El teniente desvió su dirección, la rectora tenia razón. El detective se había saltado la revisión del casillero de la víctima. Lo cual podía significar un gran agravio en la investigación, porque podrían existir pistas pertinentes. Después de unos minutos al volante, finalmente se estacionó en el parking de la universidad. Coloco la alarma y se bajó caminando nuevamente a la oficina de la rectora. Saludo a la rubia secretaria y esta le cedió el permiso para entrar. Toco la puerta de la oficina y luego de escuchar el “entre”. Abrió la puerta y entro con cuidado.
—Buenas tardes, rectora—saludó—, Vengo a revisar el casillero de la víctima, Mónica Miller.
—Ha sido un poco descuidado, ¿No cree? —respondió la rectora, acomodando su suéter y mirándolo con fijeza. —, No importa, aquí tiene la llave del candado. Le pido que por favor lo desocupe de paso, ya que la nueva alumna lo usara.
—Lo haré, gracias—respondió el teniente, recibiendo la pequeña llave y conteniéndose.
¿Qué se creía aquella señora? “pensó el detective” estaba cuestionando su trabajo, su experiencia, quizá si lo pasó por alto. Pero no por descuido. Se despidió y rodó sus ojos cuando no estuvo al alcance de la acusadora mirada de esa imponente mujer. Él no cuestionaría su manera de regir y dirigir la universidad, lo cual debería ya que para mejor seguridad tendrían que funcionar perfectamente las cámaras de seguridad. Pero ¿Qué posición tenia el para opinar sobre su cargo? ¡Exacto! Ninguna, así como ella no podía opinar sobre su arduo trabajo investigativo, no conocía los pasos a seguir ni mucho menos los procedimientos. Suspiro con frustración y elimino el estrés que le había causado la acusadora mirada y acusación de esa mujer inexperta.
Buscó por los pasillos el numero del casillero que ameritaba, ya que la rectora no tuvo la intención de decirle en donde se encontraba. Solo le entrego una caja de cartón para guardar las pertenencias, lo localizó a la lejanía y llegó a el a paso rápido, colocándose los guantes de látex. Abrió el candado y comenzó a sacar los libros y cuadernos que guardaba la víctima, recogió las fotografías que tenía, pegadas en el fondo de su casillero y sin querer golpeo un poco. El sonido de un eco lo desconcertó, por lo que golpeo nuevamente con su puño. Efectivamente había un espacio, intentó golpear mas fuerte y fue entonces cuando la tapa cayó, había un trasfondo en el casillero de la víctima. ¿Qué carajos? Pensó enseguida el teniente, sacó su móvil iluminando el fondo y notó que había cosas guardadas. Introdujo su mano tanteando la zona, tocó algo de tapa dura, lo tomó con cuidado y al sacarlo obtuvo que era una especie de diario, su caratula pintaba mariposas y un fondo de primavera. ¿Qué escribió ahí como para guardarlo con tanto recelo? Se preguntó el detective. Siguió tanteando, pero no encontró nada más.
—¿Policía? —preguntaron a las espaldas del detective, haciendo dar un respingo.
—¿Sí? ¿Se le ofrece algo? —preguntó dándose vuelta, para encarar a la responsable de su brinco.
—¿Qué hace en mi casillero? —preguntó la joven confundida. Su cabello n***o como la noche y pecas en el rostro, llamaron la atención del teniente.
—¿Su casillero? ¿Es usted la nueva estudiante? —preguntó el teniente y la joven asintió. —, Una disculpa, aún no había sido desocupado y por temas de investigación, lo estoy haciendo.
—Entiendo, ¿Puedo hacerle una pregunta? —respondió la atractiva chica.
—Claro, porque no—respondió atento.
—¿Cómo hallaron a la muchacha? —preguntó—, ¿Acaso se debe a algún asesino en serie suelto? Digo, quisiera saberlo porque recién llegue y no quisiera sentirme expuesta al peligro.
—Como pudiste haber leído en cualquier periódico o revista, fue hallada en una maleta de viaje en el metro—respondió el teniente, no era información confidencial después de todo—, No hay ningún asesino suelto, puede estar tranquila. Mas era un homicidio personal.
—Gracias por la aclaración, detective. —respondió convencida. Pero el teniente notó esa chispa de curiosidad y atrevimiento en la joven. ¿Qué se le pasaba por la cabeza? Se preguntó el teniente, pero sin darle mas que un asentimiento se retiró.
El teniente estaba intrigado por lo que había encontrado, así que sin detenerse a pensarlo. Llevó la caja a la cajuela del auto de Bianca. Pero al llegar al estacionamiento se encontró con Belén Smith, conversando con otras chicas. ¿La mejor parte? No estaba merodeándola su abogado defensor, por lo que era libre de interrogarla y quizá confirmar las afirmaciones del ama de llaves, Brenda. . Caminó hasta ella, tomándola por sorpresa y tocó su hombro, inmediatamente sus amigas abrieron sus ojos de par en par al notar la presencia del policía
—Chicas, ¿Qué tal? —saludó amablemente el abogado, podía intentar conversar con todas a la vez.
—¿Qué se le ofrece, señor? —preguntó una de las presentes, su cabello era color miel, eran dos en total aparte de Belén.
—¿Ustedes también eran amigas de la víctima, Mónica Miller? —preguntó cuidadoso el detective.
—¿Qué hace aquí teniente? Le recuerdo que no responderé nada, sin la presencia de mi abogado—atacó Belén.
—¿Acaso me dirigí a usted, señorita Belén? —preguntó el teniente ágilmente—, ¿Entonces chicas?
—Nosotras no éramos sus amigas, solo compañeras de carrera—respondió la otra presente de cabello rubio.
—¿Seguras? Porque me parece verlas sonrientes en una fotografía en el perfil de la red social de la víctima—contrataco el detective, era mentira no había visto tal cosa. Pero sabía que, presionándolas, hablarían con la verdad.
—Repito, no éramos amigas. Solo compañeras, es todo lo que podríamos decirle—respondió la chica de cabello color miel.
—Entiendo, ¿Y alguna vez la señorita Mónica les conversó de algo personal? ¿Cómo que estaba embarazada? —preguntó el teniente y se fijó en la mirada que se dieron las tres susodichas, los ojos de Belén se abrieron como platos, había caído en la trampa del detective.
—¿Cómo lo sabe? Nadie más que nosotras sabíamos eso…—alargó la mencionada.
—¿Entonces es verdad? ¿Estaba embarazada? —preguntó la chica rubia.
—¿Cómo pudo saberlo? ¡Es imposible! Solo lo sabíamos cuatro personas…—respondió consternada, Belén. Su rostro estaba pálido, esa chica sabia mucho mas de lo que aparentaba.
—Gracias por la confirmación, señorita Belén. Me gustaría tener más de su colaboración, seria clave para resolver esta investigación y limpiar su nombre. Ya que es la principal sospechosa, lamento informarla—respondió tajante el detective para darse la media vuelta y marcharse.
—¡Espere! ¿Cómo que soy la principal sospechosa? —preguntó asustada. El detective se detuvo, dándole la espalda para evitar que viera su triunfal sonrisa.
—Lo es, ¿Por qué apareció su nombre y número telefónico junto al cuerpo inerte de la víctima? —preguntó en respuesta el detective, llamando la atención de las dos chicas presentes. Quienes miraron sorprendidas a su compañera Belén.
—¡Yo no tengo nada que ver! —se defendió desesperada, bajo la acusadora mirada de sus compañeras.
—Eso lo dicen todos los culpables, esperemos no confirmarlo—respondió sonriente el detective—, Ah, una cosa más. No olvide que no puede salir de la ciudad en los siguientes días, una feliz tarde chicas.
Se dio la vuelta y caminó hasta su coche, pero al subir notó como la chica nueva, había estado escuchándolo todo desde las gradas del pórtico de la universidad. ¿Cuánto tiempo llevaba parada ahí? Se preguntó el teniente, ¿Por qué escuchó todo atentamente? Lo que él claramente no sabía, es que aquella chica nueva y extranjera sería muy importante para el caso.