1- ¡ No soy una put4!
Capitulo 1
¡ No soy una put4!
Evelyn
La mirada penetrante de ese hombre caía sobre mi cuerpo, haciendo que mi piel ardiera. Yo estaba ahí, frente al espejo, observándome con admiración. Debo reconocer que nunca antes había vestido algo tan fino ni había tocado una tela tan suave; sin duda es una seda de gran calidad. El color blanco brillaba al contacto y el encaje que la decoraba, realzaba su belleza.
—¿Te gusta lo que ves? –el hombre se aproxima a mi, quedando a mis espaldas. Su voz sale despacio, como si se tratara de una caricia. –Solo debes seguir mis instrucciones al pie de la letra. Cuando terminemos con la farsa, te pagaré.
Me giro para verlo y abro los ojos con gran sorpresa. No trae casi nada de ropa. Puedo notar su cuerpo perfectamente esculpido. Es un hombre sumamente atractivo. No entiendo la razón por la que tenga que contratarme para hacerme pasar por su amante. Porque esa es la realidad. No lo soy. Soy solo una actriz en su juego.
Hago esfuerzos por hablar, porque no puedo negar que su presencia es intimidante.
—De acuerdo señor, así lo haré. –el hombre me da la espalda, pero de pronto voltea nuevamente para mirarme fijamente de pies a cabeza. No puedo descifrar lo que está pensando, pero me hizo sentir lo suficientemente cohibida como para hacer que me sonrojara de inmediato. Es la primera vez que estoy en una situación como esta y no sé cómo actuar. De pronto se transforma y una sonrisa de burla aparece en su cara.
—¿Sabes? No estaría mal que el contrato de esta noche incluyera que pasaras la noche conmigo en lugar de ser una simple y aburrida “dama de compañía” –se acerca tanto a mí, que puedo sentir la tibieza de su respiración en mi rostro.
—¿Perdón? ¿De qué está hablando? Si se trata de lo que estoy pensando, será mejor que lo olvide. ¡No soy una puta!–mi voz se hace eco, aún más fuerte. El hombre sonríe de lado ante mi manera de contestarle. Luce incrédulo.
—Como quieras, tú te lo pierdes. –me responde finalmente, y retrocede un paso. Puedo notar en sus ojos una mezcla de diversión y curiosidad. Pareciera que está esperando a que me retracte, pero está loco. No pienso ceder a sus insanos deseos. –Aunque debo aclararte que no eres tan atractiva como para insistirte. No eres mi tipo.
Antes de alejarse por completo de mí, me da un ligero empujón, el cual me hace caer en la cama. Jalo mi falda y me quedo justo ahi, sentada y expectante a lo que sigue.
El ambiente en la habitación es denso y asfixiante. Las luces tenues reflejaban sombras que bailaban en las paredes, creando un entorno que parece sacado de un sueño. El lujo que me rodea es sofocante. Parece que quiere recordarme que no pertenezco a este mundo.
De pronto, se escucha que azotan una puerta fuera de la habitación, la cual se abre de golpe, por la que ingresa una mujer enfurecida.
—¡Eric, maldito imbécil! ¿En nuestra propia casa..? –mira al hombre que la observa sin inmutarse. Siento que mi corazón comienza a latir acelerado ante los gritos de esta mujer.
El hombre se llama Eric. Ese dato no lo conocía, pues cuando acepté el trabajo, ni siquiera me dieron ese dato. Lo único que conozco ahora por mi misma, es que este hombre es un mentiroso. Lo único que me advirtió mi jefa en la empresa de limpieza en la que laboro, es que se trata de alguien que sabe como utilizar las palabras correctas para conseguir lo que quiere. Al parecer, así fue como caí aquí.
El hombre no se inmuta ante los reclamos de la que supongo es su pareja, por el contrario, se acerca a mí y me da un beso en la boca.
—Más vale que actúes bien –susurra sobre mis labios. Extiende su beso como una caricia hasta mi oreja izquierda. Siento como si una sutil corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo. No puedo evitar relamer mis labios como un acto reflejo.
Regresa su boca a la mía, pero, de manera demandante, muerde mi labio inferior tan fuerte, que cuando se retira, solo queda el sabor metálico de la sangre. Me limpio el labio con uno de mis dedos, para evitar mostrar la pequeña herida que me quedó a causa de ese beso imprevisto y no acordado.
—¡Me las vas a pagar Eric! –dice la mujer, viéndolo con rabia, para después, poner su atención en mi. –Y tú, prostituta de mierda. Él es mi esposo. No eres más que la amante en turno. ¿Y sabes qué? ¡Jamás será para ti! –me dice, señalando me con el dedo.
—¡Suficiente Emma! No tiene derecho a reclamar. Esto –dice, señalándome el muy canalla —es solo un pasatiempo. Ahora vete a ese viaje que tanto anhelabas y por el que tanto me suplicaste que pagara. Ve a divertirte y déjame divertirme aquí a mi manera.
En ese momento, lo único que quiero es escapar de esta situación que no me incumbe. Definitivamente no debo involucrarme.
La tal Emma, una rubia de profundos ojos azules y cabello rubio, nos da una última mirada y sale furiosa de aquel departamento. Aprovecho que el hombre la mira para tomar mis zapatos e intentar escapar.
—¡Ni se te ocurra! Tú no vas a ningún lado. Voy a llamar a tu jefa y le diré que quiero tu compañía hasta el amanecer. Esa mujer me debe mucho dinero, así que no tiene elección. –cuando termina de hablar, mis ojos se abren de par en par ante sus palabras.
El hombre aún sigue muy enojado, por lo que siento en su mirada la misma ira con la que discutió con ¿su esposa? No lo sé.
—Ese no fue el acuerdo. Mi jefa me dijo que eras una persona de confianza, por eso accedí a su petición. –el tipo vuelve a acercarse a mí. Coloca su dedo índice en mis labios para callarlos y con uno de sus brazos me detiene.
—Esta vez te perdono señorita. Pero asegúrate de que no vuelva a ocurrir o vas a lamentarlo. Recuerda, yo soy el cliente y tú debes atenderme como es debido. –Vuelve a escanear mi cuerpo, suelta mi brazo y me da una sonrisa satisfecha, al ver que no digo nada más.
—Parece que hemos resuelto ese pequeño inconveniente. Ahora…¿Dónde estábamos? –parece pensar un momento. –¡Ah, si! En lo de que ibas a quedarte un poco más de tiempo, ¿cierto? –el tono de su voz me produce un escalofrío en la espalda. –Tengo “grandes” planes para tí, querida. –me dice antes de alejarse de mí.
Sentí como mi corazón se hundía. Al parecer, estoy atrapada en un juego mucho más peligroso de lo que había imaginado. En ese momento, supe que tendría que ser muy astuta. Más que nunca, o de lo contrario, no podría salir de esta situación que no esperé fuera tan complicada. Pero de algo estoy segura.
«¡Tengo que hacer algo! ¡No puedo quedarme con este hombre! …¡Y definitivamente, no dormiré con él! »