El interrogatorio fue interrumpido por el muy hábil abogado de la acusada y de momento principal sospechosa. Sin embargo, pudo marcharse luego de que llevará a cabo su amenaza y denunciará al teniente como abusivo. Pero claramente la directora de la unidad, Amelia Folk, eliminó la denuncia. Ya que ella conocía la manera de operar del teniente y sabía que no había cometido tal abuso y que esa era la salida de todo abogado para liberar a sus clientes de manera rápida. La joven Belén se encontraba mucho más tranquila ahora que no era interrogada por ese imponente hombre de voz gruesa y cabello n***o azabache, su solo porte demandaba autoridad. Ella se había estremecido cuando lo vio acercarse a ella, por esa razón huyó. Sin éxito claramente, ya que el teniente Owen no solo era atlético y rápido como una gacela, también tenía un excelente récord de casos resueltos y era invicto, no había ninguno que no resolviera en corto tiempo. Como decía su dicho “El crimen perfecto no existe”. Sabia que llegaría al fondo del caso de homicidio de Mónica Miller.
—¿Lograste comunicarte con los padres de la víctima? —le preguntó el teniente a su colega Beth.
—No, no responden las llamadas—respondió—, No hay registro de ningún familiar cercano, les he dejado algunos mensajes. ¿Cómo pueden existir padres tan desocupados?
—¿Qué? ¡Su hija lleva tres días muerta y ellos ni por enterados! —respondió indignado el teniente—, Que barbaridad.
—Así parece, seguiré intentando comunicarme con ellos—respondió y el teniente asintió.
Él por su parte tenia varios interrogatorios que hacer, condujo su auto hasta aparcarse nuevamente en el estacionamiento de la universidad. Entró a los pasillos del enorme recinto, muchos jóvenes se tensaban con su sola presencia. Claramente un policía en la escuela no podía traer nada bueno como consecuencia, el teniente caminó a paso seguro hasta la oficina de la rectora, Natalie Buendía.
—Buenos días, necesitó interrogar a la rectora académica—anunció el teniente Owen a la secretaria, quien lo devoraba con la mirada. Pero a este no le importaba en lo más mínimo, aquella voluptuosa rubia.
—Por supuesto, guapo—respondió guiñándole su ojo, mientras lo anunciaba en la oficina de la rectora.
Con un poco de incomodidad por el coqueteo de aquella dama, el teniente continuó su camino luego de agradecerle de manera cortes. Al entrar se percató que la rectora se encontraba fumando un cigarrillo mientras bebía una taza de café y lo miraba con suma intriga. ¿Acaso era eso un digno ejemplo para los estudiantes? Claramente no tenia nada en contra de los vicios, pero estaba lejos de ser una conducta ejemplar. Pensó Owen.
—Buenos días, rectora Natalie—saludó educadamente el detective—, ¿Puedo hacerle algunas preguntas?
—Buen día, detective—respondió la educadora mientras apagaba su cigarrillo en un cenicero—, Bien pueda, siéntese.
—¿Ubica a la estudiante de medicina, Mónica Miller? —preguntó cuidadoso el teniente, era claro que mantener en mente a tantos estudiantes podría ser difícil.
—Imposible no hacerlo, la institución lamenta mucho su perdida. Era una joven muy entusiasta, era presidenta de la rama de salud. Líder de las porristas del equipo de futbol, tutora de anatomía y tenia el mejor promedio de la universidad. ¿Cómo cree que no podría ubicarla? —respondió segura mientras cruzaba sus manos y recostaba su barbilla en ellas.
—¿Cree que algún alumno o alumna quisiera deshacerse de ella? Ya sabe por envidia, celos, traición…—preguntó cauteloso—, ¿Sabe si tenía pareja?
—No conocía su círculo social, solía verla en los pasillos con esa chica problemática. ¿Cómo era su nombre…? ¿Bela..? ¿Bel? —intentaba hacer memoria la rectora.
—¿Belén Smith? —preguntó entonces el teniente, comenzando a unir sus piezas.
—¡Si, ella! ¿Le conoce? —respondió y el teniente asintió para eliminar sospecha alguna de que la investigaba—, También la veía con este chico popular, Luke Wilbur. Siempre después de cada partido se iban juntos o después de clases—indicó y el teniente le solicitó una fotografía para poder reconocerlo. La rectora rebusco en las planillas de inscripción y le indico de quien se trataba.
—Perfecto, ¿Algún aporte más? —preguntó el teniente satisfecho, la rectora negó con su cabeza—, Ah una cosa más, ¿Poseen cámaras de seguridad quizá?
—Lamento decepcionarlo, pero hace mas de un año que dejaron de funcionar—respondió cruzando sus piernas y recomponiendo su postura.
—Entiendo, que tenga un feliz día—despidió el teniente.
Salió de la oficina y se inmiscuyó por los pasillos de la universidad, necesitaba ubicar al muchacho. Quizá Luke le ayudara a encontrar esa pista que le faltaba. Caminaba atento de su alrededor mientras buscaba con la vista también a Belén, extrañamente no había rastro de ella por ningún lado. Divisó entonces a Luke Wilbur, en la cancha de futbol entrenando. Se acercó hasta donde estaban todos reunidos, interrumpiendo su charla.
—Buenos días, entrenador. Necesito conversar con Luke Wilbur. —anunció el teniente, ganándose una mirada de sorpresa por parte de todos los espectadores. El mencionado estaba pálido, quizá el miedo lo invadió.
—Por supuesto, oficial. Wilbur, arriba—indicó cooperante el entrenador, mientras el mencionado se ponía de pie y seguía a Owen a una de las bancas del estadio. Lejos del grupo.
—¿Para que soy bueno, señor oficial? —preguntó el muchacho con cierto recelo al teniente.
—¿Qué relación mantenía con Mónica Miller? —preguntó directo el detective, ganándose una mirada de sorpresa del chico rubio.
—Se podría decir que somos novios, ¿Por qué? —preguntó interesado.
—Está muerta, ¿Cuándo fue el ultimo día que la vio? —preguntó nuevamente el detective, mientras que el muchacho lucia atónito en su lugar, su rostro perdió color alguno y estaba sudando. Claramente el sentimiento de perdida lo invadió. O era un muy buen actor o claramente no era responsable del hecho.
—¿Co-como? —preguntó mientras tomaba asiento, sus piernas flaqueaban y trago saliva—, ¿Está muerta? ¿Cómo es eso posible? No la veo desde el viernes, ella me dejo unos mensajes terminando conmigo—respondió con su voz entrecortada.
—¿Qué hacia usted el día viernes? —preguntó el teniente.
—Veía una película en casa, con mi madre y mi hermano menor—respondió—, Puede preguntarle a mi madre, le dirá que no miento.
—¿Sabe donde se encontraba ella el viernes? —preguntó nuevamente el detective.
—Se fue a una fiesta de universitarios, con su mejor amiga, Belén—respondió seguro, mientras por la mente del detective no dejaba de sonar ese nombre, tan repetitivo pero tan acertado.