CAPITULO 1
Prefacio.
Iba a casarme con un hombre al que no amaba. Un hombre que no era él.
Estaba esperando en esta solitaria iglesia, tratando de convencerme de no salir corriendo y escapar.
―Señorita, ya está lista ―dijo la maquilladora.
Pase mis manos por el frente del vestido que quizás en otro momento me hubiera parecido hermoso. Hecho de encaje y delicados botones.
Era blanco, perfecto, virginal.
―Es hora de colocar el velo. ―continuo la mujer.
Mis ojos se encontraron con los suyos en el espejo. ―No puedo.
―Físicamente, es capaz ―dijo mientras tomaba mi mano ―Son nervios de novia.
―No… ―Repetí ―No lo amo.
―Señorita, no puede flaquear ―susurro mientras miraba al hombre de aspecto severo que vigilaba la puerta. ―No sé qué la obliga a hacer esto, pero sea lo que sea, estas personas no son simples.
Mis labios color rosa se apretaron sabiendo que tenía razón. Desde el momento en que aquel hombre me dijo que tenía que casarme con su sobrino, si quería que mi tío siguiera viviendo, supe que era así.
—¿Puedes ayudar a colocármelo? ―le tendí el collar que estaba en mi mano.
La forma del collar era un pequeño corazón, la mitad eran diamantes rosas y la otra mitad eran diamantes azules. Ella pareció dudar por un momento, luego extendió la mano y tomo el collar de mi palma y lo puso en mi cuello.
A través del espejo, mire el corazón y recordé su promesa.
“Estaremos juntos toda la vida. Tú eres el rosa y yo soy el azul. Sin ti, no estoy completo”
Estas palabras se repitieron en mi mente, él había desaparecido sin ninguna explicación. Durante dos meses completos, intente descubrir su paradero, espere recibir al menos una llamada, pero él nunca se comunicó.
Hizo una promesa tan importante con mucha facilidad, sabiendo que lo grabaría en mi corazón. ¡Pero me abandono cruelmente!
«Paolo, ya que no puedes cumplirla, ¿Por qué molestarte en hacerla?»
Mis labios se alzaron con ironía, pensé que este día llegaría y que sería el quién me esperaría en el altar. En cambio, hoy voy a casarme con un hombre que ni siquiera conozco.
Sonó un golpe en la puerta, y un hombre irrumpió. ―Es hora de irse.
La mujer me miro con ojos complicados, y la miré rogándole en silencio que me ayudara. Pero no podía.
―Colócame el velo. ―dije.
―Sí.
La mujer y el hombre apostado en la puerta me ayudaron a bajar de mi pedestal y recogieron la larga cola de mi vestido. Marchamos por el pasillo hasta la parte trasera de la iglesia. Y la mujer se movió para cubrir mi rostro con el velo.
Tome unas cuantas respiraciones, cuando la marcha nupcial, comenzó.
Una hora antes…
―¡Porque tengo que casarme con esa mujer!
―Por qué obtendrás todo. Si quieres remplazarme y tener el poder será mejor que te presentes en esa iglesia.
Enzo D’Luca no dijo nada más y salió de la oficina y casi al instante un vaso impacto con fuerza en la pared.
―¡Maldita sea!
―Jefe, ¿está bien?
―Consígueme toda la información de esa mujer ―ordeno Máximo.
Aun si la ira lo dominaba por completo y no deseaba ser controlado. Su tío supo cómo doblegarlo. Desde que perdió a su padre, se ha estado preparando para ese día, pero ahora lo obliga a casarse con una extraña como condición. Él no acepta órdenes de nadie.
―Jefe, estuve investigando por mi cuenta y no hay nada. Su tío ni siquiera dio un nombre. Es como buscar un fantasma.
Máximo apretó los labios con fuerza y se dejó caer en su silla.
—Señor… es hora de irse.
—Lobo azul, ¿Qué pasa si no voy a la iglesia? — pregunto a sabiendas, su tono guardaba ira e impotencia.
Habiendo dicho eso, se puso de pie, tomo la chaqueta del traje en el respaldo de la silla y salió.
—El viejo siempre tiene una manera — respondió el hombre llamado “Lobo azul” y lo siguió.
—¿Dónde está ella? — su tono era despreocupado, como si hiciera la pregunta al azar y casualmente.
Y lobo azul también respondió casualmente — No lo sé.
Sin embargo, cuando Máximo paso por la oficina del presidente, sus pasos se ralentizaron involuntariamente hasta que se detuvo, pero después de mirar la puerta cerrada, continuo sin mirar atrás.
A toda velocidad, el Aston Martin cruzo las concurridas calles, seguido de un Ferrari igualmente n***o.
El auto deportivo se detuvo en la entrada de la iglesia.
La puerta se abrió y un hombre alto y atractivo salió de él. Frente al resplandor del sol, su cabello n***o brillaba, dándola un aura elegante y noble como un príncipe.
—¡Bueno… llego el novio! — exclamo Alonso, unos de los guardaespaldas.
Máximo se acercó con una cara fría, miro a Alonso y camino directamente hacia el altar, ella no estaba allí. Pero se dijo que no tenía ninguna razón para estarlo.
Alonso lo siguió y miro a los demás hombres que estaban inmóviles junto a la puerta, todos se miraron consternados.
Él los ignoro y fue directamente al salón de padrinos, camino al único sofá, arrojo la chaqueta en el respaldo del mismo y luego se arrojó en él, arrancando la corbata alrededor de su cuello con irritación.
Casi inmediatamente un hombre entró en la habitación y se apresuró hacia Máximo, y le susurro algo al oído. Aunque todos no pudieron escuchar lo que dijo, al mirar su cara de disgusto pudieron adivinar que debía ser algo malo.
Todos conocen al hombre que se había acercado era Tom. La persona de mayor confianza de Enzo D’Luca.
—¿Qué se propone el anciano con todo esto? — pregunto uno de los hombres.
—No lo sé. Pero Máximo no está muy contento con este acuerdo, la única razón por la que acepto esta tontería es porque le permitirá hacerse del control total de la organización y la empresa.
Marco intervino — Es un precio que tiene que pagar. Pidámosle a la virgen María que no sea fea.
Con especulaciones y dudas, la boda comenzó. En salón de la iglesia había una cierta cantidad de personas, el lado de la novia estaba vacío, solo había un bondadoso anciano sentado en primera fila del lado del novio.
Sonó la marcha nupcial y el maestro de ceremonia anuncio el inicio de la boda.
Máximo se paró en el altar y miro hacia la puerta de la iglesia. No había ninguna expresión en su cara, era como si la boda no tuviera nada que ver con él.
La novia caminó lentamente por el pasillo y el vestido de novia blanco y el ramo de rosas complemento su belleza. Aunque su rostro estaba cubierto con un velo, se podía apreciar levemente su delicadeza, el vestido de novia envolvía su cuerpo exquisito, su piel era delicada y nívea.
—¡El anciano arreglo que la novia del jefe fuera una mujer hermosa!
Exclamo Alonso alzando las comisuras de sus labios en una sonrisa. Ellos solo pueden mirar desde afuera, su deber es cuidar la entrada de la iglesia.
Máximo miró a la mujer que caminaba hacia él y su expresión se volvió más indiferente. No entendía por qué ella accedió a la petición de su tío y prometió casarse con un extraño al que nunca había conocido.
Como mujer, «¿No quieren todas casarse con el amor de su vida? ¿Elegir a quien amar y vivir a su lado para toda la vida?»
Tal vez el arreglo de su tío era exactamente lo que ella quería, después de todo, no todos podían entrar a la familia D’ Luca.
Cuando estaba pensando en esto, ella ya estaba parada frente a él. Volvió en sí y sus ojos se posaron en la mujer que estaba a su lado.
— Por favor, levanta el velo de la novia — dijo el sacerdote.
No dudo, tal vez también quería ver cuál era el rostro que había debajo del velo. Ella nunca lo miro, con los ojos bajos, él podía ver sus largas pestañas, nariz griega y labios rosados. Su piel se veía cristalina, aterciopelada. Sin ninguna imperfección.
No tenía adornos adicionales en su cuerpo, solo un collar alrededor de su cuello que era muy llamativo, y él supo que tenía mucho valor de un vistazo. Supuso que su tío estaba dispuesto a gastar mucho dinero, con tal de conseguir sus propósitos.
Ella se mantuvo callada, como si todo lo que sucedía a su alrededor no tuviera nada que ver con ella. No pudo evitar creer, que quizás su juicio estaba equivocado, que quizás ella no estaba dispuesta y también se vio obligada, igual que él.
El sacerdote ya había comenzado a leer el discurso sobre el matrimonio y él respondió las tres palabras.
—Sí, acepto — sin expresión alguna.
Luego se dijo a sí mismo que solo era una boda, que esto no afectaría su vida y no causaría ninguna influencia en ella. Él sigue siendo Máximo D’ Luca.
La mujer a su lado también pronuncio la misma frase.
—Acepto.
Cuando el sacerdote le entregó el anillo, observó que ella lo tomaba de forma obediente y extendió su delicada mano para tomar la de él. Estaba molesto, pero, a pesar de todo, dejó que ella pusiera el anillo en su dedo y luego él hizo lo mismo.
— Ahora, puedes besar a la novia.
Finalmente, llego la última parte y los poco presentes miraban expectantes. Era solo una boda carente de sentido, vacía y sin amor. Se preguntó qué era lo que tenía de emocionante.
Después de que Máximo miro a la mujer frente a él durante unos segundos, la tomo de los hombros, bajo su cabeza lentamente y presiono sus labios con los de ella. Era obvio que ella no quería esto, él pudo sentir su insatisfacción y rigidez.
Cuando todos estaban emocionados, el sacerdote exclamo solemne.
— ¡Los declaro marido y mujer!
Hubo algunos aplausos, pero estos cesaron cuando alguien gritó sorprendido —¡Rebeca!
La gente miró hacia la entrada de la iglesia y vieron a una mujer.
Ella les sonrió.