POV Elinor
—¡Que alguien me ayude! —El grito resonó con fuerza a lo largo del piso de dirección. Fue inevitable no salir a cerciorarme de lo que sucedía, pero al parecer no fui la única que lo escuchó, pues al salir encontré a Benedict y Desmond llegando. Fue entonces cuando me di cuenta de que el grito había sido de Úrsula.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunté, e inmediatamente Danna corrió hacia mí, abrazándome y apoyando su cabeza en mi pecho.
—Uy, no te imaginas, Elita. Ya sabes que te dije que volvería en un instante después de ir al baño, pero entonces encontré a nuestra querida compañera de trabajo y tenía un insecto en su cabellera. Como quise ser amigable, me ofrecí a quitárselo, pero claro, la pobrecita se asustó mucho por eso y gritó.
—Eso no es cierto —respondió Úrsula, acercándose a Benedict—. Ella dijo que me arrancaría los pelos. Yo solo quería ser amigable —miró a Benedict con ojos brillantes—. Quería darle la bienvenida, solo intentaba ser amigable.
—Ay no, seguro entendiste mal —respondió Danna—. Te dije que te arrancaría uno de tus hermosos cabellitos para poder sacarte el insecto. Yo sería incapaz de arrancarte todos los cabellos de tu hermosa y sedosa cabellera.
—Tienes que creerme, me amenazó y yo no le hice nada.
Al mirar a Danna, solo pude suspirar.
—Le creo a Danna —afirmé—, seguramente escuchó mal.
—Yo no escuché mal. Dijo que me haría cosas horribles, me trató de una manera tan horrenda.
—Bueno, quizás la tensión del momento, los nuevos cambios y el ruido de los demás empleados hicieron que escuchara mal —intervino Desmond.
—Benedict, estoy diciendo la verdad.
—Úrsula, te dije que necesitaba respirar. Por favor, necesito calma por al menos un momento —le respondió, dándole la espalda y marchándose a su oficina.
De este modo, Úrsula quedó sola en medio de nosotros tres y, sin tener mayor argumento, también se retiró.
—Pobrecita, yo creo que debería ir al otorrino.
—Danna —la miré fijamente y ella no pudo contenerse más y soltó una risa.
—Ay, está bien. Tú sabes más que nadie que si me buscan, me encuentran, y esa mujercita hace tiempo que me viene provocando con su actitud. Ya era momento de que alguien le diera una dosis de su propia medicina, y más le vale que tome mis palabras como una advertencia por si se atreve a hacerte a algo. No quisiera que pase lo mismo que la última vez.
Vi como la risa pasó a un segundo plano y el miedo se instaló en sus ojos.
—Solo sucedió dos veces —le respondí, dándole calma.
—¿Me perdí de algo? —preguntó Desmond, algo confundido.
—Nada importante, guapo —respondió Danna, palmeando su hombro para luego irse a la oficina.
—Tu amiga es un poco extraña —me comentó.
—Se podría decir que sí, pero es la mejor de todas. Así que tuvo sus razones para hacer lo que hizo.
—Entonces, eso quiere decir que lo que dijo Úrsula era verdad.
—Yo no estoy asegurando nada —le respondí—. Si esa es tu interpretación, pues está bien.
—No, no estoy interpretando nada. Aunque, siendo honesto, imaginarme por un instante a Úrsula totalmente calva arregló mi día.
Su comentario hizo que mi mente también lo imaginara, y sin darme cuenta, empecé a reír, llegando al punto de estallar en carcajadas.
—Nunca te había oído reír así —comentó Desmond, guardando silencio mientras yo trataba de controlar mi risa. Sin embargo, él seguía mirándome como si tuviera algo en el rostro. Quizás era el lápiz labial que se había corrido en mi mejilla y no sabía lo que estaba sucediendo. Pero él seguía ahí—. Ya, suficiente deja de mirarme.
Él sonrió y bajó la mirada, pero luego volvió a mirarme, sonriendo aún más ampliamente.
—En realidad, tienes una muy bonita sonrisa.
—¿Qué? —Su comentario me dejó sin palabras, y mi risa empezó a disminuir cada vez más—. ¿De qué estás hablando? Sabes que tus coqueteos no van a funcionar conmigo.
—No estoy coqueteando, simplemente estoy siendo honesto. Pues la verdad no me molestaría pasar mis horas libres escuchando tu risa, es muy contagiosa… —Durante algunos segundos guardó silencio y, acercándose a mí, tomó mi mano para besar mis nudillos—. Nunca dejes de sonreír —murmuró esto último, antes de retroceder en sus pasos y marcharse.
Durante algunos segundos me quedé en silencio, tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir. Bajé la mirada y observé mi mano. Dios, que alguien me explique lo que acaba de suceder.
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POV Benedict
—Imagino que me darás alguna explicación, ¿verdad? —Úrsula ingresó a mi oficina, echando ira hasta por los poros.
—Úrsula, estoy tratando de pensar las cosas adecuadamente. No es momento para que tengas pleitos.
—Yo no he provocado ningún tipo de pleito. Sabes muy bien que son ellas las que han venido a atacarme.
—Si lo que dices es cierto, entonces explícame qué hacías cerca de la oficina de Elinor.
Ella guardó silencio, pero luego negó con la cabeza.
—No puedo creerlo. ¿Me estás tratando así después de todo lo que hice por nosotros? —Su voz se quebró y, llevándose las manos a los ojos, sollozó—. Arriesgué mi vida para salvarte cuando éramos adolescentes y así es como me tratas. Incluso estuve contigo cuando Arnav murió, ¿yo no te importo? Estás dejando que ella me humille.
Cuando dijo esto, no pude evitar sentirme culpable. Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos para abrazarla.
—Úrsula, eso no es verdad. Eres lo más importante para mí y nunca olvidaré todo lo que has hecho por mí —pasando mis manos por sus hombros, levanté su mentón con mis dedos—. Por favor, no llores. Te prometo que esto solo será temporal —la pegué a mi pecho. Sin embargo, no sentí ningún tipo de calidez y me sentía miserable porque, a pesar del tiempo que había pasado, no surgía ninguna emoción. Era como una especie de bloqueo que simplemente no quería retirarse de mi cuerpo—. Tranquila, mi amor, te juro que voy a protegerte.
…
Ahí estaba, había esperado pacientemente fuera de la empresa. Úrsula ya se había retirado, así que debía arreglar este problema cuanto antes. No podía permitir que alguien provocara las lágrimas de Úrsula, no cuando yo estaba presente y había jurado protegerla con mi vida.
—Elinor —aparecí en el estacionamiento antes de que ella entrara en su vehículo.
Ella me vio, pero hizo caso omiso a mi presencia y, de todos modos, entró a su auto.
¿Acaso me había ignorado?
Con total decisión llegué hasta ella.
—Te acabo de llamar y te atreves a ignorarme. ¿Tan importante te crees?
—No tengo nada que hablar contigo, Benedict. El día laboral ha terminado y debo regresar a casa, así que, si me permites, por favor apártate y déjame ir.
—No vas a ir a ninguna parte sin antes escuchar lo que tengo que decir —completamente furioso, abrí la puerta de su auto y sujeté su mano.
—¿Qué estás haciendo? No tienes ningún derecho a hacer lo que estás haciendo.
Ignoré por completo su comentario y la obligué a salir de su auto, teniéndola frente a mis ojos.
—Me importa tres rábanos si es correcto o no, pero entérate de que no vas a arruinar mi vida.
—¿Arruinar tu vida? ¿Crees que me importa algo tu vida? —Ella tiró con fuerza su brazo, logrando que la soltara.
—Claro, a ti no te puede importar nada más que el poder, el dinero y las riquezas. Solo eres una mujer ambiciosa, alguien que está dispuesta a todo con tal de conseguirlo.
—Para una discusión hacen falta dos personas. Si quieres quedarte aquí hablando en medio del frío de la noche, pues quédate solo, yo tengo cosas más importantes que hacer en casa.
—No he terminado de hablar y lo sabes muy bien, Elinor.
—Pues no me interesa —me respondió con firmeza en su voz.
—¿Acaso me crees estúpido?
—No hace falta creerlo para saber que lo eres. El estúpido es estúpido y nunca va a reconocerlo.
Su respuesta solo provocó que mi sangre hirviera.
—Ya basta de idioteces. Sé perfectamente por qué has regresado. Quieres hostigarme, provocar que yo te firme el divorcio para que de este modo puedas obtener la mitad de mis bienes, lo cual no voy a permitir.
—Yo te dije claramente que no me interesan tus propiedades, es más, te ofrecí firmar un documento donde renunciaba a todo ello.
Solté una carcajada, por supuesto que yo no le creía.
—¿En verdad crees que me voy a tragar ese cuento? ¡Pero sabes qué! Solo falta un año para que esto termine. Una vez que esa maldita cláusula de nuestro matrimonio expire, finalmente podré divorciarme de ti, y para tu mala suerte, no obtendrás ni un centavo.
—¡Pues perfecto, entiérrate con tu dinero si es necesario! A mí no me interesa nada que venga de ti, Benedict. —Dio un paso adelante, mirándome con una intensidad feroz—. Lo único que lamento en mi vida es haber desperdiciado esos dos años en los que me perdí a mí misma por entregártelo todo. Fuiste mi peor error, Benedict Bercelli.
Las palabras de Elinor golpearon como un martillo. Mi ira creció, quemando por dentro como un fuego que no podía apagar.
—El único error aquí fuiste tú, un maldito error que llegó a mi familia para arrebatarnos a mi hermano. Algún día vas a pagar por eso.
Ella exhaló con fuerza, su frustración palpable.
—¿Sabes qué? No pienso darte más explicaciones. Te he dicho una y otra vez que soy inocente.
—¿Inocente? ¡Por supuesto! Por eso mi hermano murió un día antes de su boda, ¡qué conveniente, Elinor! —mi voz se elevó, la furia desbordándose en cada palabra.
—¡Ya estoy harta de que me culpes! —su rostro se encendió de ira, las mejillas ardiendo—. Yo quería a Arnav, y se lo dije tanto a tu familia como a ti. Estábamos celebrando el último día de nuestra soltería. Apenas probé una galleta, él tomó esa copa de vino y luego… —su voz se quebró, ahogándose en el silencio.
—La culpa te consume, lo sé. ¡Sabes que tú tuviste la culpa! No sé cómo lo hiciste, pero cumpliste con tu plan. ¡Me arrebataste lo que más quería! —sentí mi corazón retorcerse—. Arnav era lo más puro de mi vida, mi otra mitad. Me quitaste el alma. Aquel día no solo murió la persona más noble que jamás conocí, yo también morí con él. ¡Tú mataste a mi hermano! —grité, el dolor desgarrándome por dentro, un dolor que nunca se había apagado.
—¡Te lo he dicho mil veces, yo no…! —de repente, sus ojos se abrieron desmesuradamente y sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta.
Elinor jadeó, su respiración se volvió errática, su cuerpo empezó a temblar como una hoja en medio de una tormenta.
—Danna… —logró decir, con voz entrecortada.
—¿Qué tiene que ver ella aquí? ¡Estamos hablando tú y yo!
—Tengo… tengo que llamar a Danna —repitió, llevando una mano a su pecho—. Ella…
De repente, su mano subió a su garganta, sus labios se volvieron pálidos, y en sus ojos vi un miedo que reflejaba el último aliento de Arnav.
—¿Qué te pasa? ¡Responde!
Pero no hubo respuesta. Su cuerpo se desplomó, y justo a tiempo, la sostuve en mis brazos, sintiendo su peso caer sobre mí.
—¿E-Elinor…? ¡Oye, reacciona!
El mismo terror, la misma impotencia que sentí al perder a mi hermano se apoderó de mí, y entonces…
—¡Elita! —La voz de Danna cortó el aire como un rayo. Apareció entre los autos, corriendo hacia nosotros—. ¡Dios mío…! ¿¡Qué le hiciste!? —me gritó, tocando desesperadamente el rostro de Elinor, luego su barbilla—. ¡No, no otra vez, por favor… no!
Los gritos alertaron a alguien más que estaba cerca.
Desmond intervino, observando la escena que causó preocupación en su mirar.
—No traje lo necesario, por favor ayúdeme a llevarla a casa —pidió Danna a Desmond a lo que él aceptó y me la quitó de los brazos.