciera alguna pregunta, aunque fuera tonta, pero yo hice las que necesitaba. — ¿Qué hacen ahora? —hablo y mi mente trabaja. — ¿Pedimos estudios? —consultó una chica. — ¿Me lo está preguntando? —bien, era un idiota cascarrabias. — Pedimos estudios —dijo más firme. — ¿Qué estudios? —silencio de nuevo. El sujeto suspiro frustrado y llevó los dedos al puente de su nariz, estaba molesto, muy molesto. Nadie habla, porque claramente no querían equivocarse. — Alguno —siseo —¿No estudian antes de venir? —los miro. — Se pide hemograma, bioquímica, amilasa, lipasa, ecografía abdominal y colangiopancreatografía retrógrada endoscópica o CPRE, como quiera decirle —moví la mano. Sus ojos dieron conmigo. Estaba esperando que dijera el resultado de los estudios, pero no hablaba, solo me miraba con disconformidad, sus ojos no se despegaban de mi rostro mientras que comenzaba a decir los resultados. Me hablaba a mí y yo quería golpearlo, porque la razón de que nadie supiera cómo resolverlo es que todavía no llegábamos a ese sector, el profesor Jefferson daba casos por zonas, siempre empezaba por zonas de acuerdo con como íbamos en anatomía. — El diagnóstico entonces es… —les pregunto a todos. — El paciente… —levantó la mano interrumpiendo. — Alguien que no sea ella —arqueó una ceja —¿No? ¿Nadie? Se quedó callado esperando que hablara. — Es obvio que no le van a responder —hable seca. — Bri —Abigail tocó mi pierna y me tensé —, lo siento. — Disculpe —se acercó a la orilla. — Es obvio que no le van a responder, los intimida, lo más probable es que si se equivocan los traté de idiotas, nadie quiere eso —subí mis hombros. — Entonces dice que los dejemos matar pacientes luego porque no estudian —arrugue mi nariz. — Digo, que si practicara la empatía —alguien jadeo —, quizás ellos se arriesgan —camino hasta llegar a mí. — ¿Empatía? —arqueo una ceja —, con los únicos que debo ser empático es con los pacientes, con ustedes tengo que ser crítico, objetivo y analítico, la vida de seres humanos está en sus manos. Sus ojos envían dagas en mi dirección mientras mantenemos la mirada. Rechino mis dientes y su mandíbula se tensa más, definitivamente es un idiota. — O será que usted necesita demostrar cuánto sabe en comparación con ellos. — Imbécil —sisee muy bajo pero estaba segura de que escucho mi balbuceo, porque ahora arquea su ceja. — No la escuche bien —cruzo sus brazos —¿Qué dijo? Él quería hacer esto, genial, lo haríamos, a mi modo, con todo lo Hamilton Parks que podía llegar a tener, joder. Mis abuelos estarían decepcionados. — No necesito demostrar nada a nadie —di un paso —, ni a usted, ni a ellos, no me interesa, vengo acá a aprender, nada más, no es mi culpa que usted tenga algún complejo de superioridad. Sus ojos no mostraron nada, no decía nada tampoco, simplemente me observaba, supongo que imaginaba mi cabeza colgada en su estudio, quizás —si era afortunada —no me odiaría al terminar la clase. — ¿Diagnóstico? —su voz era dura. Bien, me odia. — Colecistitis aguda alitiásica con coledocolitiasis y colangitis —arqueó su ceja, no me equivoque. — Y ahora ¿Qué haces? —sí, me odiaba. — Hay que tratar de urgencia para evitar sepsis, pancreatitis o insuficiencia hepática —comencé —, se hace una colecistectomía cuando se estabiliza al paciente. Se da la vuelta y baja, el resto de la clase me ignoro, no me dejó participar y solo se limitó a decir. — Todo el mundo sabe lo buena que es, deje que los demás aprendan. Lo insulte hasta en arameo, claramente lo hice mentalmente, ya le había dicho imbécil en la cara, ninguno de los dos nos queríamos, así que simplemente salí apenas toco el timbre sin detenerme, lo soportaría pasado mañana. Lo que me recordaba que tenía que llegar temprano o sufriría las mismas consecuencias. — Pareces molesta —mire a mi guardia. — ¿Qué te hace pensar eso? —Seth tomó aire y Alan no estaba —¿Dónde está tu marido? —sonrió. — No es mi marido —levantó un dedo —, aún —sonreí —, fue por café a unas cuadras, se supone que sales en una hora —miró su reloj e hice una mueca. — La profesora no vino y me pelee con un profesor, es un idiota —sonrió y miro por encima de mi hombro. — Alguien viene —gire y mire al hombre que ahora miraba al hombre a mi lado y luego a mí. — Genial, linda forma de terminar mi día —sonreí con falsedad —, profesor… —no sabía el nombre. — Knight —su voz gruesa llego —, Alexander Knight, pero eso lo sabría si llegara a horario a las clases —oh, creo que idiota le queda mejor. — Mis disculpas por ello, pero ya ve —moví la mano —, son cosas que en ocasiones pueden pasar —una de sus cejas se subió —, en ocasiones uno no controla lo que ocurre. Relamió su labio y mi vista se quedó en ellos, el cabrón era lindo, muy lindo. Sus ojos de un marrón con tintes verdes, cabello n***o peinando hacia atrás, llevaba lentes de montura y barba recortada al ras aunque marcando el contorno de su mandíbula cuadrada. — Como decirle imbécil al docente —joder, me había escuchado. — Yo nunca dije eso —mi cara de nada llegó y miré a Seth —¿Vamos? —giré. — No siempre saldrá airosa, señorita Hamilton —que bien sonaba mi apellido en sus labios. — ¿No? —giré para mirarlo con una sonrisa —, es una lástima —observé a Seth —, nene. Mi guardia parecía divertido, pero no dijo nada mientras me subía en el asiento del acompañante y salíamos, tenía mi auto, sí, pero no lo usaba para venir a la universidad, solo algunas veces, siempre que tuviera otra cosa, si no, me iba con ellos, me estresa manejar, además aprovechaba para estudiar en el camino mientras alguien más se hace cargo. — ¿Imbécil? ¿En serio? —miré a Seth. — Es un imbécil —dije lo obvio. — Un imbécil jodidamente lindo —negó —, yo no tenía profesores así. — Tienes a Alan, confórmate —se rio. Los días siguientes el gruñón de Knight no estuvo en mi camino hasta el día de hoy. Me había levantado temprano, muy temprano, llegaba con tiempo de sobra, solo para no escucharlo, para que se guardase sus palabras. Entre en el auditorio y ahí estaba, solo, ninguno de mis compañeros había llegado todavía, lo que nos dejaba solos. No me agradaba. — Parece que hoy sonó el despertador —murmuró y siguió con lo suyo. Quería molestarme, pero no lo haría, no caería tan fácil. — Buenos días, profesor Knight —sonreí —, espero haya tenido una buena semana —con diarrea y fiebre. Me senté en mi lugar en silencio y comencé a leer mis apuntes. No lo miraba, no me interesaba, él por su parte se quedó mirando lo suyo, hasta que fue la hora y empezó sin importarle quienes entraban todavía. El sujeto estaba decidido a hacer su trabajo en tiempo y forma. — Entonces —aplaudió —, hombre de cuarenta y cinco años, presenta dolor torácico opresivo, irradiado en el brazo izquierdo —rodé los ojos. Era un infarto agudo, no entendía el sentido de hacerlo tan fácil. Suspiro y miro mi libro, estaba concentrada en lo mío hasta que alguien me golpea el costado. — Bri, te llama —mire adelante. — ¿Le resulta aburrida la clase? —cruzó sus brazos. — Me pidió que deje hablar a mis compañeros, eso hago —ladeo el rostro. — Ellos están pensando en todos los casos, para usted tengo otro —Okay, era personal. — Lo escucho —sonrió. — Un hombre llega al servicio de emergencia, tiene treinta y cuatro años, presenta fatiga inexplicable, erupciones, dolor articular y de garganta —ladeé mi rostro. — ¿De qué trabaja? —entrecierra sus ojos. — ¿Por qué importa eso? —oh, quería molestarme. — Puede ser estrés por el trabajo, el estrés causa fatiga y dolores, en el caso de ser psicosomático. — Infantería, dos años en Iraq —podría ser estrés. —¿Qué solicitas? — Análisis físico completo, VIH, hepatitis C, malaria, esquistosomiasis y cepa T de A —sonrió. — Tienes como resultado que no hay síntomas evidentes, salvo bajo potasio por exceso de hidratación, análisis normales —lo miró —¿Qué hará? — Darle potasio y una polisomnografía, las apnea de sueño puede causar fatiga crónica y paranoia. — El paciente ahora presenta vaginosis bacteriana —jodida mierda —, en la boca. Él me estaba poniendo un caso complicado y que estaba segura había visto. — Puede ser autoinmune. — ¿Qué enfermedades? — Sjögren, disminuye el fluido salivar —negó. — Ojos y lagrimales normales. — Cáncer —mis compañeros me miraron —, explica la fatiga, dolor articular y la infección oportunista —moví la mano —, probablemente linfoma, se hace biopsia de amígdalas y ganglios submandibulares. — Cáncer puede ser, pero no un linfoma —movió la mano —, todo apunta a un parotídeo. Estaba enojada, pero agradecía esto, porque me dejaba pensando más. — ¿Qué da la biopsia? — Inconclusa —suspire —. Ahora el paciente perdió la audición —cruzó sus brazos. — Entonces tiene que ser un cáncer, la única forma de que pierda la audición es con un tumor cerebral —caminó y me apuntó.
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