CAPÍTULO 1
Muchas personas tienen la mala costumbre de juzgar a los demás por su apariencia física, su forma de vestir, de hablar o de comportarse con los demás. Yo también era así hasta que lo conocí a él, y me di cuenta de que no podemos juzgar a alguien solo por su forma de ser.
Supongo que todos se están haciendo las mismas preguntas. ¿Quién soy yo y quien es él? ¿Cómo nos conocimos? Pues bien...
Mi nombre es Ángela Mendoza, tengo 20 años, soy de tez blanca, ojos verdes, cabello largo de color castaño, y soy la hija de Antonio Mendoza, uno de los abogados más reconocidos en México y Estados Unidos.
Hoy en la mañana, después de salir de mis clases en la universidad me secuestraron, y ahora mismo me encuentro en el centro de una tarima vestida con un baby doll blanco y una tanga del mismo color delante de un montón de desconocidos que me quieren comprar. La gran mayoría son hombres de entre 50 a 60 años. A mi lado se coloca un hombre de unos 40 años, alto, tez blanca, ojos negros y cabello canoso, con un micrófono en su mano.
- Caballeros. Hoy tenemos a una joven llamada Ángela Mendoza, tiene 20 años y como pueden ver sería capaz de matar a cualquier hombre con tan solo mirarlo con esos ojos verdes, pero lo más importante es que es virgen. Así que vamos a ver cuánto están dispuestos a pagar por semejante belleza. Empieza la puja con 2 millones de dólares – dijo para presentarme y yo sentí ganas de vomitar del asco.
- 2 millones de dólares – dijo un viejo con cara de cerdo.
- 2 millones y medio de dólares – dijo otro.
Así estuvieron durante unos 5 minutos diciendo cifras cada vez más altas, hasta que de repente se escucha …
- Se terminó la puja, señores – dijo una voz grave y firme a lo lejos, acercándose a la tarima con un montón de hombres vestidos de n***o a su alrededor, supongo que son sus guardaespaldas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca lo pude ver mejor. Era un hombre joven de unos 30 años más o menos, alto, cabello corto de color n***o, barba recortada, ojos azules. Su rostro se encontraba serio y su mirada era fría, estaba vestido con un traje n***o.
- Usted no puede decir que la puja se termina – dijo un hombre de unos 60 años poniéndose de pie.
- Si lo puedo hacer, ya que ninguno va a ser capaz de superar mi oferta – dijo mirando y escapándosele una sonrisa – Ofrezco 100 millones de dólares por la muchacha – dijo con tranquilidad como si fueran 10 dólares y todo el mundo se quedó en silencio.
- ¿Alguien va a superar la oferta del caballero? – dijo el que me había presentado como si fuera un objeto y todos negaron con la cabeza mientras se escuchaban sus murmullos – Bien. Entonces caballero puede llevarse su adquisición una vez haya pagado – le dijo este mientras el otro se acercó y me ofreció su mano para bajar de la tarima, la cual tome con temor dándome cuenta de que tenía la piel muy suave. Una vez abajo este se desabrochó la cacheta del traje y me la puso alrededor de los hombros para cubrirme, acto que no me esperaba.
- Vete por el maletín con el dinero y págales – le dijo este a uno de sus guardaespaldas antes de acercarse a mí y poner su mano derecha en mi espalda para que caminara junto a él.
Salimos del lugar y en la puerta hay tres camionetas negras estacionadas en fila con varios hombres alrededor de ellas. Veo como uno de esos hombres abre la puerta de la camioneta del medio.
- Vamos para la casa – dijo al hombre que nos había abierto la puerta, este solo asintió. Nos subimos a la camioneta y las camionetas se empezaron a mover.
Una hora después veo como un portón se abre para permitirnos el acceso al interior, donde a lo lejos puedo ver una mansión enorme con muchas ventanas. Las camionetas se estacionaron en frente de unas escaleras que daban a la entrada de la casa. Uno de los guardaespaldas abrió la puerta tal cual lo habían hecho anteriormente para que pudiéramos bajar, cosa que hicimos.
- Ya se pueden ir a descansar – le dijo a sus guardaespaldas.
- Como ordene, Señor – dijeron al unísono todos y se dieron la media vuelta para irse.
- Vamos – me dijo este en un tono firme, pero sin sonar agresivo, volviendo a ponerme su mano en mi espalda para que empezara a subir las escaleras junto con él.
Cuando entramos a la mansión me quede en shock, ya que todo era hermoso, parecía una de esas casas que salen en las películas con su recibidor enorme y una lámpara de araña colgando del techo. El salón era igual de espacioso, con varios sofás y un piano en un lateral al lado de un gran ventanal, el cual permitía ver toda la ciudad a lo lejos y junto a este pude ver a una mujer mayor de tez blanca, cabello n***o canoso, ojos color miel, la cual en cuanto se dio cuenta de nuestra presencia empezó a caminar hacia nosotros.
- Mi niño. ¿Cómo te fue? – le dijo está con una voz tan dulce y llena de amor, acercándose y dándole un beso en la mejilla.
- Bien, nana – dijo este mientras ella me miraba con curiosidad – Nana te presento a Ángela. Ella se va a quedar con nosotros por un tiempo – dijo este sin más.
- Mucho gusto Ángela, mi nombre es María y soy la nana de Aarón – dijo con una voz dulce y dándome un abrazo. Echo que me hizo que me tensara porque no me lo esperaba.
- El gusto es mi – dije con timidez.
- Nana, le puedes pedir alguna de las muchachas que le preparen una habitación de huéspedes a Ángela y que le presten ropa, por favor – dijo Aarón, muy amable y está asintió mientras yo me quedaba en shock, y pensando en lo que le acaba de pedir a su nana. ¡No entiendo nada! Me acaba de comprar como si yo fuera un objeto y se está portando como un caballero en vez de estar abusado de mí o amenazándome con matarme si no hago lo que él quiere. Este hombre me desconcierta.
- Consuelo. Consuelo ven por favor – grito un poco María con su dulce voz.
- ¿Qué pasa María? – dijo está entrando como un rayo en el salón. Era una muchacha de unos 25 años, tez blanca, ojos color miel, cabello de color n***o recogido en una trenza – No sabía que ya habías llegado Aarón – dijo está con una sonrisa acercándose a él y dándole un abrazo.
- Apenas acabo de llegar – dijo mientras le devolvía el abrazo.
- ¿Y ella quién es? – pregunto Consuelo después de alejarse de él y mirándome con una sonrisa en sus labios.
- Ella es Ángela. Va a pasar un tiempo con nosotros – volvió a decir.
- Mucho gusto Ángela, mi nombre es Consuelo – dijo está dándome un abrazo el cual le devolví.
- El gusto es mi – dije devolviéndole la sonrisa.
- Consuelo, puedes llevar a Ángela a una de las habitaciones de huéspedes y prestarle algo de ropa tuya – le pido María.
- Claro que sí. La voy a llevar a la habitación que queda en frente de la mi – dijo con alegría – ¿Me acompañas? – me pregunto señalando hacia donde teníamos que ir y no supe que contestar.
- Ve, tranquila – me dijo Aarón al darse cuenta de que yo no sabía si podía ir.
- Mi niño. ¿Puedo hablar contigo un momento? – le pregunto María a Aarón y este asintió en respuesta.
- Vamos al despacho – dijo este mientras Consuelo me agarraba de la mano y me llevaba con ella al piso de arriba.
Al llegar al piso de arriba vi un pasillo largo que en sus paredes tenía colgados varios cuadros de diferentes pintores como Pablo Picasso. Consuelo se detuvo frente a una puerta y la abrió dejando ver la enorme habitación. Al entrar se podía ver una cama doble en medio de la habitación con dos mesillas de noche a cada lado, una cómoda en los pies de esta y dos puertas justo enfrente de la cama que supongo serian el baño y el vestidor, una estantería con libros a un lado del enorme ventanal el cual dejaba ver un lago a lo lejos. La habitación era de color blanco haciendo que esta pareciera más grande de lo que era.
- Esta será tu habitación. La mía es esa– dijo señalando hacia la puerta de enfrente – En esta puerta está el baño – dijo abriendo la puerta de la derecha - Hay un armario justo al lado de la puerta donde encontraras toallas limpias por si te quieres dar un baño. Y aquí está el vestidor – dijo abriendo la otra puerta – Si necesitas algo, solo dímelo – dijo con una sonrisa muy dulce.
- Gracias Consuelo. ¿Te puedo pedir un favor? – dije casi en un susurro.
- Lo que tú quieras – dijo acercándose a mí
- Necesito que me ayudes a escapar de aquí. Aarón, me a com… comprado - digo tartamudeando – Yo no quiero que me haga daño – digo rompiendo en llanto mientras ella se me acerca y me da un abrazo.
- Tranquila. No sé por qué Aarón habrá hecho eso, pero seguramente tiene una buena explicación para ello y, por otro lado, lo que te puedo decir es que confíes en él. Aarón es un hombre que intimida mucho, pero jamás le haría daño a una mujer – dijo con voz firme mientras seguía abrazándome.
- ¿Por qué estás tan segura de ello? – le pregunte separándome de ella.
- Porque él me salvo del animal que abusaba de mí y me golpeaba – la mire con los ojos como platos - Aarón apareció de la nada cuando el animal que tenía por novio me estaba golpeando en medio de la calle. Aarón me defendió, le dio una buena golpiza, y le dijo que la próxima vez que se acercara a mí lo iba a lamentar. Después me trajo a su casa para protegerme, ya que yo vivía con ese animal y no tenía donde vivir, y aquí estoy desde entonces. Hay gente que dice que Aarón es el diablo en persona porque cuando se enoja es peor que este, pero cuando lo conoces te das cuenta de que es más bueno que el pan – dijo y yo no lo podía creer.
- ¿Nunca te ha pedido nada a cambio? – pregunté con curiosidad.
- No. Aarón es un hombre que jamás le pediría a una mujer algo a cambio por haberla ayudado – termino diciendo.
- Cualquiera que te escuche hablar de él, diría que estás enamorada, es así, ¿Estás enamorada de él? – le volví a preguntar y a esta se le escapó una carcajada.
- ¡No! Lo quiero como un hermano – dijo – Bueno, te voy a buscar algo de ropa, ahora vuelvo – dijo saliendo de la habitación y dejándome sola.