CAPÍTULO II-3

1572 Words

Los alazanes estaban acostumbrados a que los dejaran sueltos y solos hasta que volvían a necesitarlos. Entonces, se alejó en su propio caballo, deslizándose entre los árboles. Aquella mañana, sin embargo, no escuchaba a los pájaros, ni los otros muchos sonidos que procedían de la espesura del bosque. De algún modo, su obsesión era la de encontrar suficiente dinero para irse del Castillo. Cuando llegara a París, se ocultaría de su tío y trataría de encontrar algún tipo de empleo. Estaba segura de que, y debido a su temor de que se produjera un escándalo, no la dejaría marcharse voluntariamente. No le adelantaría nada de su dinero, y, si la localizaba, la obligaría a regresar a Inglaterra. —¿Qué haré, papá?— preguntó mientras cabalgaba bajo los árboles—, estoy segura de que tú no dese

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