La pequeña Marisol; ya tenía un año gateando y haciendo males por toda la casa. Era la adoración de la familia Villanueva; no solo eso, sino que Emma logró iniciar a estudiar decidiéndose por Terapia Ocupacional; al enamorarse de su pequeña niña donde acababa de terminar su primer semestre. La pequeña Marisol, se le fue aclarando el cabello teniendo un castaño claro en medio de sus ojos grises, recordando siempre a su padre. Hubo un tiempo donde sus ex suegros vinieron a visitarla, manifestando que esa niña era de Cristian.
*Flash Back*
— Estoy segura que esa niña, es mi nieta — Sentenció señalándola, mientras la madre de Emma la abrazaba apoyándola en su decisión —, No entiendo, si no es de Cristian ¿dónde está su padre?
— No está, es lo único que les diré — Mencionó con dolor en su corazón, tenía miedo de confesar la verdad y quisieran quitársela —, Cristian déjalo tranquilo en Argentina, cada uno está rehaciendo su vida.
— Se que lo dices por la novia que tiene, pero entiéndelo ¡no podía quedarse a sufrir por ti! — Exclamó su madre sentándose finalmente —, Por favor, si es mi nieta no me quites la oportunidad de compartir con ella, menos a Cristian.
— Le faltan dos años para terminar de estudiar, no podemos arruinar sus sueños casi a la mitad — Confesó arrodillándose entrelazando sus manos —, Por favor, no insista más y haga de cuenta que no existimos.
— Te vas a arrepentir un día de habernos quitado la oportunidad, porque estoy segura que es mi nieta — Susurro mirándola mientras jugaba con su peluche de oso panda —, Esos ojos me lo confirman y sé que tengo otra forma de asegurarme; pero no puedo mientras no me dejen quitarle la ropa.
— No siga perdiendo su tiempo, no es su nieta — Aseguró colocándose de pie —, Por favor, váyase y no vuelvan nunca más.
*Fin del Flash Back*
Emma sufrió después de esa visita, por mentirles, pero temía que le quitaran su niña además sabía que Cristian estaba rehaciendo su vida al lado de una modelo famosa internacionalmente, debido a que salieron en una revista de farándula. No podía juzgarlo, ella había decidido sacarlo de su vida y aunque le dolía no se arrepentía de su decisión porque estaba siendo el mejor médico del mundo, estaba orgullosa del amor de su vida.
Un día, saliendo de sus clases tuvo un pequeño accidente al ser atropellada por una bicicleta, ocasionando que cayera al suelo y botara su morral. La persona desconocida, paró su bicicleta ayudándola a colocarse de pie, disculpándose y quedando hipnotizado con sus bellos ojos color miel.
— Fue mi culpa, siga su camino — Justificó Emma sin mirarlo, tenía pena —, Perdone mi torpeza — Dijo para irse, pero fue detenida al coger su mano.
— Perdóneme usted a mí, he sido un imbécil — Susurro mirándola fijamente —, Por favor voltéese, mi nombre es Oliver Brown y ¿el suyo?
— Emma Villanueva — Dijo finalmente mirándolo, para darse cuenta que era un hombre alto, tenía su piel morena, sus ojos grises como los de Cristian y su cabello con crespos y n***o —, Un gusto y nuevamente discúlpeme.
— Me permite invitarla a tomar un café ¿señorita? — Propuso con una bella sonrisa, Emma no sabía si acceder, pero recordó que debía iniciar a rehacer su vida, aceptó y se dirigieron juntos para allí, donde fue conociendo un poco más de Oliver dándose cuenta que es un deportista famoso, su deporte es la natación además viene de una familiar de buenos recursos económicos, tiene una hermana con quien poco comparte, pero se adoran con el alma.
Después de ese encuentro, compartieron números telefónicos para iniciar a compartir como amigos, fue presentado ante su familia y le sorprendió como fue bien recibido por su hija Marisol; con eso sentía que era un hombre de confianza. Empezó a recogerla todos los días para llevarla y traerla de la universidad, no solo eso si no la acompañaba a los controles médicos de Marisol; ayudaba con mercado y finalmente le regalaba juguetes a la pequeña; empezó Emma a sentir mariposas en su estómago no por las comodidades que le brindaba ni por su dinero, sino por sus atenciones con ella, siendo incondicional pero especialmente por Marisol.
Salieron tres meses, hasta que Oliver decidió proponerle que fuera su novia. La llevó a Emma y a toda su familia a un paseo familiar fuera de la ciudad a una de sus cabañas familiares; allí compartieron en medio de la piscina, la naturaleza y el sonido de las aves. En un momento, anocheciendo precisamente con la presencia de la luna Oliver se acercó a Emma quien vigilaba a su pequeña en la piscina con su madre. Se arrodillo a su lado, sorprendiéndola para sacar de su espalda una cajita pequeña con una cadena que tenía un dije que se abría, dentro del mismo se encontraba una foto de los tres, con Marisol.
— He compartido contigo muchos momentos, he aprendido a conocerte y tú conmigo — Manifestaba mientras los demás lo miraban con ilusión —, ¿Quieres ser mi novia, Emma Villanueva?
— Claro que sí, Oliver Brown — Respondió con felicidad dejando que le colocara la cadena, mientras ella sostenía su cabello con una bella sonrisa; sabía que Cristian siempre sería el dueño de su corazón, pero era momento de iniciar a rehacer su vida al lado de alguien más —, Soy feliz de ser tu novia — Mencionó para cerrar el trato, en medio de un tierno y apasionado beso en los labios.
Emma estaba sorprendida porque habían pasado dos años desde que decidió tener una relación con alguien; estuvo sola sus nueve meses de gestación y un año y tres meses que tiene en este momento la pequeña Marisol. Solo le rogaba a Dios que esta oportunidad que se estaba dando con este hombre, fuera una bendición para su vida porque temía algún día pagar el único error que ha cometido, prohibirle a Cristian su derecho de ser padre.
Por otro lado, habían pasado seis meses para Cristian cuando decidió irse a su ciudad natal a visitar a sus padres al lado de Natalia para presentarla; tenía nervios y esperaba que fuera bien recibida después de lo sucedido con Emma. Cuando llegaron, sentía que todo su cuerpo temblaba con solo el hecho de pensar en encontrarla, aunque su mente se reía de él porque sabía que Emma vivía en otro lado. Entraron a su casa, Natalia se saludó eufóricamente con su madre y su padre, siendo llevada a la sala para conocerla un poco más.
Su madre se fue a la cocina, allí Cristian la acompañó para preguntarle por Emma, pero ella solo negó, guardando sus dudas sobre la paternidad de la pequeña Marisol. Cristian también tenía sus dudas, pero igualmente cada vez que le preguntaba a su madre, ella manifestaba que la niña era de un novio que había tenido después de que él se fue para Argentina. Al principio dolió enterarse de eso, porque no creía que Emma fuera una más como las demás si no que la creía diferente, pero por ahí dicen que caras vemos, corazones no sabemos. Finalmente, se quedó una semana con su familia donde Natalia quedó encantada, amaba la ciudad y esperaba volver pronto. Ese acontecimiento, ocasionó que su relación se volviera más firme y creyera en el amor de ella, a pesar de que su padre estaba en contra por el simple hecho de que era mayor.
Nueve meses más pasaron para Cristian donde se encontraba finalizando su cuarto semestre de medicina. Aparte de ello, había conseguido trabajo como auxiliar en el hospital central debido a sus notas, siendo el mejor consecutivamente. Lo hacía por su familia, pero también por la promesa ante Emma de ser el mejor de todos, a pesar de ella no haber querido compartir ese sueño y triunfos a su lado. Un día, tuvo que asistir a un evento beneficioso de Natalia, para ser presentado ante la sociedad oficialmente como su novio, posando para diferentes fotos y saliendo en revistas. Cuando llegó esa revista a sus manos y leyó el titular, solo pensaba en Emma > > pero salió de sus pensamientos, al sentir unas manos largas y suaves sobre sus ojos.
— Mi pequeña Nata, nos vemos elegantes aquí — Susurro para que ella destapara sus ojos y viera la revista —, Realmente no sé qué haces al lado de un hombre tan feo y común como yo.
— No eres feo ni común, eres la sensación de toda Argentina che — Manifestó usando palabras ya arrasadas en su ser —, ¡Vamos a tomar unas birras! — dijo haciendo reír a Cristian, quien asintió porque necesitaba alcohol en su interior definitivamente.
…
— ¿Qué piensas hacer cuando termines? — preguntó Samuel en medio de la música; ya que se encontraba en la misma discoteca —, Sabes que nos falta un año y terminamos.
— No lo sé, tengo dos opciones — Manifestó encogiendo sus hombros mirando su vaso —, Puedo quedarme aquí al lado de Natalia o irme a mi ciudad natal con ella.
— Dura decisión, por mi lado me iré a Nueva York — Dijo chocando sus vasos de whisky —, Definitivamente, Argentina es hermosa, pero quiero mi ciudad natal.
— Me da miedo ir a Nueva York, ¿qué tal me la encuentre? — Pregunto, pero no recibió respuesta de Samuel; debido a que Natalia había vuelto abrazándolo por la espalda —, ¿Qué piensas hacer cuando terminemos? —, Interrogó a su amada novia.
— Me iré contigo a donde desees, tu solo mandas — Susurro para irse nuevamente, le encantaba bailar toda la noche y le molestaba cuando su novio solo quería tomar.
— Si te decides, allá te espero en Nueva York conmigo — Prosiguió su amigo respondiendo —, Igual, todavía nos falta un año para saber qué haremos con nuestra vida.