20 de enero de 2003 Annice se llevó la taza a los labios y tomó un sorbo de su té al tiempo que trataba de ignorar la intensa mirada que le dirigía Dan. El lobo gruñó, molesto. Ella sabía por qué estaba así. No le gustaba su relación con Daimon. Era bastante irónico cuando lo pensaba, puesto que a Daimon no le gustaba tampoco Dan. -Sabes que por mucho que gruñas, no voy a cambiar de parecer, ¿verdad? Dan refunfuñó y se apoyó en el respaldo de su asiento, con los brazos cruzados. El cabello le caía suelto sobre los hombros intensificando sus rasgos de hombre y dándole una apariencia aterradora. -Ese macho no merece tu atención -gruñó. Ella sonrió y se encogió de hombros. -Lidiaré con las consecuencias. Daniel resopló. -Increíble. Annice tomó una galleta de chocolate y se la lle