Capítulo 2
Persuasión
Eric
Emma resulta ser más intensa que mis anteriores esposas. Aunque al parecer ella se enamoró de mí, ese fue su grave error. Desde un principio le dije que no me apetecía nada serio; todo lo que necesito es mantener las apariencias en la sociedad y a alguien que caliente mi cama. Además de eso, detesto los berrinches y celos sin fundamento alguno. Pero aun así, no deja de molestarme el hecho de haberme involucrado hasta este punto con una mujer como Emma.
—¿Qué vas a hacer ahora? —preguntó mi desconocida compañía de ésta noche, tratando de mantener su voz firme.
Sonreí, un gesto falso.
—Simple, querida. Vamos a seguir con el plan. Esta noche, tú eres mi acompañante perfecta. Mañana, veremos. Pero por ahora, necesitas relajarte y seguir el juego. Si lo haces bien, ganarás más dinero.
La vi tomar una respiración profunda, intentando mantener la calma. Sabía que no tenía muchas opciones. Jugar el papel que le había asignado era la única manera de salir de esta con las mejores ganancias.
Me acerqué más, acortando la distancia entre nosotros, y le levanté el mentón con un dedo para que me mirara a los ojos.
—Escucha bien —dije en un susurro—. Esta es una oportunidad para demostrar lo interesante que puedes ser. Haz lo que te pido y te aseguro que saldrás de aquí muy satisfecha, pero si intentas algo, cualquier cosa que no te ordene, no dudaré en hacer que lo lamentes, me gustan ciertos juegos.
Ella asintió lentamente, con los ojos llenos de una mezcla de miedo y dudas, sabía que la tenía atrapada, tengo suficiente dinero, y soy un maldito a quien ninguna mujer podría rechazar..
—Muy bien —continué, soltando su mentón y retrocediendo un paso—. Vamos a hacer esto sencillo. Te quedas aquí conmigo hasta que te diga que puedes irte. No hagas preguntas, no pongas resistencia, aunque si te gusta poner resistencia, tampoco tengo problema alguno, soy dócil si te portas bien. ¿Entendido?
Ella voltea un momento.
—¿Qué haces? —observo a la mujer a quien contraté para que se hiciera pasar por mi amante, aunque no sea exactamente mi tipo, alistar su bolso.
—Me voy de aquí, no estaré ni un minuto más en este lugar —ella tropieza en la habitación cuando intenta ir al baño.
—¿Acaso no ves tu camino? Mira, no tienes por qué fingir conmigo, eso es extremadamente desagradable. Nadie está juzgando lo que haces —ella no vuelve a levantar la mirada.
«¿Qué demonios? Muy bien, jugaré tu juego…» me dije mientras acomodaba el pantalón de dormir que llevo puesto.
«Quiere hacer dificiles las cosas, de acuerdo.»
Yo mismo había decidido traer a alguien completamente distinta al tipo de mujeres con quienes me involucro, todo para molestar a mi futura exesposa.
—En verdad lamento el problema que haya tenido con esa persona, pero no haré algo que no forme parte del acuerdo.
Reí a carcajadas; no recuerdo haber reído de esta forma hace ya demasiado tiempo. Además, esta desprolija señorita finge bastante bien no conocer, o no saber quién soy…
«Es imposible que no sepa quién soy.» Me dije a mí mismo.
—Bien, tienes puntos adicionales por hacerme reír, pero prefiero algo diferente. Confieso que tienes razón, el acuerdo fue diferente, pero te pagaré tres veces más si te quedas conmigo —los grandes ojos de ella me observan fijamente—. ¡Vamos!, te pagaré más que cualquiera —ella siguió quieta en el mismo lugar, sin hacer absolutamente nada.
—No me malinterpretes —comencé—, pero a veces esto no es solo una cuestión de negocios o placer. La verdad es que... —vacilé, sintiendo una rara opresión en el pecho—, la verdad es que me siento triste y solo, podriamos simplemente conversar.
Ella parpadeó, sorprendida por mi confesión. La mayoría de las personas me veían como un hombre seguro de sí mismo, un manipulador experto, alguien que siempre estaba un paso adelante. Pero detrás de esa fachada había un vacío que no podía llenar, no importaba cuánto lo intentara, pero éstas son las palabras que ellas quieren escuchar.
—¿Triste y solo? —repitió.
—Sí —asentí—. Puede parecer que lo tengo todo: dinero, éxito, poder... pero al final del día, ninguno de esos puede reemplazar la compañía genuina, solo beberemos algo. —Casi no resistí mi afan de reir, esta mujer cree que no conozco a las de su tipo.
«Aburrida», me dije en ese mismo instante.
«Es una mujer aburrida, que solo quiere estar tirada en la cama como si fuera una estrella de mar.»
«Bien, no tengo otra opción, y ya pagué. No me afectará pagar un poco más.»
—Disculpe, pero… —en aquel instante la besé, a pesar de su evidente actitud. Sus labios eran carnosos y muy suaves, no resistí, fue imposible hacerlo, tal vez debido a sus negativas absurdas.
—¿Disculpas? No debes disculparte por todo. No imaginas todo el mal que me causó esa mujer. Solo intenté vengarme de ella. En realidad, no soy este tipo de persona. Quien debería disculparse soy yo —reí para mis adentros. Ella sin duda creerá en mis palabras, creerá en mi supuesta tristeza—. ¿Bebemos algo entonces? Te lo suplico, no quiero estar solo. No haremos nada que tú no quieras.
—Bien, lo acompañaré a beber algo, solo porque mi jefa dijo que es de confianza —Satisfecho con mi rápido logro, me dirigí al mueble donde guardo mis bebidas. Mientras buscaba una buena botella de vino, me fijé en las piernas de mi aburrida compañera de ésta noche.
«No sé que sucede, pero aunque sea tan falsa, me dan ganas de hacerla mía, no podrá fingir mucho tiempo más, no fingirá cuando la haga gemir de placer, y cuando acabe, pediré un taxi y se irá, no volvería a acostarme con una mujer tan aburrida, una aburrida "Estrella de mar" .»