3- Despecho

878 Words
Capítulo 3 Despecho Evelyn Margareth dijo que este hombre es una buena persona, que simplemente me necesitaba por un par de horas, pero jamás pensé que saldría con ideas como esta. ¿Acompañarlo? Eso es un no. Definitivamente debo irme de aquí. —Puede comenzar a beber, yo iré un momento al baño —me observa con ciertas dudas al respecto; por un momento pensé que no me dejaría ir. —Claro, pero no demores, mi paciencia es escasa —él seguía semi desnudo frente a mí. Aunque también me encuentro en una posición poco apropiada para tratarse de un desconocido, no tuve más remedio que vestir de esta manera. Cuando llegué al baño, me cambié rápidamente. Ni siquiera pensé en quitarme la ropa interior; simplemente tomé mis pantalones de mezclilla y una remera blanca, la que llevaba camino al trabajo. —Entonces, piensas marcharte, aun después de todo lo que te dije —lo vi detrás de mí. —Mire, una amiga sabe que estoy aquí, no se atreva a hacer nada estúpido —el hombre vuelve a reír. Siento que ríe de una forma maníaca, pero a la vez parece que en verdad le causan gracia mis palabras. —De acuerdo, puedes irte. No soy un psicópata que te obligaría a algo que no quieres. Además, solo quise que este mal trago de hace unos instantes acabara en algo mucho mejor. Fue grato conocerte, señorita Estrella de Mar —es incómodo estar cerca de él. —¿Ahora me cambia el nombre? Quiso que me quedara con usted, pero ni siquiera preguntó mi nombre, y tampoco se presentó. Además, espero que su noche sea amena —esta vez me observa con seriedad. Cuando intento salir de la habitación, me detiene sosteniendo mi mano derecha. —No me gustan los nombres reales para momentos fugaces, pero no soy un cavernícola. Pide un Uber o ve en taxi —veo varios billetes de cien dólares en sus manos. Miro el reloj, y no pasan de las diez de la noche. Prefiero tomar un autobús antes que aceptar algo más de este hombre. —Estoy bien con lo que me ha pagado, se lo agradezco —sin mencionar nada más, apenas me calzo los zapatos deportivos, me hago una coleta y salgo de allí. Mi corazón latía abruptamente. Es alguien desconocido, pero a pesar de sus insinuaciones, no me dio miedo. «Debo estar volviéndome loca, pero ya tengo el dinero para pagar mis deudas atrasadas.» Al día siguiente, me alisté para ir a trabajar. Hoy me corresponde realizar labores como mucama en uno de los hoteles más grandes que he visto, pero en cuanto me presenté, se acercó mi jefa. —Buenas tardes, señora. Llegué más temprano, así podré ordenar todo antes de que los… —ella me interrumpe antes de que continúe hablando. —Lo lamento, pero tengo que despedirte. No sé qué sucedió anoche, pero el señor Hutter llamó enfadado. Es uno de mis mejores clientes, inclusive este hotel es suyo. Lo siento mucho. —¿Cómo? Pero eso no tiene sentido —no comprendo la razón por la que ese hombre, el tal Hutter, hizo algo como esto—. No puede hacerme algo así, eso no tiene ningún sentido. Además, usted tampoco debería involucrarlo con mi trabajo, es injusto —las lágrimas no demoraron en derramarse sobre mis mejillas. —Lo lamento, Evelyn. Te dije que es confiable, no pensé que le disgustarías. Imagino la razón de su enfado. —Fue difícil para mí encontrar un empleo adecuado con el horario de la universidad. Ahora las cosas se me harán más complicadas —Margaret me dio trabajo desde que tenía quince años. Ahora, con mis veintidós, ha seguido haciéndolo, y me duele que por un simple capricho me haya hecho a un lado. Me quedé allí, en el vestíbulo del hotel, sintiendo cómo mi mundo se desmoronaba. La gente pasaba a mi alrededor, ignorando mi pequeño drama personal. Margareth intentó consolarme, pero su mirada era de resignación. —Entiendo, Evelyn. Haré lo posible por recomendarte en otro lugar, pero por ahora, no puedo hacer más —dijo con un tono apenado. Asentí, incapaz de responder. Salí del hotel con una mezcla de tristeza y rabia. No podía entender cómo Eric había decidido arruinar mi vida profesional solo porque las cosas no salieron como él esperaba. Mientras caminaba hacia la parada del autobús, mi mente estaba en un torbellino de pensamientos. Necesitaba encontrar una solución rápidamente, no podía permitirme quedarme sin trabajo. Las deudas estaban al acecho, y mis estudios no se pagarían solos. Esa noche, decidí buscar empleo en diferentes sitios. Mandé currículos a varios hoteles y cafeterías, y también consideré empleos que nunca había pensado antes. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para mantenerme a flote. Los días pasaron, y no recibía ninguna respuesta positiva. Comencé a desesperarme, pero sabía que rendirme no era una opción. Una tarde, mientras revisaba anuncios de empleo en internet, recibí una llamada. —¿Hola? —contesté con esperanza. —Hola, Evelyn. Soy Claire, la gerente del Café del Sol. Recibí tu solicitud y me gustaría invitarte a una entrevista mañana por la tarde. Sentí un alivio inmenso. —¡Claro! Muchas gracias, estaré allí —respondí emocionada.
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