Como si no fuese tanto lo que estaba arriesgando llegué a la estúpida conclusión de que si las cosas habían pasado así era por una señal del destino. Aunque no le hablé con claridad de lo que pensaba esperé que pasara el entierro de los dos; porque al final le pusieron el bebé en el mismo ataúd. Ese día todas las personas estaban agotadas y debatiéndose ante el dolor por la muerte de Adriana. Era muy bondadosa con sus vecinos, trabajaba en una escuela en el área de limpieza y el cariño con el que la acompañaron a su última morada demostraba cuanto la apreciaban. Llegué a fregar todos los trastes de la cocina y a entregar otros que se habían prestado a los vecinos. Esa noche terminé exhausta y al otro día madrugaría para mí casa. Me bañé y empecé a poner crema hidratante en el cuerp