—Me gustaría que mi prima escogiera una de mis joyas, que us ted tiene en la caja fuerte. El señor Stigman, que se trataba de un hombre bondadoso que siempre había pensado que a Areta se la consideraba muy injusta mente, sonrió. —Por supuesto, señorita Areta— acordó. Se dirigió a la caja fuerte y sacó tres grandes alhajeros que puso sobre la mesa. —Ahora bien, ¿cuál quiere usted abrir?— preguntó. —Voy a llevarlos todos a Lady Millicent— dijo Areta—, se siente muy deprimida al pensar que va a tener que irse de casa, y tal vez el ver mis joyas la anime un poco. —Esa es una idea muy sensata, señorita Areta. Ya arriba, Areta regaló a Millicent un lindo broche de diamantes y perlas, con lo que su prima quedó encantada. Luego sacó las joyas mas valiosas de sus estuches y las guardó con t