27 de febrero de 2003 Bump. Bump. Bump. Las manos de Annice se apretaron sobre el regalo que sostenía entre sus manos. ¿Le gustaría a Daimon lo que había traído? Solo había una forma de comprobarlo. Tocó el timbre una vez y esperó. No pasó más de un minuto cuando escuchó pasos acelerados acercándose a la puerta. El rostro sonriente de Daimon se presentó ante ella como un rayo de luz. Sus ojos verdes brillaban eufóricos mientras la miraba y, en consecuencia, el corazón de ella se apretó con regocijo. -Te estaba esperando, muñeca. Annice sintió ganas de besarlo. Lo hizo y él la estrechó entre sus brazos y la apretó contra su cuerpo endurecido por el boxeo. -Feliz cumpleaños -murmuró pegada a sus labios. Él le sonrió sobre su boca. -Gracias, preciosa. Quería seguir abrazada a él