No todo es dinero

2077 Words

—¿Señora Lancaster? —escuchó la voz de uno de los empleados por la puerta. Instintivamente, miré a Benedict, pero en un instante aparté la vista, dándole la espalda y apoyando los brazos sobre mi escritorio. —Sí, aquí estoy —contesté, mi voz intentando sonar calmada. Al instante, él ingresó, encontrándonos a Benedict y a mí en la oficina. —Lo lamento, señora, no quise interrumpirlos. Si desean, puedo volver en otro momento —dijo el joven, nervioso. —No está bien, fui yo quien te hizo llamar —respondí, sin moverme del escritorio—. Después de todo, el señor Bercelli ya se va. —Yo no he dicho que me voy —su tono arrogante me perforó, y cuando giré, vi esa mirada que tanto me enfurecía. Levanté la voz, sintiendo que mi paciencia estaba al límite. —El señor se retira —dije, firme—. No t

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