30 de enero de 2003 Amira Los ojos de Amira se desviaron hacia el teléfono de Annice, que vibraba nuevamente a causa de una llamada perdida. Ella sabía que Annice no planeaba responder la llamada, ni a los mensajes, ya puestos. Le había explicado brevemente los motivos por los que estaba enfadada con Annice y, aunque la idea de responder ella misma al teléfono y mandarlo a la mierda era tentadora, sabía que no podía hacerlo. En su lugar, se dejó caer sobre el sofá de Annice y la observó mientras tecleaba algunas cosas en su ordenador. La rubia tenía que el ceño fruncido al tiempo que borraba y escribía, para empezar nuevamente con la acción. Las cosas serían mucho más sencillas si dejara de ignorar a Daimon y le respondiera simplemente a las llamadas, sin embargo, no parecía dispue