Prólogo
Mi paciencia estaba al límite, y la muestra era mi pierna que no dejaba de moverse, esperando que mi madre diera inicio a la lectura del documento que marcarían los cambios en “Bercelli”. Durante años estuve esperando esto, y hoy tenía que ser el gran día.
—Trata de calmarte mi amor —Úrsula lo nota y con su delicada voz trata de relajarme, apoyando su mano en mi hombro—. Todos sabemos que ese puesto es tuyo, nadie más que tú eres el calificado.
Mis labios se curvan en una sonrisa, aceptando sus halagos y renovando la confianza en mí.
Pronto la puerta se abre y veo a mi madre ingresar, instante en el que todos nos ponemos de pie para saludarla.
—Bienvenida, señora Vera —es el saludo que da uno de los integrantes del directorio a lo que ella responde asintiendo con la cabeza.
—Me es grato saludar a todos, y saber que mi llamado ha llegado a cada uno de ustedes —ella sonríe, pero de repente su sonrisa parece desvanecerse cuando ve a Ursula, mi amada, pero luego vuelve a dirigirse a los demás integrantes—. Como sabrán, Bercelli ha liderado durante largos años el mundo de la moda por su alta costura y novedosos diseños. Desde muy joven se me permitió ingresar y hasta el día de hoy no tomé ningún descanso, sin embargo, la competencia se ha hecho mayor, y he de reconocer que es tiempo de ceder el puesto a alguien cuyas capacidades me han dejado gratamente sorprendida, por lo que le tengo la suficiente confianza para que dirija.
Era evidente que mi madre estaba hablando de mí, sonreí satisfecho.
Noto la mirada de los demás en el directorio, sé que algunos no estarán de acuerdo, pero sus opiniones no me importaban y eso lo demostraría cuando ocupara el puesto de Director de Bercelli.
—No quiero que esta reunión se alargue, sé que hay mucho por hacer, de modo que quiero que todos nos pongamos de pie para llamar al frente a quien estará a cargo.
Ursula acomoda mi corbata y yo doy un paso adelante, pero pronto mis pasos son interrumpidos, cuando veo que la puerta se vuelve a abrir y una pierna femenina se asoma, siendo seguido de un aroma a lirios que invade toda la sala de juntas.
Su larga melena oscura es el contraste de esa inconfundible piel pálida, la cual parece atraer más de una mirada al compás del movimiento de sus caderas cuando caminaba con una elegancia que nunca noté en su andar.
¿Q-Qué hacía Elinor aquí? Pronto esa duda sería resuelta, cuando mi madre la presentó como la nueva directora de Bercelli.
—¡Eso no puede ser verdad! —objetó Ursula, golpeando la mesa, ese puesto es de Benedict, ¡Es una usurpadora! —la señaló.
Mi madre estuvo a punto de responder, pero fueron las palabras de Elinor las que dieron la estocada final.
—Curiosa manera de llamarme, cuando usted se ha presentado en múltiples eventos como esposa de quien aún no me ha firmado los papeles del divorcio, pero no se preocupe, no tengo pensado reclamarlo, solo vengo a hacer mi trabajo.