Jueves por la mañana, en la ciudad de New York, el día estaba fresco y lluvioso. Las revistas y periódicos seguían posteando noticias falsas sobre el caso de la chica que apareció muerta en una maleta en el metro. ¿Por qué se empeñaban en asustar a los ciudadanos? Pensaba el detective, sentado en su silla giratorio en su oficina. su cabeza daba vueltas, intentaba entender un poco la psique de la victima del homicidio que más resuena en el país. Una noticia que tiene conmocionada a las feministas, exigiendo una respuesta por parte de la unidad policial del estado. Alegando que tienen miedo de ser la siguiente en la lista del presunto asesino que azota las calles. ¿Qué les hacia creer que era un asesino en serie que estaba suelto por las calles? No habían aparecido mas chicas muertas, solo fue una. El detective estaba comenzando a fastidiarse de la situación, pero sin postergar más, salió de su oficina con dirección a la de Robert. Toco su puerta y este le cedió el paso.
—Teniente, el jefe de seguridad de los Miller. Me ha enviado la copia de seguridad de las cámaras—avisó.
—Perfecto, se habían tardado bastante—respondió el teniente suspirando—, ¿Y bien? ¿Algo importante?
—Efectivamente si había un chico que acosaba a la muchacha, capture su rostro y lo busque en el identificador. Es un estudiante de su universidad, pero de otra facultad. Se llama Elian Bennet, tiene veintiún años. Y la mejor parte, tiene antecedentes.
—¿Qué antecedentes? —preguntó sorprendido el detective.
—Ordenes de alejamiento a su nombre, retención por drogas y desorden público—respondió Robert—, Revise cada registro en cámara rápida, no hay mayor relevancia que las apariciones del chico en tres ocasiones. Solo subía por la enredadera hasta la ventana de la habitación que supongo pertenece a la chica, no duraba mas de diez minutos y luego abandonaba la propiedad. ¿Qué cree que puede hacer en diez minutos?
—¿En alguna imagen se logra ver que hace en la habitación? —preguntó el detective—, Diez minutos son suficientes para estrangular a una persona si se ejerce la fuerza correcta. No puede ser el asesino, ¿Por qué la mataría? He encontrado pistas que relacionan a los sospechosos.
—¿Por obsesión? —preguntó encogiéndose de hombros—, ¿Por celos? Aunque en ninguna toma se le ve saliendo con el cuerpo de la víctima, no podría ser el al menos que haya contado con ayuda desde dentro de la mansión.
—Podría ser, tengo que interrogarlo—respondió el teniente, encontraba piezas para armar el rompecabezas. Pero no encontraba las correctas, si no las opuestas, las que no conectaban y no encajaban unas con otras—, ¿Algo más?
—Seguiré revisando, quizá encuentre algo más relevante. —respondió—, Por cierto, el sospechoso estudia odontología.
—Perfecto, gracias Robert—agradeció el teniente, saliendo de su oficina.
El teniente caminaba por los pasillos de la unidad policial, le había entregado las pertenencias del casillero de la victima a Bianca. Así que le preguntaría si había encontrado algo nuevo. Al llegar la observo por la puerta de cristal, concentrada buscando en su ordenador. Owen sentía una gran atracción por ella, pero era cobarde. No le gustaría ser rechazado y luego tener que verla todos los días en el departamento policial. Ignoró sus pensamientos y entró al laboratorio.
—Buenos días, Bianca—saludó el teniente con buen humor, ella le dio una sonrisa.
—Buenos días, Owen—respondió —, Te tengo noticias, revise a detalle todo lo que me trajiste. Mira lo que encontré—avisó tendiéndome una especie de fotografía cuadrada. Al tomarla me fije que era una ecografía, efectivamente Mónica estaba embarazada—, Además el grupo forense en la autopsia lo confirmó ella estaba esperando un bebe.
—Al fin una pista real y confirmada, ¿Encontraste algo más? —preguntó esperanzado el detective.
—Si, ya registré todos los detalles. Deberías leer el diario de esta chica, es deprimente—respondió con su típico humor n***o—, Puedes llevártelo, seguro encontraras mas pistas. De los demás objetos, no encontré nada.
—Perfecto, muchas gracias Bianca—respondió el teniente recibiendo el diario en sus manos. Sin fijarse había tocado su mano, ella se sonrojo y el detective lo notó. ¿Acaso ella también sentía algo por él?
—No hay de que, Owen…—alargó apartando su mano y frotando su brazo—, Te gustaría ir… ¿Almorzar? —el teniente se encontraba tan sorprendido, que no encontraba su voz. Sus cuerdas vocales se habían cortado al notar que ella tuvo más valentía que él para tomar la iniciativa e invitarlo a salir. —, Claro si quieres, si no, no importa…
—Claro que me gustaría, ya me entregaron mi auto. ¿Paso por ti a las 13h? —respondió el teniente recomponiéndose y ganándose una enorme sonrisa por parte de Bianca.
—Hasta entonces, Owen—respondió sonrojada, tomando unas hojas y dejando el laboratorio.
El teniente se encontraba en una nube, flotando sin sentir su peso. ¿Tenia una cita con Bianca? Después de meses planteándose en si invitarla a salir o no. Ella había tomado la iniciativa, tuvo los cojones necesarios para hacerlo. Mientras que él, un policía entrenado para enfrentarse a las situaciones más peligrosas y complicadas, temblaba cada vez que se encontraba en su presencia. Definitivamente ella era su tipo, arriesgada y para nada temerosa. El detective llevaba plasmada una enorme sonrisa en su rostro, mientras por su mente solo recorría la escena ocurrida hace unos minutos. Llegó a su oficina y se sentó nuevamente en la silla giratoria, daba vueltas mientras imaginaba a donde la llevaría, tenia que ser un lugar perfecto donde pudieran pasar una rato cálido y placentero…
Por otra parte, Gina Montgomery no pensaba detenerse hasta encontrar al presunto asesino, había averiguado a detalle lo sucedido. Y ahora que sabia que Belén Smith sabia mucho mas de lo que todos pensaban, se inmiscuiría en su vida como el reemplazo perfecto de su mejor amiga. Gina no solo era hija del mejor agente de la interpol en su país, si no había heredado el talento deductivo de su padre, como el investigativo de su madre quien era una excelente criminóloga.
—Hola, ¿Belén verdad? —saludó la pelinegra, sentándose junto a ella en la misma mesa.
—Ah, hola. ¿Gina no? —respondió, la mencionada asintió sonriente.
—Vamos en la misma carrera, ¿Crees que puedas ayudarme a ponerme al día con las clases? Llegue un poco atrasada—le pidió amablemente, capturando la atención de Belén, quien no se negó.
Y así comenzó una amistad pertinente entre ambas, Belén por su lado se sentía feliz de haber encontrado compañía y quizá un reemplazo para la ausencia que representaba el que Mónica ya no estuviera. Ya que sus otras dos compañeras eran tontas, no eran su tipo. Las soportaba porque Mónica las adoraba y ahora que ella ya no estaba, no tenía por qué hacerlo más. Era una completa lastima que Gina no quisiera acercarse por verdadera amistad a ella, si no por descubrir el caso mas mencionado en todo el país. ¿Se imaginan lo orgullosos que estarían sus padres si ella era quien lograba encontrar al responsable de tan atroz caso? Llevaría honor a su familia, como lo estipulaba su cultura.