Cami me llevó a una moto. ¿Moto? ¿Desde cuando las chicas como Cami iban en moto? Quizás antes no dejé muy claro cómo era Cami. Era alta. Mucho más alta que yo. Tenía muy buena figura, es decir, estaba buena. Punto. A su lado yo parecía la basurilla que te quitas de los pies cuando llevas sandalias en verano. Tenía una cara especialmente bonita y sonriente. Su pelo rubio caía en suaves ondas que parecían estar hechas por un peluquero profesional. Me pregunté si él podría arreglar mi nido de la cabeza. Sacudí la cabeza. Era peluquero, no hechicero. Sus ojos no terminaban de ser azules, sino que parecían mezclarse con un gris claro. Delante mío tenía una chica modelo. A esas chicas no les pega moto. Les pega coche rosa. Yo y mis prejuicios preciosos. Me tendió un casco y alcé las ceja