15 de febrero de 2003 -¡No! La voz alta y sorprendida de Amira resonó en la cafetería. Annice trató de hacerla bajar el volumen mientras tomaba otra galleta y se la llevaba a la boca, pero prácticamente le resultaba una acción imposible. Amira la miraba con el ceño fruncido, una evidencia de su molestia. -¿Es qué has perdido la cabeza? -prosiguió, en medio de su enfado. Luego, resopló y se recostó en su asiento-. En efecto, has perdido la cabeza -aseguró. Comprendía perfectamente los motivos de su enfado. Es decir, ella había estado enfadada con Daimon durante días. Sin embargo, una parte de ella, la que se sentía atraída por él, se negaba a seguir estándolo. Tal vez, estaba cometiendo una equivocación. Puede que las cosas no mejoraran, después de todo, y que él siguiera compo