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1638 Words
  El teniente y detective de la policía de New York, Owen Peterson llegó a la estación del metro Broadway a las nueve y cincuenta y cinco de la mañana. Se sorprendió de sobremanera al encontrarse con el FBI en la escena del presunto crimen. ¿Qué hacían ellos aquí?   No era su jurisdicción ya que su departamento se encarga de asuntos alternos como: terrorismo, secuestros, extorción y sus derivados.  Se acercó hasta el agente a cargo y le preguntó. —Buenos días agente, ¿Qué sucedió para que se encuentre su equipo en la escena? —preguntó con algo de recelo, ya que el agente Mark solía inmiscuirse en asuntos de la policía que no los involucraba a ellos. —Buen día teniente, hubo sospecha de terrorismo por lo que se trataba de un bolso abandonado en la estación—se defendió—, Pero se trata de un cuerpo, el equipo de criminología le dará los detalles—avisó y Owen estaba por acercarse a ellos, cuando su voz lo hizo detenerse nuevamente—, Ah y teniente, a la próxima deberían responder primero al llamado. Llegamos con veinte minutos de ventaja. Owen suspiro con frustración y se retiró sin responderle o caer en sus provocaciones, ya que el agente Taylor tenía un muy elevado ego desde que fue ascendido en su puesto. Pero él tenía un caso que resolver, se acercó hasta la criminóloga y la interrogó. —Buenos días, Bianca. ¿Qué tenemos? —le preguntó con más afinidad, ya que ella pertenecía a la misma unidad. Se encontraba fotografiando el c*****r—, ¿Lograste identificarla? —Hola Owen, sí. Mónica Miller, diecinueve años, estudiante de medicina, al parecer fue estrangulada—respondió Bianca, mientras seguía en su labor. —¿Encontraron con que fue estrangulada? —preguntó Owen necesitaba todos los detalles posibles. —No, pero el cuerpo está ya en estado descomposición. Lo que me lleva a creer que tiene más de dos días en ese bolso—respondió analítica—, Por el tipo de marcas que tiene en su cuello, me atrevería a deducir que fue ahorcada con un alambre. —Gracias, Bianca—respondió Owen para continuar buscando pistas—, ¿Hay algún cabello, huella, fibra o posible rastro de ADN? —insistió, pero está negó. —Nada, quien sea que la trajo es profesional—respondió—, Escuche que tampoco hay video del momento exacto en el que aparece la valija, las cámaras fueron apagadas desde la madrugada.  —¿Qué hay con los de guardias de seguridad? ¿Acaso no se percataron de las cámaras apagadas? —preguntó Owen extrañado. —No, dicen que nadie las vigila durante el día. Solo en la noche—respondió Bianca. —¿Y quién la encontró? —preguntó nuevamente el teniente. —Un guardia de seguridad, pero el agente Mark lo despacho—respondió haciendo que el coraje creciera en el teniente. —¿Y por qué ha hecho semejante estupidez? ¡Si era el único testigo! —respondió sintiendo hervir su sangre.  —No lo sé, cuando yo llegue ya no estaba—respondió, encogiendo sus hombros—, Alex dijo que el agente del FBI Mark fue quien le pidió que se retirase—finalizo Bianca. El teniente enfureció, pero no dejaría que como antes la cólera lo consumiera, así que continuó. Sin arruinar la evidencia, se colocó los guantes y tomo la nota colgante que tenía la manija de la valija. La metió dentro de una bolsa transparente y la sello. Fue hecha con las letras recortadas de una revista, por lo que no habría rastro alguno del ADN. Bastante creativo, pero no dejaba de ser un crimen difícil de resolver. Aunque claramente no existía el primero que fuese perfecto, siempre dejaban una huella, un cabello, una fibra, algo. ¿Por qué dejaría el asesino/a el nombre de una persona y su número telefónico?  Lejos de ser una pista, era más un acertijo. Pero tenía por donde comenzar, debía encontrar a Belén Smith. El teniente estaba intrigado, era el primer homicidio que dejaba una pista tan contundente para seguir, en su larga experiencia como detective para el departamento estatal de la policía de NY. ¿Qué significaba? ¿Quizá una acusación? Sin meditarlo más, se fue a la estación de policía y pidió a un novato que le consiguiera la información necesaria de la chica. Media hora más tarde ya sabía a qué universidad asistía, donde vivía y quienes eran sus padres. Una chica de familia adinerada, ¿Por qué mataría a otra chica de su misma clase? No tenía sentido alguno, lejos de ser un indicio era como si el asesino quisiera despistarlo. Owen aparcó su auto en frente de la entrada de la universidad, esperaría pacientemente por la mencionada. Sin embargo, quería entrevistar a los cercanos de la occisa, quizá alguno le ayudará con información para posibles precedentes. Sin duda alguna necesitaba encontrar indicios, porque hasta ahora había pasado medio día y no tenia nada. . La joven chica rubia llevaba libros apretujados en su pecho y caminaba con lentitud hasta un auto rojo que se encontraba estacionado con cercanía al del teniente. Éste por su parte se bajo al encuentro de la chica, quien al verlo y divisar su placa tiró sus libros y comenzó a correr, Owen se sorprendió por la repentina reacción de la presunta y corrió tras de ella. Quien le llevaba gran ventaja, saltó un muro de l a universidad que conducía las canchas de basquetbol. Él la seguía como león que acecha a su presa, no podía dejarla escapar. Claramente podía ser la culpable, ¿Si no por que huir?   —¡Deténganse señorita Smith! —le gritó el teniente, mientras estaba aproximándose a ella. —¡Déjeme en paz! No soy a quien busca—respondió ésta muy agitada. Lo cual sonó aún más sospechoso para el teniente, sin poder evitarlo y queriendo hacerle el menor daño posible. Se abalanzó sobre ella tacleándola, se echó hacía un lado para no caer sobre ella. Pero la detuvo, le dio la vuelta y tomo sus manos esposándola. —Belén Smith, queda arrestada por resistirse a la autoridad de la policía de New york—anunció el teniente—, Y por posible homicidio de la señorita Mónica Miller. —¿Qué? ¿Homicidio? ¿De qué habla agente? —preguntó desconcertada.  —Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un tribunal—respondió siguiendo los protocolos el teniente—, Tiene derecho a la asistencia de un abogado durante su interrogatorio. Si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio. ¿Entiende usted estos derechos? La joven asustada y temblorosa asintió quedamente, mientras el teniente la ayudaba a ponerse de pie y la llevaba hasta su auto. Para finalmente llevarla a la estación policial y a una sala de interrogatorio, dónde le quitó las esposas y presionó el botón de grabar en las cámaras de la sala. —¿Entiende usted que huir de la autoridad cuando esta siendo acusada de un delito es grave? —inquirió el teniente con seriedad mientras se sentaba frente a ella en la mesa. —¡No soy culpable de nada! Señor oficial—respondió—, Sé bien que corrí, pero no fue por lo que usted me acusa—respondió fijando su mirada en los ojos del policía. —¿Entonces por que lo hizo? Si no justifica su respuesta me temo que tendrá que asumir los cargos—respondió tajante como solía ser el teniente en cada interrogatorio que llevaba a cabo. —¡Porque me protegía! Yo no soy culpable, ella me obligó…—alargó con dificultad—, ¿Puede decirme como es que está muerta Mónica? —¿Quién la obligó y a qué? —interrogó ágilmente el teniente, esperando respuestas mas congruentes—, Eso es información confidencial que no puede saber mientras esté involucrada. —¡Ella! ¡Mónica! —respondió y noté como se tensaba—, Ella me obligó a guardarle esto, por eso huía de usted—respondió sacándose de su sujetador unas bolsas diminutas de lo que parecía ser cocaína. —¿A que se refiere con que la obligo? ¿Qué relación mantenía usted con la victima? —inquirió nuevamente. —Ella sabía mucho, hemos sido mejores amigas toda la vida. Me dijo que, si no le guardaba esas porquerías, subiría unos videos subidos de tono que tiene de mí—respondió—, Ella tenía tres días sin aparecerse en la universidad o por mi casa, sus padres siempre están de viaje. Tenia miedo de dejarlas en mi habitación y alguien las encontrará así que las cargo en mi sujetador siempre hasta que ella las quisiera de regreso—respondió entre un llanto que brotó al relatar los hechos.  El teniente estaba convencido que de que ella tendría más información que le seria útil, claramente tenia un vinculo muy cercano a la víctima. ¿Cómo encajaba ella en el asesinato? ¿Por qué el asesino o asesina dejaría su nombre y número de teléfono como pista? —¿Y por qué no la acusó? Era mucho menos peligroso poder recuperar sus videos, si ella era juzgada por drogas—respondió el teniente mientras entrelazaba sus manos por encima de la mesa y apoyaba su quijada. —¡Tenia miedo! Ella era…—iba a responder, pero fue interrumpida por el abogado de su familia quien entró de manera grosera a la sala. —Es todo, no tiene porque responder sin mi presencia señorita Belén—advirtió—, Me temo teniente que sufrirá el peso de una denuncia por abuso de autoridad sobre mi cliente.  
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