Narra Valentina
Tres días después…
Me mude a la casa del señor Wolf, aunque no lo conozco Dios, espero que me acepte tan fácilmente como lo han hecho su madre y sus hijos. Vi a mi arrendador y arreglé mi contrato de arrendamiento antes. Me quedaré sin hogar, al menos temporalmente, si el señor Wolf decide que no seguiré como su niñera.
— Respira Valentina, esto estará bien—me digo a mí misma.
Será día de escuela mañana, así que levantaré a los niños a las 6:45, me aseguraré de que se vistan, coman, se cepillen los dientes y estén listos para salir a las 7:30. Normalmente, debo llevarlos a la escuela, pero como el señor Wolf está fuera de la ciudad, su conductor me llevará para ayudarnos a aprender la ruta. Sonrío, mirando alrededor de mi habitación. Una pequeña sala de estar decorada con buen gusto con una cama grande y de apariencia cómoda. Tengo un vestidor, que he repleto de cosas para experimentos científicos, y un lindo baño con una tina de jardín lo suficientemente grande para dos. Tal vez me tome un baño caliente más tarde para relajarme. Tal vez mi mente vagará a esa noche con ese extraño que me follo tan deliciosamente.
Mi ventana a dos aguas tiene un banco acolchado donde puedo leer o mirar afuera a las últimas flores del verano que florecen. Es tranquilo, pacífico, perfecto. Creo que voy a estar bien. Renzo ama todo lo relacionado con la naturaleza y ayudarlo a atrapar a lombrices para un boceto esta tarde fue definitivamente una marca a mi favor. Me preguntó cómo me sentía acerca de las lombrices de tierra y le dije que solía tener un terrario donde las guardaba cuando era niña. Sus ojos se habían sobresaltado, pero en el buen sentido.
Y Julieta… Dios la ame, Julieta es la niña más dulce aunque es tímida y está claro que las nuevas situaciones sociales la hacen sentir incómoda. Si alguna vez hubo una niñera que pudiera relacionarse con eso, soy yo. Sí, solo los he conocido muy poco, pero mi corazón ya está tan lleno de cariño por estos niños. Es como si esto fuera lo que estaba destinada a hacer. Isabel está feliz de que yo este cómoda.
Esta noche, estoy desempacando algunos de mis libros favoritos, incluidos algunos viejos lectores de ciencia que son apropiados para los niños, cuando llaman a mi puerta.
—Entra—digo alegremente cuando veo a Julieta rondando insegura afuera.
La mirada incierta se desvanece y ella entra.
—Es bonito aquí— dice, cuando ve las luces de hadas que he colgado para relajarme.
—Gracias. Me gusta dormir bajo las estrellas pero sin las picaduras de insectos, así que traje las estrellas adentro.
Julieta comienza a reírse antes de que su hermano nos interrumpa.
—Ahí estás, Julieta. No la molestes aquí arriba. Sabes que a las niñeras no les gusta eso— dice Renzo, manteniéndose con cuidado en el pasillo.
Julieta parece preocupada, mordiéndose el pulgar.
—Soy la nueva niñera, Renzo, y tengo nuevas reglas. La primera es que cualquiera de ustedes es bienvenido a mi habitación, ya sea que me necesiten o simplemente deseen visitarme. Solo llamen—Julieta dejó de mordisquearse el pulgar, pero Renzo no parece creerme. Está bien. Trabajaré para ganarme su confianza. Solo puedo imaginar perder a su madre tan joven debe haber dejado cicatrices. Justo como el mío. Todavía está merodeando afuera, pero Julieta se siente más en casa y ve algo de mi colección de suministros.
—¿Eso es un microjabón?
—Sí, es un microscopio— le digo, corrigiéndolo suavemente y sacándolo de su caja para que ella lo vea.
—¿Por qué lo tienes? — pregunta cuando noto que Renzo entra en la habitación, la curiosidad vence su renuencia a entrar.
—Para mirar cosas muy pequeñas de cerca. Como insectos.
Julieta me da un pequeño escalofrío de disgusto, pero Renzo definitivamente está interesado ahora.
—Niños, no deberían estar aquí arriba— dice una nueva voz. Es Marina, la cocinera.
—Oh, pero son muy bienvenidos. Me están haciendo sentir mejor solo mientras me instalo en mi nuevo hogar— digo, es cierto, pero quiero que se sientan bienvenidos. Y la ansiedad que experimento con otros adultos rara vez me atormenta con niños de esta edad.
La mujer asiente, pero lo que más me complace son las sonrisas de los niños. ¿Qué tipo de niñeras tenían antes que los ponía tan nerviosos por una simple visita?
—La Señora Wolf está buscando a sus nietos—nos dice Marina. Antes de que los niños puedan salir corriendo, pero antes Julieta me pasa el microscopio y dice: —Seremos grandes amigas, ¿verdad, señorita Foster? — pregunta con tanta esperanza que hace que me duela el pecho.
—Lo seremos— lo prometo.
La niña salta, claramente satisfecha y Marina suspira, viéndola irse.
—Es una buena niña. Y Renzo también solo que le gusta hacer bromas.
— ¿Cuántas niñeras ha tenido desde que falleció su madre?
— Trece. Una terminó en la cama del señor Wolf una noche—mis cejas suben por mi frente hasta la línea del cabello—. Sin invitación— dice, riéndose a carcajadas, “y la despidieron de inmediato. Pareces…
—¿Sí?
—Diferente— termina. Diferente puede ser bueno, ¿verdad? Eso espero—.Hice empanadas si tienes hambre.
—Oh gracias—una parte de mí preferiría quedarse aquí construyendo la próxima, pero también quiero conocerla—.Me gustaría un poco.
La sigo a la cocina donde Gina, la otra señora de servicio se sienta en la mesa grande. Las dos mujeres intercambian miradas y me pasan un plato.
Charlamos educadamente antes de que Gina le murmura a Marina en italiano: Molto bello( Muy bonita)
—Sí, él también lo pensará.
—¿Están hablando del señor Wolf? ¿Y qué importa si piensa que soy bonita? —pregunto con una sonrisa amistosa.
—¿Tu hablas Italiano?—pregunta Marina, sorprendida pero complacida.
—Sí. Mis abuelos eran originarios de Italia.
Ella se alegraron de mi respuesta.Cuando empezamos a comer de nuevo, miro hacia el refrigerador que alberga una variedad de imanes y obras de arte creadas por los niños. El dibujo con lápices de colores rosa y morado debe ser de Julieta, pero hay un dibujo impresionantemente detallado de una avispa de Renzo. También hay una fotografía pegada en la puerta con un marco de palitos de helado decorado con purpurina. Es un hombre alto y dos niños junto a una gran masa de agua por lo que puedo ver a esta distancia.
—Es el Señor Wolf y los niños en la casa del lago de su familia— dice Marina, sonriendo cuando me sorprende mirándolo fijamente. Uno de sus hermanos tomó la foto y se la imprimió a Julieta. El señor tiene un medio hermano y otro menor que es juez. Julieta hizo el marco y la colgó allí.
Es extraño pensar que he conocido a los hijos y la madre del señor Wolf, he estado aquí un par de veces y me he mudado hoy, pero aún no nos conocemos. Ahora que lo pienso, tampoco he notado ninguna foto de él sentado, aunque no he explorado toda la casa, naturalmente. Con curiosidad, me levanto de la mesa para ver mejor al hombre que pagará mi salario y al instante me congelo cuando unos ojos increíblemente azul oscuro y una familiar sonrisa torcida me devuelven la mirada.
—Oh, carajo— murmuro cuando me doy cuenta que el mismo hombre quien me follo esa noche.