AARÓN
Tras salir de la habitación de Ángela me dirijo a la mi. Entro y me quito la ropa para poder darme una ducha. Una vez dentro del baño abro el grifo y me introduzco bajo el agua, dejando que esta caiga por mi cuerpo haciendo que me relaje.
Salgo de la ducha y me coloco una toalla en la cintura dejando ver mi torso desnudo. Me encamino hacia el vestidor para ponerme un pantalón de chándal y acostarme a dormir. Una vez termino de ponerme el pantalón, me acuesto en mi cama y no puedo dejar de pensar en el abrazo que Ángela me dio. Nunca antes había sentido tanta paz con un abrazo y mucho menos desear quedarme así para toda la vida.
- ¡Hay Aarón! No puede ser. ¡Con ella no! - Me digo a mí mismo en un susurro.
Me despierto al día siguiente al escuchar romperse algo contra el suelo en la planta de abajo, haciendo que me levante como un rayo pensando que están tratando de entrar a la casa, empuñando mi pistola, la cual tengo debajo de la almohada, pero me doy cuenta de que si fuera así ya se escucharían disparos de mis hombres tratando de impedir que lo logren.
Guardo mi pistola en el primer cajón de mi mesa de noche y me dispongo a ir a la planta de abajo para averiguar qué es lo que paso. Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, donde al entrar me encuentro con Ángela recogiendo unos platos rotos y al verme se sonroja, ya que tengo mi torso desnudo.
- ¿Qué estás haciendo? – le pregunto serio y veo como se pone nerviosa.
- Este yo… No podía dormir, así que me levanté y vine a preparar el desayuno para todos, pero se me cayeron algunos platos – dijo nerviosa y mirándome con miedo – Perdón por despertarte – dijo apenada.
- No me despertaste, tranquila– miento – Mejor ten cuidado, no quiero que te cortes con todos estos vidrios – le dije mientras me acercaba para ayudarla a recoger los vidrios.
Cuando terminamos de recoger los vidrios entran por la puerta María y Consuelo muy contentas las dos.
-Buenos días – dijo Consuelo con su alegría habitual.
-Buenos días – dijimos Ángela y yo a dúo, haciendo que a esta se le escapara una sonrisa al igual que María.
-Veo que se están entienden bien, porque ahora contestan a dúo – dice Consuelo divertida y yo la miro queriendo matarla.
- Buenos días, mi niño – me dice María dándome un beso en la mejilla como todos los días.
- Buenos días, nana – le digo.
- Buenos días, Ángela – le dice María dándole un beso al igual que a mí - ¿Cómo dormiste? – le pregunta.
- Muy bien – contesta Ángela con una sonrisa.
- ¿Y tú ahora eres exhibicionista o qué? – pregunta María mirándome – Vete ahora mismo a poner una camiseta – dice seria señalándome la puerta y yo obedezco.
- Aarón – me llama Consuelo provocando que me detenga y la mire – ¿Hoy vamos a entrenar? – me pregunta.
- Claro que sí – le digo y me salgo de la cocina en dirección a mi habitación para ponerme mi ropa de entrenamiento.
ÁNGELA
Aarón se acaba de ir a su habitación a ponerse una camiseta mientras yo estoy en la cocina sin poder dejar de pensar en sus abdominales marcados y sus pectorales tan definidos, pero lo que más me causa curiosidad es un tatuaje escrito en braille, que tiene en su columna. ¿Qué significará?
- ¡Tierra llamando a Ángela! – dice Consuelo dándome unos pequeños toquecitos en la cabeza.
- Perdón. ¿Qué me estabas diciendo? – dije sacudiéndome la cabeza para alejar mis pensamientos.
- ¿Qué si puedes ayudar a María a hacer el desayuno? – me pregunta Consuelo - Hoy es domingo y es el día libre de las muchachas que trabajan como cocineras – termina de decirme.
- Sí – digo.
- Perfecto, mientras tú ayudas a María con el desayuno, yo voy a entrenar con Aarón, ya que ayer no lo hicimos – dice.
- ¿Cómo que a entrenar? – pregunto sorprendida.
- Sí. Es que Aarón desde que me trajo a vivir aquí me ha enseñado un poco de artes marciales mixtas, puesto que él es cinturón n***o. Y también me ha enseñado a usar armas para defenderme en caso de que nos ataquen– dice y yo me quedo pensando en quien se atrevería a atacar esta casa si está más vigilada que el pentágono.
Consuelo salió como un rayo para ir a entrenar con Aarón y yo y María nos quedamos solas en la cocina.
- ¿Qué te apetece desayunar? – me pregunta.
- La verdad es que me levante con deseos de prepararles unos huevos rancheros, pero cuando iba a agarrar unos platos se me cayeron – digo apenada
- No te preocupes por los platos – me dice regalándome una sonrisa - Entonces vamos a hacer unos huevos rancheros – dice mientras abre la nevera y saca todos los ingredientes que necesitamos para prepararlos.
….
- ¿Puedo preguntarte algo? – dije y ella me miro.
- Lo que tú quieras – me dice limpiándose las manos y acercándose a mí.
- ¿Tú conoces a mi padre? – le pregunté y ella sonrió.
- Si lo conozco desde hace muchos años, de hecho tú y Aarón no habían nacido – dice y yo me pongo a pensar porque nunca me lo contó.
- ¿Cómo lo conociste? Te pregunto por qué no entiendo como mi padre puede confiar tanto en Aarón para mantenerme a salvo – digo y ella toma mi mano entre las suyas.
- Tu padre y el de Aarón eran amigos desde niños y se la pasaban juntos todo el tiempo – dijo con una mirada nostálgica - Hasta que tu padre decidió alejarse – termino diciendo.
- ¿Qué fue lo que paso para que mi padre decidiera alejarse? – Pregunto con curiosidad.
- Tu padre empezó a trabajar en un bufete de abogados y el padre de Aarón se fue por el mal camino – dijo seria.
- ¿Por qué dices que el padre de Aarón se fue por el mal camino? – le pregunto y me mira a los ojos.
- Tú no sabes cómo se apellida Aarón, ¿verdad? – me pregunta confundida.
- No. Apenas sé que se llama Aarón porque escuche cuando lo llamabas así anoche – digo.
- Pues su apellido es Montero – dice y yo la miro pensando que escuche mal.
- ¿Dijiste Montero? – Asiente – Eso quiere decir que Aarón es hijo de Iván Montero – digo tapándome la boca con la mano sin poder creérmelo – Entonces Aarón es el jefe del Cartel del Norte – digo en un susurro.
- No – dice segura – Aarón no ha querido ocupar el puesto que era de su padre y eso le ha traído enfrentamientos con carteles enemigos, ya que ellos creen que Aarón puede ser un peligro para sus negocios a largo plazo – termina diciendo y yo la miro sin creerlo.
- Eso no puede ser verdad. Todos los hijos de los narcos crecen queriendo ser como su padre - digo seria.
- Tienes razón en una sola cosa – dice mirándome.
- ¿En qué? – pregunto.
- En que los hijos de los narcos quieren sé cómo su padre, y Aarón también era así, ya que desde los 8 años su padre empezó a entrenarlo para que llegado el momento tomara su lugar, pero su madre jamás estuvo de acuerdo con eso. Aarón creció deseando ser como su padre, pero cuando tenía 14 años sufrimos un ataque de un cartel enemigo y la madre de Aarón murió, lo que provocó que convertirse en el hombre maravilloso que es hoy en día, tal como su madre quería – dice y yo no puedo contener las lágrimas.
- Debió de ser difícil para él perder a su madre y más de esa forma – digo.
- Si lo fue. Aarón adoraba a su madre, tanto así que desde que ella murió nunca lo he vuelto a ver, llorar ni sonreír, y mucho menos, volver a tocar el piano – dice con la mirada triste.