Está muerto

1138 Words

Durante todos estos años de matrimonio, jamás me había besado. Ni siquiera el día de nuestra boda. Apenas un roce de sus labios en mi mejilla, como si incluso ese gesto lo hiciera por obligación. Frío. Distante. Cada instante junto a él me dejaba claro que el amor entre nosotros nunca fue más que una formalidad. Y ahora... ahora hacía esto. Pero no importaba. No ahora. Por mucho que mi mente se tambaleara entre el enojo y las ganas de haberle devuelto el beso por una bofetada yo era una mujer profesional. Había aprendido, a base de golpes, a separar lo personal de lo laboral. Y hoy, más que nunca, debía mantener ese control. Mi corazón no tenía cabida en esta sala. Aquí no había espacio para mis sentimientos. Danna caminaba a mi lado, como siempre, un pilar firme en medio de la tormenta

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