CAPÍTULO 27. ―Estoy aquí en la farmacia Golden… ―antes de que Vivían terminara de hablar, Máximo la interrumpió ―Espera allí, voy de inmediato. Arrojo el teléfono a Piero, quien lo atrapo con rapidez y lo siguió apresurado. Los demás siguieron su ejemplo. Al llegar al lugar que dijo Vivían, vio a la chica de cabello castaño en cuclillas al costado de la carretera, mientras era consolada por un joven de cabello rubio y aspecto extranjero. Al verlo acercarse, enseguida se pusieron de pie. ―¿Qué sucedió? ―pregunto con voz profunda ―¿No estaba ella en clases? ¿Por qué vino aquí? ―Estábamos a punto de entrar, pero de repente dijo que le dolía la cabeza. Le pregunté si quería ir a la enfermería, pero ella dijo que volvería a casa a descansar. Todos pensamos que iría a casa de su tío… ―Viví