Cuando se despertó al día siguiente, el sol brillaba intensamente y la persona ya no estaba a su lado. Thalia dio suspiro de alivio, de lo contrario habría sido demasiado vergonzoso para ella. Cuando bajo las escaleras, el ama de llaves la saludo apresuradamente. ―¡Señora, esta despierta! El desayuno está listo, se lo traeré. Desde que vive aquí, era la primera vez que se levanta tan tarde, por lo que no pudo evitar sentirse avergonzada. ―Ehh, no te preocupes Elena… me levanté un poco tarde. Ya casi es hora de almorzar. ―No es demasiado tarde, además, el amo nos dijo que no la molestáramos y que la dejáramos descansar. ―dijo el ama de llaves. Thalia no se perdió la sonrisa en su rostro. ―Y… ¿Qué pasa con los demás? ―se sentó en la mesa del comedor. ―El señor se fue a la empresa bien