En mi casa iban a poner el grito al cielo cuando mamá se enterara. Pero ellos estaban pasando por una situación difícil y yo tenía la excusa perfecta para estar ayudando. Nos mandaron a descansar un rato porque ellos se debían devolver en unas horas entonces Gerard me tomó de la mano y dijo: —¡Ven vamos a comer! —Guardé todo y me acerqué para que nadie escuchara: —Si, vamos a comer – nos… —Me torció los ojos y yo me encogí de hombros. Salimos y él andaba en moto así que fuimos a un restaurante, pedimos una sopa de verduras y una pechuga a la plancha. Me hizo sudar la comida y ahora me sentía toda pegajosa y le dije: —¿Qué te parece si vamos a un lugar donde me pueda asear? Necesito agarrar energías para seguir pendiente de Adriana. No me dijo nada pero agarró la vía de la autopista