Nanny esperaba en la puerta del dormitorio. Cuando Areta entró, la cerró tras de ella e hizo girar la llave. En esos momentos, Millicent salió del vestidor, diciendo: —¡Lo hiciste! ¡Oh, Areta, lo hiciste! —¡Sí, lo logré!— contestó Areta—. Ahora, date prisa y baja al salón del baile, donde él te está esperando. Mientras hablaba, Nanny le quitó la tiara y el velo de la cabeza, para ponérselos a Millicent. —¿Estás segura de que nadie sospechó nada?— preguntó Millicent. —Absolutamente segura— confirmó Areta. Vio la sonrisa en los labios de su prima, así como la excitación en sus ojos, y añadió: —¡Por lo que mas quieras, que no te vean tan feliz! —¡Pero estoy feliz!— dijo Millicent—. ¡Maravillosa, gloriosa mente feliz! Sin importar lo que ocurra ahora, el Duque ya no se puede casar conm