Narra Josua
Pasé tres semanas fuera de casa, pero por fin, vuelvo hoy y es un día antes de lo previsto gracias a la cancelación fortuita de una reunión. Mi asistente, Clara, llamó al aeropuerto y el avión privado estaba disponible, gracias a Dios.
Ella también me avisa sobre la confirmación sobre mi asistencia en el evento anual de premiación de varias figuras públicas del país, ya que me han pedido que presente un premio, un honor que no desestimaré, aunque prefiera estar en casa.
—Bien, le avisaré —dice—¿Asistirá solo? —insinúa Clara, con ese tono maternal apareciendo en su voz.
Es una vida larga y solitaria sin Karen. Suspiro de nuevo. Para este tipo de eventos se espera que uno vaya con compañía.
—Diles que tendré un acompañante conmigo—respondo.
—¿De verdad? — ella está encantada ya que sigue dándome estos pequeños empujones para ‘salir’. Creo que ella y mamá han comenzado a almorzar juntas para discutirlo. Treinta y siete ya punto de ser arreglado por mi madre y mi asistente. Fantástico.
—Posiblemente sea a mi madre a quien traiga si no puedo encontrar a nadie más.
—Estoy segura de que podrá encontrar una cita, jefe—dice riendo.
Sí, pero ¿quiero?
— Gracias, Clara.
Antes de aterrizar llamo a Dan para que me recoja y le digo que no le diga a nadie en casa. Quiero sorprender a los niños. He estado en contacto diario, por supuesto, ya sea a través de mamá o directamente, pero no es suficiente para ponerse al día, y mucho menos para pasar tiempo de calidad en familia. A Renzo le temblaba la barbilla y Julieta había llorado cuando me fui al aeropuerto ese domingo por la noche. Prefiero recibir un cuchillo en el corazón que lastimar a mis hijos.
Cuando pasamos la puerta principal, me invade una sensación de tranquilidad, pero también de entusiasmo. No solo para ver a mis hijos, sino también para finalmente conocer a la señorita Foster, la nueva niñera, de quien ya he oído hablar mucho. Está fuera de servicio los fines de semana. Parece que la señorita Foster es una Mary Poppins moderna que organiza experimentos científicos en el invernadero, canta y juega, organiza fiestas de té elegantes en la sala de estar, habla Italiano con fluidez y recorre el patio trasero en busca de tesoros naturales con los niños. Todas las tardes después de la escuela. ¿Es ella prácticamente perfecta en todos los sentidos?
Al entrar a la casa, me sorprende el silencio inicial, pero me tomo un momento para respirar profundo y apreciar estar en casa. Vi el auto de mi madre en el camino de entrada, así que ella está aquí en algún lugar junto con los niños y el personal. Me dirijo a la cocina, un centro habitual de actividad. Puedo oler la cena cocinando, algo picante. Se me hace agua la boca. No veo a Marina para preguntar sobre la comida, pero sí veo a Renzo.
—¡Papá!
Abrazos y un mar de palabras mientras me muestra el boceto en el que está trabajando.
—¿Un zorrillo?
—Sí, es nuestro zorrillo mascota.
—¿Nuestra mascota mofeta?
—La señorita Foster, nos ayudó a descubrir la guarida que el jardinero llenó accidentalmente para recuperar su casa. Lo hemos visto a través de las ventanas un par de veces cuando está oscureciendo. Julieta lo llama Sebastián, lo cual es muy tonto, pero ya conoces a Julieta—pone los ojos en blanco de una manera muy falsa.
Ahogo una risita y declaro diplomáticamente que el nombre es apropiado antes de elogiar la obra de arte de mi hijo. Me ocuparé de toda la cuestión de la ‘zorrillo mascota’ más tarde. Me alegra ver que Renzo se ve tan feliz.
—Así que, no has estado poniendo invertebrados en el bolso de la señorita Foster ¿verdad?
Está ocupado agregando algunos detalles adicionales a su boceto (¿y por qué no me di cuenta antes de lo talentoso que es con sus dibujos?) y resopla ante mi pregunta.
—Probablemente encontraría un frasco lleno de tierra para que vivan si lo hiciera— él mira hacia arriba, dándome una expresión tímida—.Lamento lo que les hice algunas niñeras, papá. Pero me alegro de que ahora tengamos a la señorita Foster.
Mi mandíbula cae. Estoy completamente atónito. Es un buen niño de corazón, pero nunca antes había expresado remordimiento por ahuyentar a las otras niñeras, demasiado seguro de que estaba justificado en ese momento. ¿Es esto una señal de madurez o la señorita Foster ha hablado con él sobre acciones pasadas? Tal vez ella realmente es Mary Poppins.
Alboroto su cabello y tiro de él en otro abrazo.
—¿Está la abuela aquí? ¿Y dónde está tu hermana?
—Creo que la abuela recibió una llamada telefónica y fue a tu oficina. Julieta está arriba. ¿Podemos hacer que un neumático se balancee hacia atrás?
¿Un columpio de neumáticos? ¿Qué provocó eso?
—Eh… ya veremos—antes de irme, toco el papel en el que está trabajando—.Me encantaría que me dibujes algo cuando tengas tiempo. Me gustaría ponerlo en mi oficina en el centro—su sonrisa es tan brillante que podrías impulsar a un pequeño pueblo con ella.
—Puedes tener este de Sebastián si quieres—dice.
Le agradezco, diciendo que sería perfecto, y me dirijo arriba. Paso por delante de los dormitorios de los niños, pero ni rastro de Julieta. Miro en la mía. Parece que alguien ya subió mi equipaje del auto pero no hay otras señales de vida, pero tengo muchas ganas de estirarme en la cama esta noche. Incluso las mejores suites no se pueden comparar con la propia cama.
Si no fuera tan solo, pienso, mirando la foto de Karen. En esta, sostiene a Renzo ondulado en su regazo y estaba embarazada de Julieta. El viejo dolor se mezcla con mi melancolía y tengo que apartarlo. Estoy de vuelta en casa con los niños. De vuelta a casa y todavía solo. Han pasado tres semanas desde mi noche con “Sara” Había sido extrañamente reacio a encontrar otra compañía femenina en la ciudad en la estaba de viaje. No estoy seguro de por qué soy reacio. No es que le deba castidad a una extraña. Es probable que nunca la vuelva a ver. Un golpe desde el tercer piso me distrae de esa línea de pensamiento. La habitación de la niñera están encima de la mía. Dando un paso atrás en el pasillo, me dirijo a la escalera trasera que conduce directamente a su puerta y escucho… cantar.
—Cinco Patitos salieron un día, Sobre la colina y muy lejos. Mamá Pata dijo, ‘Cuac, Cuac, Cuac, Cuac,’Pero solo regresaron cuatro patitos.
Julieta canta pero la acompaña una voz de mujer, un contralto ronco que me conmueve. La puerta está abierta pero me siento cohibido mientras entro sigilosamente en los aposentos de la Señorita Foster. Los sonidos vienen del baño. ¿Invitó a Julieta o entró mi hija? Las niñeras anteriores habían sido muy protectoras con su espacio privado, comprensiblemente, pero tal vez a la señorita Foster no le molesta la compañía de Julieta. Sin querer interrumpir, las escucho cantar juntas, mientras el agua salpica suavemente y me asomo por la puerta. Julieta está sentada en el borde de la gran bañera de jardín sin zapatos y con el pelo recogido en coletas mientras sostiene tres patitos de goma, sus rasgos de duende brillan de alegría.
Mientras tanto, la señorita Foster está arrodillada sobre una toalla doblada, inclinada sobre la bañera y…Jodeme. La niñera usa pantalones de yoga y tiene un trasero muy bueno. Incluso solo viéndola desde atrás, mi imagen Mary Poppins de la señorita Foster sale volando por la ventana. Parece más joven de lo que esperaba mientras pasa casualmente una mano mojada a través de la cortina de pelo n***o y espeso que le cuelga por la espalda. Santa mierda. Caderas acampanadas, ese pelo largo y n***o, cintura delgada, de rodillas y ese culo.
—¡Papá! —Julieta chilla, al verme.
Muerdo el interior de mi mejilla como castigo por desear a la niñera cuando paso por la puerta y levanto a mi pequeña para abrazarla.
—Hola cariño—Julieta se lanza a explicar cómo sus patitos de goma necesitaban un baño y la señorita Foster accedió a bañarlo aquí. Julieta puede ser tímida con los demás, pero es una charlatana con las personas con las que se siente cómoda cuando se divierte.
Mientras la niñera está colocando los seis patitos en el borde de la tina con movimientos medidos, casi vacilantes. Todavía no se ha dado la vuelta. Lentamente, la dama en cuestión se pone de pie y se da la vuelta. Me doy cuenta de que es joven y bastante encantadora… antes de que el suelo bajo mis pies se aleje rápidamente. Oh, mierda.
—Encantada de conocerlo, señor Wolf— era ella. Esos fascinantes ojos color avellana suyos están implorando y es evidente que no se sorprende al verme.
¿Pero yo? Si me quedé boquiabierto.
—Tú… tú eres…
—Valentina Foster, señor—dice ella, sonando sin aliento mientras retuerce sus manos.
¿Señor? ¿Me chupaste en pene hace tres semanas y ahora soy señor?
—Papá, deberías responder algo ahora—susurra Julieta aunque en voz alta, tratando de recordarme mis modales.
Miro a mi querida niña, tan inocente, y le doy una sonrisa de dolor. No estoy seguro de qué decir. Aparentemente me he follado a Mary Poppins y ella está parada justo en frente de mí después de cantar canciones infantiles con mi hija.
—¡Oh Josua! — una voz llama brillantemente detrás de mí—. Renzo me dijo que habías regresado. Y veo que conoces a Valentina.
Giro en mi lugar para ver a mi madre de pie en la puerta, sonriéndonos a todos como si no pudiera estar más encantada. ¿Ella sabe? ¿Esta joven le ha hablado de esa noche? ¡Dios, seguro que no!
—Eh… sí— mi cerebro y mi boca han olvidado cómo funcionan las palabras. ¿Por qué está ella aquí? ¿Cómo me encontró? ¿No quiso darme su nombre hace tres semanas y ahora vive en mi casa? ¿Cuida a mis hijos? ¿Qué juego está jugando? Apenas puedo hacer las preguntas que quiero con Julieta y mi madre paradas aquí.
—Me iré y lo dejaré visitar a su hija— dice la Valentina, claramente tan incómoda como es humanamente posible estar y aún respirar.
Ella comienza a huir y mi cerebro se pone en marcha. Ella no es la que se va esta vez. No todavía, de todos modos.
— Esta es su habitación. Somos nosotros los que debemos irnos—digo. Pego una sonrisa. Espero que sea una sonrisa. Estoy tan confundido que no estoy seguro de lo que implica sonreír en este momento.
—Es encantador verte de nuevo—le digo en piloto automático. Sus ojos se abren cómicamente y rechinan los dientes—.Quiero decir, es un placer conocerla, señorita Foster—me las arreglo para soltar alrededor de mi sonrisa falsa como el infierno.
—Gracias, señor Wolf— susurra.
Le mencioné a Julieta que corriera detrás de su abuela. Valentina ha dado unos pasos tentativos hacia la puerta que todavía estoy bloqueando. Su camiseta está mojada pero lleva sujetador. Todavía no oculta por completo esas tetas deliciosamente alegres. Mi boca se seca y luego su aroma me golpea, ese aroma exótico y especiado con sutiles notas florales que recuerdo de nuestra noche juntos. Maldito infierno. ¿Cómo puedo pensar con claridad con estas imágenes invadiendo mi cerebro? Y, ¿qué diablos está pasando?
La atrapo por la muñeca antes de que pueda pasar junto a mí y tenga que sofocar un grito.
—Esta noche, después de que todos los demás se hayan acostado, necesitamos hablar —gruño antes de salir de la habitación.