El hombre de ojos azules
Narra Valentina
Dos semanas después de haber sido despedida de la escuela primaria donde trabajaba, salgo con Isabel y un grupo de amigas. Son amigas de Isabel, ella es mi hermana menor. Soy su extraña hermana mayor con problemas de ansiedad. No puedo estar en grupo grande de personas, en la escuela que estaba era muy pequeña y solo tenía en mi clase menos de quince alumnos, eso lo podía manejar.
Las chicas me han estado animando a aliviar mis deprimentes noticias laborales encontrando alguna distracción masculina casual esta noche. Si tan solo estuviera conectado de esa manera. He pasado los últimos días mirando publicaciones para trabajos donde me sienta cómoda. Tengo que superar esto. Mis ahorros no durarán indefinidamente, no importa cuánto me asuste que me obliguen a salir de mi zona de confort. Si no estoy en casa, este bar es mi lugar favorito de los viernes por la noche. Es tenue por decirlo suavemente y sé que las otras chicas están de acuerdo con este lugar para mí. Hay una pista de baile, pero no hay un bajo fuerte como la mayoría de los clubes nocturnos y nunca está abarrotado. Solo música suave, el tintineo de los cubitos de hielo en los vasos y el rumor de una conversación. Puedo manejarlo aquí.
Alrededor de las nueve, estoy sola en nuestra mesa habitual en la esquina cuando escucho una carcajada cuando entran dos hombres que nunca he visto, uno moreno y otro rubio. Todas las mujeres (y algunas que probablemente no lo estén) están tomando nota de ellos: pestañas revoloteando, espaldas arqueadas y cabello alborotado ingeniosamente. Ambos son guapos, pero mis ojos se sienten atraídos por el último. Alto, cabello rubio oscuro, sombra de cinco en punto. Toscamente atractivo, más como rudamente hermoso. Mayor por unos años al menos, supongo. Lleva una camisa blanca abotonada, con las mangas arremangadas, pantalones de vestir gris oscuro y un elegante reloj de pulsera. Escanea el lugar y nuestros ojos se encuentran. Los suyos son del azul más profundo que he visto en mi vida, como las gemas preciosas que dan nombre a este lugar. Él no rompe el contacto visual de inmediato y, sorprendentemente, yo tampoco. ¿Me estoy imaginando esto o la habitación crepitaba con electricidad?
Siento las comisuras de mi boca tirando hacia arriba. No suelo sonreír a los extraños en los bares, pero le estoy sonriendo a él. Y él le devuelve la sonrisa. Maldita sea, tiene una sonrisa asesina. Poner eso en manos de mujeres desprevenidas debería ser ilegal. Bastante gracioso, no estoy nerviosa. Casi podría ser normal. Su amigo le dice algo al oído. Él asiente y me da otra sonrisa antes de alejarse. Los veo tomar asiento en el bar. Pero entonces, él me mira. Soy demasiada científica para creer en esa mierda de personas predestinadas, pero no voy a negar el poder del magnetismo cuando me golpea de lleno en el pecho. Sería una gran distracción, ¿no?
Necesito una rellenar mi vaso y nuestro cantinero ha estado ocupado. Comienzo a deslizarme de mi taburete, sorprendiéndome a mí misma. Nunca doy los primeros pasos. O cualquier movimiento. Rara vez me levanto de nuestra mesa cuando estoy en aquí sin Isabel a mi lado. Pero, ese hombre de ojos azules está justo ahí. Me acerco a la barra y tomo asiento. Está bien, estoy cuatro asientos por debajo de ellos, pero me acerqué. Jessica, una de las amigas más coquetas de Isabel, se acerca a la pareja con su sonrisa más brillante dirigida a la de cabello oscuro. Le sonríe a su amiga antes de ir a bailar con ella. ¿Cuánto tiempo pasara de que una de las otras chicas haga un movimiento con mi hombre de ojos azules?
—¿Este asiento está ocupado?
Me tiro hacia atrás, totalmente desprevenida para la voz o la mano de un extraño en mi hombro. Otro hombre ha hecho un movimiento antes de que el hombre de ojos azules haya notado el mío.
—Oh…—no espera mi respuesta. Se sienta a mi lado, justo entre el tipo y yo que me instó a dejar mi espacio seguro. Hablando de espacio, no me está dando mucho. Me aprieta. Respira me digo a mí misma. Veo a Isabel en el otro extremo de la barra observándonos. Tiene los labios fruncidos. Siempre está lista para intervenir, pero es mi hermana pequeña. Odio que sienta que tiene que ser ella quien me proteja.
Le doy un sutil movimiento de cabeza –estoy bien– y trato de concentrarme en el hombre frente a mí. No es mal parecido. Sé que los hombres me encuentran atractiva, al menos hasta que se dan cuenta de lo rara que soy. Puedo hacer esto… incluso si prefiero hacerlo con el otro tipo.
—¿Qué estás bebiendo? —le pregunto.
—Whisky—responde— y ya se ha tomado unos cuantos. Puedo olerlo en su aliento desde aquí. Los borrachos me hacen sentir incómoda. Junto con mil cosas más.
Mis manos tiemblan. Los abro con fuerza juntos sobre mi regazo. Llama groseramente al cantinero para bebidas. Él no le agradece una vez que se vierten. Prefiero hombres con modales.
El hombre de ojos azules mira en nuestra dirección. Nuestros ojos se encuentran de nuevo. Caminé hasta aquí por él. Soy tan ridícula. Él no es un lector de mentes y ¿quién dice que le importaría que quisiera hablar con él?
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta este hombre grosero.
Mi nombre es común e Isabel dice que no le debo dar mi nombre real a menos que esté segura de que me sienta cómoda. No estoy cómoda con él.
—Sara.
Dije el primer nombre que me vino a la mente pero, por suerte, este tipo no se da cuenta. El hombre de ojos azules, por otro lado, mira su bebida y se está reprimiendo la risa.
—Soy Zack ¿Quieres bailar?
No tengo oportunidad de responder porque ha puesto su mano en mi muslo. Me está tocando, sin que se lo pida ni lo invite.
—Por favor, mueve tu mano—mi voz tiembla solo un poco. Veo a Isabel moviéndose en mi dirección con los ojos entrecerrados.
Zack resopla y aprieta mi muslo, moviendo su mano más arriba en lugar de alejarla.
—¿Estás segura de que realmente quieres que haga eso? O tal vez tú…
—Sí, ella está jodidamente segura— la mano no deseada se ha ido y Zack está siendo puesto de pie por el hombre de ojos azules —¿Te gusta que te toquen sin tu consentimiento? —agrega. ¿Cómo se mudó aquí tan rápido?
—¿Por qué no te metes en tus asuntos? —responde Zack se apaga cuando su cabeza se inclina hacia atrás para mirar al hombre de ojos azules. Esos ojos azul oscuro son más fríos que el hielo mientras miran a Zack, que apenas le llega a la barbilla. Puede que use un elegante reloj de pulsera, pero en este momento parece peligroso.
—Por qué no dejas que la señorita disfrute de su bebida en paz? — pregunta el hombre de ojos azules. Realmente necesito un nombre para él además de este.
—Bien— escupe Zack antes de volverse hacia mí—. De todos modos, no querría desperdiciar mi noche con una maldita mojigata.
Mi cara se calienta por sus palabras desagradables y la atención no deseada. Respira me digo. No debo entrar en pánico. En vez de eso, le lanzo mi bebida. Excepto que rocié a ambos hombres con él. ¡Oh, mierda!
Zack se marcha furioso, pero estoy demasiado ocupada limpiándole la camisa al hombre de ojos azules para darme cuenta.
—¡Lo siento mucho! Estaba apuntando a él, pero obviamente mi puntería necesita trabajo— espero que no esté enojado.
—Entonces, ¿no tienes el hábito de arrojar bebidas a los hombres en los bares? —no parece molesto y me está dando esa sonrisa de nuevo.
Niego con la cabeza, mi cara en llamas.
—No. Oh, pero tu camisa —digo, encogiéndome.
—Es sólo una camiseta. ¿Puedo invitarte a una bebida ya que ya tienes una para mí? —me río de la broma mientras asiente con la cabeza hacia el asiento vacío a mi lado.
—Sí, eso estaría bien—miro a Isabel. Estoy bien le dijo con la mirada.
—Siento que te haya estado molestando— me dice.
Sonrío como un idiota.
—Gracias a ti, me has salvado—digo.
Sus ojos azules brillan alegremente cuando pronuncio esas palabras.